Pablo Borraz, arquitecto: «Todo el mundo quiere una cocina abierta hasta que la tiene»

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En la arquitectura también hay modas que pueden resultar fatales si no hay criterio, señala el experto, que dice que «una casa por cien mil euros no existe» y advierte de que el vestidor es una obsesión para muchos, «y una forma de perder metros»

07 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

«No todo el mundo debería hacerse una casa», afirma Pablo Borraz. El arquitecto de PBS Arquitectura asegura que no todas las personas están preparadas para semejante toma de decisiones, que además deben quedar claras con anterioridad si lo que queremos es un precio cerrado y que no haya retrasos en los plazos. Desde cómo elegir el terreno hasta la orientación de la casa o el tipo de calefacción, todo cuenta para que la vivienda sea confortable y esté bien distribuida, más allá de las tendencias que tenemos idealizadas en la retina. «Es tan malo hacer un salón enorme como uno muy pequeño», señala el arquitecto, que en redes da consejos prácticos para construir y planificar bien.

—¿Cocina abierta o cerrada?

—Yo creo que no hay una respuesta correcta, sino que la tiene que dar la persona que vaya a hacerse la casa o reformarla. Es algo muy personal. Yo no soy en absoluto purista en ese aspecto, lo que quiero es que la gente se lo plantee previamente y que no se deje llevar por una moda. Eso es lo que en las redes vengo a poner encima de la mesa, que muchas veces nos dejamos llevar por imágenes que son espectaculares, cuando a lo mejor eso no es lo que tú necesitas o lo que mejor va para ti, para tu familia y para tus condicionantes del día a día.

—En tus redes comentas que todo el mundo quiere una cocina abierta hasta que la tiene. ¿Para quién está indicada entonces?

—Sí, todo el mundo la quiere hasta que la tiene porque es una moda y, ojo, yo soy al primero al que le gusta. Abierta yo creo que puede estar bien para una familia a la que no le guste cocinar en exceso o que cocine cosas muy por encima; o al revés, que cocine pero le encante sociabilizar con el resto de la gente en un mismo ambiente. Pero luego, por supuesto, hay gente que odia los olores, los ruidos y el desorden, por lo que en ese caso la cocina la tienes que apartar. Una cocina abierta la tienes que tener impoluta siempre, y también hay que ser consciente de que en la parte del salón, del sofá y del comedor va a oler a comida, por lo menos en determinados momentos del día, aunque ventiles.

—¿Qué opinas de los ventanales de arriba abajo que lucen muchas casas?

—Una cosa fundamental es la orientación, porque si tú abres un ventanal muy grande en la foto queda precioso, pero si no está debidamente protegido y tiene orientación sur, en verano eso es un invernadero. Y al revés, puedes abrir un ventanal muy grande, estupendo, al norte, pero eso es una pérdida de energía todos los días brutal. Entonces, a mí no es que no me gusten los ventanales, pero les intento aplicar más criterios que simplemente el estético. Si compensa por otras cuestiones, como que hay una vista muy bonita que quieres enmarcar, lo veo bien, pero protegiendo bien el hueco si es al sur o, si es al norte, poniéndole un vidrio triple especial solamente a esa ventana. Yo lo que veo es que simplemente vende el hecho de tener mucho cristal. Y nunca en mi vida viviría en una casa que tiene cristal sin criterio ninguno.

—¿Qué alternativas se están imponiendo para sustituir a la persiana?

—La persiana tradicional lo malo que tiene es que es un puente térmico importante, porque está en contacto con el exterior y con el interior, entonces es un punto de filtración de aire. Eso es así, no es que sea un drama, pero bueno, es mejorable. Las alternativas que existen son o bien poner una protección totalmente interior o totalmente exterior. Yo soy más partidario de la que es totalmente exterior, que son unos sistemas con persianas de aluminio totalmente exteriores que van motorizadas y que, además, son orientables, es decir, permiten orientar las lamas, lo que hace que aunque las tengas bajadas, pueda entrar luz en determinados momentos del día. La gente las conoce generalmente por el nombre de la marca más conocida, que es Grandhermetic, y este tipo de sistemas no generan absolutamente ningún puente térmico. El hándicap que tienen es que, como no se ponen habitualmente, no están lo suficientemente extendidos e industrializados y, por lo tanto, son más caros.

—¿Cuál es la mejor orientación para una vivienda?

—El sur, con la debida protección para el verano. Yo lo que hago principalmente son viviendas unifamiliares, pero hay pisos en los que no tienes la opción de poderte proteger cuando es al sur, entonces, para estos casos, la mejor orientación es el este. Luego, para los dormitorios la mejor orientación también es el este, mientras que la zona de día, es decir, el salón, el comedor y la cocina, siempre intento colocarla al sur. Evito todo lo posible el oeste, porque en verano es la peor orientación de todas, ya que es el sol de tardes, cuando más calor hace. Ni una pérgola te protege, porque te entra la luz aunque no quieras. Y el norte lo utilizo para usos secundarios como baños, escaleras, pasillos, vestidores, lavanderías... cosas así.

—¿Esa diferenciación entre la zona de día y de noche es lo que hace que estemos a gusto en una casa?

—Sí, más que nada ese confort que hace que esté bien iluminado, que no tengas ni frío ni calor, que sea un espacio agradable. El confort está en la escala, porque a veces hacemos cosas muy grandes o muy pequeñas. Es tan malo, en mi opinión, hacer un salón enorme como uno muy pequeño. Pasa en pisos de nueva construcción con salón y cocina abierta, que en realidad es una cocina minúscula, y que están muy desproporcionados después con los dormitorios, que se hacen muy pequeños. Veo verdaderas ratoneras en las que meten tres habitaciones donde la habitación doble ya es justita y las otras cumplen la normativa y ya. Y luego, depende para quién, pero veo también por ahí dobles alturas, que es una obsesión de casa de lujo. Puede estar bien, pero también puede resultar abrumador. Una casa es como un refugio, y tener ahí de repente cinco metros de altura libre hasta el techo mientras ves la tele, no es para todo el mundo.

—¿Merece la pena el suelo radiante?

—Totalmente, el suelo radiante hidráulico es el sistema más confortable que existe para aclimatar y distribuye la energía de manera homogénea por toda la vivienda. Si es una segunda residencia igual no es lo más eficiente, porque es un sistema inercial que requiere tiempo para calentar y, una vez que lo apagas, también sigue dando energía hasta que se enfría. Es más lento, su curva de comportamiento es distinta a un aire acondicionado, que es instantáneo, o los radiadores, que son más rápidos. Pero como confort para una primera residencia es muy recomendable. Además, el suelo radiante permite suelo refrescante, que es el ciclo inverso, de manera que para verano es un frío muy agradable que nada tiene que ver con un aire acondicionado. Pero hay que tener cuidado en zonas costeras muy húmedas, porque el suelo refrescante hace que condense agua en la superficie, por eso en esos sitios no se recomienda.

—¿Sigue el furor por el vestidor? ¿Te lo piden abierto o cerrado?

—Ahora me lo suelen pedir cerrado, y sí, la gente siempre lo quiere, es algo obsesivo y otra cosa que también creo que es una moda, una ilusión que tienes cuando nunca has tenido uno. Porque, en realidad, pierdes bastante espacio en relación con lo que es un armario empotrado, por ejemplo, de pared a pared, que además hoy en día los armarios son preciosos y sus puertas pueden ser hasta un elemento de decoración. No hay por qué estar ocultándolos, que parece que existe como una obsesión del vestidor cerrado y aparte. Y eso sí que tiene que ver mucho con que sea una vivienda unifamiliar, parece que si no tienes vestidor, es como un piso. Eso me lo han dicho varios clientes.

—¿Cómo se distribuye bien una vivienda?

—Eso depende mucho de la casa, es decir, de los metros, de la orientación, de la parcela.... A la hora de planificar, lo mejor es imaginarse que son cajitas, y entre una caja y otra haces el acceso, de manera que si tú vas a las habitaciones, no tengas que pasar por el salón, o si vas a la cocina, no tengas que cruzar un pasillo lleno de puertas de dormitorios. Con respecto a la cocina, después de hacer tantas casas me he dado cuenta de que cada uno la quiere de una manera. Hay normas muy claras, como por ejemplo que el lavavajillas esté cerca del fregadero, pero después es muy personal. Y en el salón casi siempre ponemos el comedor. La mejor distribución para un salón-comedor es que sea ligeramente longitudinal, más que cuadrado, rectangular, para poder diferenciar visualmente la zona de estar con la zona de comer.

—Dices que una casa por cien mil euros no existe.

—No, es que no existe. O te la compras por Amazon o de verdad que no. Si quieres una casa de toda la vida, incluso con construcciones prefabricadas, no cuesta eso. De hecho, las prefabricadas cuestan hoy lo mismo o más que las de ladrillos y hormigón; la diferencia es el plazo, que se recortan notablemente los tiempos de construcción.

—Y que sean a precio cerrado desde el principio.

—Eso también lo puedes hacer en una de obra, pero las construcciones modulares, como están prefabricadas, te obligan a tomar todas las decisiones desde antes de empezar. En las tradicionales lo que pasa es que como las vas viendo según se van haciendo, vas cambiando cosas sobre la marcha. Donde iban dos enchufes ahora quieres cuatro, ahora vamos a alargar la cocina un poco más... Lo que encarece es, primero, no comparar presupuestos e irte al primero de la constructora del amigo de tu cuñado, por ejemplo. Dos, hacer cambios durante la obra. Luego, la subida de los materiales durante el proceso repercute en el cliente, pero el problema de la construcción tradicional es que suelen hacerla albañiles de toda la vida que no prevén todas estas cosas. Y otro error es no valorar a tiempo el impacto económico de las decisiones estéticas. En definitiva, no se trata de gastar menos, sino de gastar bien.

—¿En qué hay que fijarse antes de comprar un terreno?

—La ubicación es muy importante, es decir, no solo dónde estás, sino por qué está rodeado. Si tienes servicios cercanos, si está urbanizado, cómo son los accesos para la obra, porque si no los hay, hacerlos va a encarecerla. La topografía también es fundamental, es decir, si el terreno tiene pendiente o es prácticamente plano, porque si tiene pendiente, aunque te salga más barato de compra, se te va a encarecer la obra muchísimo. La orientación va a determinar en gran medida el proyecto, y hay que ver la normativa urbanística que afecta a esa parcela, porque las hay muy estrictas que igual solo permiten construir 120 metros, por poner un ejemplo. Y hay que mirar si la parcela tiene las acometidas hechas, porque igual te cuesta diez o doce mil euros hacerlas. Otra cosa en la que nadie piensa y que es un dolor de muelas son los vallados. Si no los tiene, aunque muchos digan: «Eso lo vallo yo», te va a costar un pastón. La gente no sabe lo que vale vallar, pero cuesta muchísimo dinero.