
Aunque no te asista un interés sincero por La Oreja de Van Gogh y sus canciones es imposible no tener una opinión más o menos elaborada sobre la historieta del intercambio de cantantes, quizás porque todas hemos sido alguna vez Leire. Por si alguien no está al tanto del culebrón, La Oreja de Van Gogh fue fundada en 1996 en Donosti por cuatro amigos que reclutaron como cantante a Amaia Montero. Durante una década conectaron con el público de final de siglo con canciones pegadizas y una forma de interpretar de Montero, en la que parecía residir el éxito de la banda, hasta que la muchacha decidió que para triunfar bien se valía ella sola. Los fundadores contrataron entonces a otra mujer llamada Leire, que los acompañó durante los últimos 17 años y a la que acaban de dar puerta, porque a Amaia le ha dado por el reencuentro y todos sabemos que la nostalgia es hoy un elemento de facturación asegurado. El desplante nos ha servido en bandeja un culebrón mucho más interesante que la peripecia artística del grupo, entre otras cosas, porque ha sido la gasolina para que la ofendida se sincere y nos cuente que siempre fue la otra y que llegó a un grupo ya hecho en el que todas las personas eran amigas y ella solo algo necesario, pero no querido. Tanto, que en cuanto la original volvió a llamar a la puerta tardaron cinco minutos en hacerle un ghosting musical que perfectamente puede salirles caro a todos, porque no hay nada que nos guste más que una víctima arrollada y utilizada, que además ha decidido hacerse un Shakira y utilizar las letras de sus canciones para narrarle al mundo su abandono.
La historia de la música está llena de momentos parecidos a los de La Oreja, con grupos que cantan juntos, pero no se soportan. El estándar quizás lo representan los Gallagher, porque además de compañeros de una banda de éxito eran hermanos que se odiaban como solo los hermanos pueden odiarse. En el caso de Leire, quién no ha entrado en una pandilla o en una familia en la que cada día de tu convivencia con ellos te recuerda que tú no eres una de los suyos.