Patricia Montejo, gerente de un velatorio de mascotas: «Hemos hecho incluso ceremonias de despedida de erizos, gallinas y un camaleón»
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Sí, has leído bien, hay tanatorios de mascotas para las familias que necesitan pasar su duelo. Les reconforta encontrar un sitio donde darles el último adiós. «Muchas veces hemos llorado con los clientes», dice
29 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La pérdida de seres queridos incluye también a las mascotas. Habrá muchos que no lo entiendan, pero aquellos que alguna vez han sentido un vínculo emocional con algún animal y lo han perdido saben de lo que estamos hablando. Fue precisamente la muerte de su perra Rony, muy apreciada por toda la familia de Patricia Montejo, la que los llevó a montar un velatorio y crematorio para mascotas en A Coruña, La vida es huella. Nos lo explica.
—¿En los últimos años se ha disparado la demanda de este tipo de servicios?
—Cuando nosotros perdimos a nuestra perrita Rony hace muchísimos años, no existía la posibilidad de despedirse de ella. Ibas a la clínica veterinaria y esa era la última vez que la veías. Teníamos la necesidad personal de que existiera un lugar donde los pudiéramos despedir en la intimidad, tal cual lo haríamos con cualquier otro miembro de la familia. Y a partir de ese momento empezamos a darle vueltas al proyecto, a ver cómo podíamos hacer y concretarlo. Tardamos mucho tiempo en poder hacerlo, pero comenzamos en el 2016.
—Imagino que al principio a la gente le sorprendería...
—Cuando estábamos en marcha con el proyecto, nuestros allegados, nuestros compañeros de trabajo..., todo el mundo nos decía: «Pero, ¿lo pensasteis bien?». Mucha gente estaba preocupada por nosotros y por nuestro futuro y nos preguntaban si realmente estábamos seguros. Pero estábamos segurísimos de que había más gente como nosotros. Más gente que considera familia al miembro perruno que tiene en casa y que tenía esa misma necesidad que sentíamos nosotros. Entonces, asumimos un riesgo, pero efectivamente, no nos equivocamos. Porque cada vez que vienen las familias aquí, nos lo dicen.
—¿Cómo es el velatorio de una mascota?
—No es un velatorio como el de las personas. Nosotros le llamamos sala del último adiós, porque realmente es un momento en el que la familia se reúne para despedir a su mascota. Es como si fuera una ceremonia de despedida. Y no duran 24 horas Hay muchas circunstancias que rodean el momento del fallecimiento. Hay gente que necesita darle un final y vienen aquí a despedirse. Nosotros, por ejemplo, en la ceremonia les facilitamos ese momento íntimo antes de empezar con la cremación.
—¿Y en qué consiste la ceremonia?
—Se quedan en la sala del último adiós despidiéndose de su mascota y nosotros les ponemos flores, le damos la opción para que le puedan escribir un mensaje cuando se vaya a incinerar y que se vaya con esas palabras. Cada uno en ese momento hace lo que siente. Hay gente que prefiere no verlo. O dentro de la misma familia hay quien te dice que quiere verlo y otros no, entonces tenemos que adaptarnos un poco a cómo quiera hacerlo cada uno.
—¿Y cuánto tiempo dura?
—Eso es personal. Hay gente que quiere estar media hora, otros una hora, 15 minutos o cinco..., simplemente verlo y darle dos achuchones y nada más..., no hay nada estipulado. Lo que sí hay que tener en cuenta es que es una ceremonia de despedida no es un velatorio.
—Y una vez que se incinera a la mascota, ¿la gente se lleva las cenizas a casa?
—Sí. El destino final de las cenizas puede ser esparcirlas en su finca donde ha estado el perrito o también enterrarlas. Pero la mayoría de la gente se las lleva para conservarlas en casa. Y luego hay un pequeño porcentaje que las deja en nuestro parque del recuerdo, donde tenemos nichos, lo alquilan y se quedan ahí hasta que deciden el destino final.
—Entiendo que la mayoría son perros y gatos, pero también habrá otros tipos de mascotas.
—Los hámsteres son bastante habituales. También las cobayas... Me sorprendió bastante cuando vinieron varias chinchillas, jerbos... Incluso hemos incinerado ratas, erizos y gallinas. Y un camaleón.
—¿Con ceremonia de despedida también?
—Sí, en el caso de la gallina, la familia necesitó estar un tiempo con ella antes de proceder a la incineración... sí, sí. En realidad, lo que tienes con esa mascota son vínculos y el amor que existe entre ese ser y tú. Nuestro trabajo no es con la muerte, sino con ese vínculo que existe. Es de total respeto, de admiración... nosotros intentamos dar apoyo en el duelo, porque te digo que viene gente que está hasta sorprendida de la intensidad del dolor que siente en el momento de la pérdida. Entonces, nuestro trabajo también es ayudarlos y apoyarlos. Porque, lamentablemente, es un duelo no reconocido por la sociedad. Y la gente necesita sacar ese dolor y rodearse de personas que lo entiendan para que puedan llevar un duelo normal.
—Conocerás historias emocionantes...
—Sí, muchísimas. Me acuerdo mucho de cuando vino a despedir un señor a su perro lazarillo. Me acuerdo mucho. Era un señor ciego. Tú sabes que los perros lazarillos no pueden trabajar para siempre. Este señor jubiló a este perrito, pero lo siguió teniendo en su familia. Cuando llegó el momento de la pérdida fue muy emocionante porque estaba despidiendo a un miembro de su familia, a alguien que le había ayudado, es un vínculo sumamente especial. Te lo estoy contando y se me llenan los ojos de lágrimas, pero realmente es así. Después recuerdo también a un señor mayor, que venía a despedir a su perrita, que era lo único que tenía, porque hacía poco había perdido a su esposa, y me acuerdo que trajo unas margaritas que había recogido en el parque donde solía llevarla y fue muy triste. Estaba solo, no tenía más familia, su mujer no estaba y ahora se despedía de su perrita, la última compañía que le quedaba.
—¿Y los niños cómo lo llevan?
—Te sorprendería porque lo aceptan de una forma mucho más natural que nosotros. No tienen tantos tabúes. Cuando la gente se viene a despedir, procuramos que la mascota parezca que está dormida.
—¿Cómo lo hacéis?
—Pues los acicalamos y los presentamos de tal manera que parezca que están dormidos. Piensa que es la última imagen visual que van a tener de ellos. A mucha gente le da tranquilidad porque dicen: «Ahora lo veo irse en paz». Porque igual hubo un sufrimiento anterior o el último momento que han compartido fue el de la eutanasia y no fue una imagen agradable, entonces les sirve venir aquí y que la última imagen sea lo más bonita posible.
—¿Van también en ataúdes?
—No, nosotros los presentamos en una camilla, con sábanas blancas. No los llevamos en una caja ni en un ataúd.
—¿Y cuánto cuesta despedir a tu mascota?
—Va en función del tamaño de la mascota. Desde los 178 hasta menos de 400 euros. No es lo mismo la cremación de un chihuahua que la de un mastín. Se incineran solos para que la gente pueda recuperar sus cenizas y nosotros, además, incluimos la huella de la pata de la mascota que va ya sellada en la urna. También hay gente que se la lleva para colocar su huellita en un marco.
—¿En los años que llevas has notado mayor conciencia por parte de la sociedad a este tipo de duelos?
—No sé si llamarlo conciencia porque creo que los que tenemos mascotas siempre estuvimos dispuestos a cuidarlas, a quererlas y a sentirlas parte de la familia. Lo que sí estaría muy bien es mayor conciencia en la gente que no las tiene y que nos respete a nosotros. En realidad, eso sería lo ideal. Y nos gustaría que hubiera mayor conciencia en los políticos, porque no existe una baja laboral por la pérdida de tu mascota y yo te puedo asegurar que la gente está muy mal, no está en condiciones de ir a trabajar ni el día que la pierden ni los dos días siguientes. Y si hubiera más conciencia en la sociedad en general, sería de agradecer, claro.
—¿Te afecta revivir este tipo de situaciones todos los días?
—A nosotros nos reconforta muchísimo poder ayudar a la gente, que es muy agradecida cuando encuentra un espacio donde poder despedirse y acompañarlos en el duelo. Y eso es a lo que nos dedicamos, a cuidar el vínculo y el amor entre la mascota y su familia. Pero indudablemente te afectan ciertas historias y no te puedo mentir. Muchas veces hemos llorado con los clientes. Me acuerdo de una clienta que perdió a sus tres perritas en un incendio. Y, nosotros, claro, la teníamos que apoyar. A ella le daba igual haber perdido su casa, lo que realmente le dolía era haberlas perdido y encima a las tres juntas. Eso es muy duro. Y esas historias sí que te afectan. Realmente sí que te quiebras en esos momentos. Somos humanos y cuando tienes un nivel de empatía muy grande, pues sí, te afecta.