Lola va todos los días a Razo, la playa de su vida: «Cuando ya no hay gente es cuando aparezco yo»

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ANA GARCÍA

Fue su terapia en los momentos más difíciles y el lugar que añoró cuando vivía en Suiza: «Me doy un buen paseo, me baño y veo la puesta de sol. Ahí es cuando vuelves con las pilas cargadas de verdad»

24 jun 2025 . Actualizado a las 13:56 h.

Si hay algo que Lola Añón no perdona es su visita diaria a la playa de su vida: Razo, en Carballo. Es allí donde su madre la llevaba, cogida de la mano, todos los veranos, donde aprendió a nadar y adonde vuelve todos los días, cuando ya la gente se va. Es el lugar donde se unen los recuerdos del pasado con su presente. No importa si llueve, ella coge el chubasquero y se va a dar un paseo. «Si voy a la playa en compañía, también la disfruto. Pero como más me gusta es ir sola, cuando ya no hay gente. Ahí es cuando aparezco yo. Me doy un buen paso, luego me doy un baño y veo la puesta de sol. Y ahí es cuando vuelves a casa con las pilas cargadas de verdad», dice esta apasionada playera, que además explica que hay que ir sin teléfono, para poder disfrutar del espectáculo de la naturaleza. Para ella, que le gusta la tranquilidad de los arenales, pocos meses hay mejores que junio.

«Es un espectáculo»

Una de las razones es que los días son tan largos que eso le permite salir de la playa casi a las once de la noche: «El domingo estuve desde las seis de la tarde hasta las once menos cuarto, cuando se puso el sol. Eso es un espectáculo. Y luego, los fines de semana hay más gente, pero no madrugan, entonces yo voy a las nueve y media de la mañana y estoy feliz».

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«Cuando estoy en Laxe, que es donde trabajo, tengo la playa a 50 metros. Y si duermo allí, también me gusta ir a las siete de la mañana», cuenta. Porque para ella, ir a la playa es una terapia, es la manera que tiene ella de conectar con su yo interior. «En los momentos malos fue mi mejor alivio y mi terapia. Para mí es una manera de estar bien conmigo misma y en soledad. Yo estuve trabajando en Suiza y no te puedes imaginar lo que echaba de menos Razo. En esa época venía una vez al mes, y cada vez que lo hacía, mi primera visita siempre era esta playa», cuenta esta apasionada del lugar que la vio crecer y con el que siente una conexión especial: «Vivimos en un paraíso y a mí me encanta ir a la playa. De todas las maneras. Pero, sin duda, ahora es el mejor momento para disfrutarla».