Icíar Bollaín, directora de «Soy Nevenka»: «Cuando Nevenka recibió la ovación en San Sebastián, susurró: 'Lo han entendido'»
YES

La cineasta dirige y guioniza, junto a Isa Campo, la lucha de Nevenka Fernández por demostrar el acoso sexual y el juicio social al que estuvo sometida. «Me parece muy bonito que tras ver la película nos surja la necesidad de pedirle disculpas», confiesa
14 oct 2024 . Actualizado a las 12:13 h.Fresca, ambiciosa o mentirosa fueron algunos de los adjetivos que recibió Nevenka Fernández después de denunciar el acoso al que estuvo sometida por parte del alcalde de Ponferrada, Ismael Álvarez, durante su etapa como concejala en el consistorio. «¿Cómo se deja ser acosada?» también fue otra de las preguntas que se lanzaron desde medios de comunicación y que tuvo que digerir. Esta historia supuso un antes y un después, ya que, en el 2001, Nevenka se convirtió en la primera mujer en España en ganar un juicio por acoso sexual contra un político. Ahora, Icíar Bollaín e Isa Campo llevan a la gran pantalla Soy Nevenka.
—¿Cómo viviste tú el caso Nevenka en el año 2000?
Acababa de ser madre y estaba un poco despistada, seguí más el juicio. Una de las razones por las que quise hacer la película fue porque pensé: «¿Cómo es posible que no viviera esto con más atención?», ya que poco después hice el guion de Te doy mis ojos junto a Alicia Luna, que trata el tema del maltrato y en algunas cosas tiene relación. Cuando ocurrió todo, no teníamos tan presente el acoso, y además los medios de comunicación hicieron un retrato de Nevenka como una trepa o una chica que quería sacar algo a cambio. Casi era él más víctima que ella. Entonces, en aquel momento, no lo identifiqué como un caso clarísimo de maltrato. Isa Campo —la coguionista— y yo comentamos que eso también era otra de las razones para explorar qué había pasado realmente.
—En la película, en el momento en el que entra como concejala, una de las amigas de Nevenka, le dice: «Ya debes de llevar colgado el cartel de puta». Pero también se encargó la sociedad de colgárselo...
Claro, no es que se lo colgase ella misma, sino que ya se lo han colgado. Se ha sentido eso desde el principio, porque al ser joven, no estar afiliada al partido y entrar de esa manera en el consistorio... Ella, además, sabía que estaba muy preparada, venía de una carrera que había hecho con brillantez y tenía un trabajo en una multinacional. Pensó que el trabajo no le venía grande, pero desde fuera lo que se dio a entender fue que era una chica joven y guapa que consigue el trabajo por eso. Y si encima tiene una relación con el alcalde, pues ya está todo el dibujo hecho.
—Cuando decidís tratar el tema y hablar con la propia Nevenka, ¿habíais pensado en lo que podría suponer para ella revivir este tema?
Lo teníamos muy presente cuando empezamos. Primero ella nos conoció y ya dio el sí para empezar a trabajar, pero Isa y yo íbamos muy atentas a ver qué pasaba cuando nos metíamos en el tema. La sensación que teníamos era buena y comentamos muchas cosas antes de meternos a hablar de momentos difíciles de la historia. Pero íbamos pendientes de eso, de no reabrirle heridas porque bastante ha sufrido. De hecho, era lo que nos comunicaba, porque siempre le preguntábamos: «Oye, ¿estás bien?». Y siempre decía que sí. Fue un trabajo de casi dos años y cuando volvíamos a ella, volvía con muchas ganas. Al final pensábamos: «Si está muy abierta a estas conversaciones, será que no le hacen mal». Era un poco lo que vimos y lo que ella misma nos corroboraba.
—Con Urko Olazabal ya habías trabajado en «Maixabel». ¿Cómo ha sido la experiencia con Mireia Oriol?
Mireia tiene esta cosa que debía tener el personaje de Nevenka, ya lo vimos en el casting. Pero poseía como una fuerza necesaria, porque también necesitabas creerte que le planta cara a este hombre tan poderoso. Trabajando con ella, he intentado que se sintiera siempre protegida emocionalmente, porque a veces las escenas eran extremas. He estado ahí con ella, ayudándola a llegar y a salir de ese lugar y a darle todas las referencias que tenía por la propia Nevenka y por lecturas de por dónde pasan las personas que son víctimas de acoso. Es decir, intentar estar ahí siempre de referencia.
—¿Crees que las personas que un día se cuestionaron su versión pudieron cambiar de opinión después de ver la película?
Yo creo que sí. De hecho, hasta desde Ponferrada nos están llegando mensajes muy bonitos de gente en el cine. Hay uno que me pareció impresionante porque aparecía un pequeño grupo de personas diciendo: «Yo sí te creo». Es que en Ponferrada en concreto la reacción de este hombre tuvo muchísimo peso, porque era un alcalde muy popular y muy presente. Cuando terminó el juicio en el que se le condenó, él buzoneó toda la ciudad con una carta de seis o siete folios de su puño y letra explicando su versión de las cosas. Su versión allí es la que más pesa, pero creo que Ponferrada escenificó un poco un sentir general. He estado haciendo muchas entrevistas y los periodistas con los que he hablado me han dicho que los trozos de los momentos periodísticos que hay en la película les hacen recordar dónde estaban ellos y cómo lo vivieron. No estuvimos ahí para ella.
—La película también puede servir para identificar comportamientos que pueden ser acoso y los desconocemos...
Eso creo que es superimportante, porque también le pasó a Nevenka, el no reconocer que estaba sufriendo un acoso. Y creo que es muy fácil no reconocerlo. Cada vez tenemos más información, pero realmente era uno de nuestros objetivos al hacer la película, el narrar con detalle en qué consiste un acoso. Podríamos habernos ido por el tema judicial, pero claramente decidimos entrar en el mundo del acoso y en contarlo con detalle porque no está tan claro. La gente no tiene tanta conciencia de qué es. Yo misma no la tenía hasta que hice Te doy mis ojos. Incluso un acoso laboral. Te preguntas: «¿Cómo a una persona brillante se la deja sin capacidad de reacción?» o «¿cómo se la destruye física y moralmente?». Eso sí que nos pareció importante, y pienso que hoy es perfectamente vigente por lo que tú dices, porque hay acosos que parecen bromas y en el fondo es un trabajo de ahondar en tu psicología y hundir tu autoestima.
—«Gracias, Nevenka, y mil disculpas por no haber estado a la altura como sociedad» es un comentario que ha escrito alguien sobre el filme. ¿Era este el efecto que buscabais?
La verdad es que no pensaba que a la gente le surgiera la necesidad de pedir disculpas, no estaba en mis cálculos. Me lo han dicho más personas. A mí lo que me pasó es que al ver cómo reaccionó la sociedad me hizo reflexionar cómo somos ahora. La historia de Nevenka es muy potente, porque, a pesar de tener el coraje y la valentía de plantar cara a este hombre, no ganó el juicio social. Eso es uno de los elementos de la película. El objetivo era comentar el problema y que se reflexionara: «Esto pasó así, pero ¿ahora qué hacemos con las víctimas?». Me parece muy bonito que nos surja la necesidad de pedirle disculpas. Hacer la película también es una manera de decir: «En su momento no conecté con esto, ahora conecto al cien por cien y quiero contarlo».
—¿Qué viste en Fillas de Cassandra para que compusieran la canción original?
Xavi Font, el compositor de la música de la película, es catalán y ahora está afincado en Galicia. Me las propuso y me fliparon, porque no las conocía. Fui a un concierto que daban en Madrid y les comenté que me imaginaba la canción como la de Eco. Les di libertad, que viesen la película y que hicieran lo que les sugiriese. La canción va en los títulos de crédito por lo que no podía repetir lo que ya se había visto y debía funcionar por sí sola. Que cuando la escucharas, te evocase lo que ellas quisieran transmitir, porque no tiene imagen. No es nada fácil hacer una canción original y han hecho un temazo.
—Me imagino que sería muy emocionante recibir los aplausos de cientos de personas en el Festival de Cine de San Sebastián...
Es emocionante por sí solo, pero si además estás ahí recibiendo ese aplauso de Nevenka, también es impactante. Yo eso se lo había avisado y le dije: «El público va a reaccionar a que estés por allí», pero claro, tampoco esperaba tanto. Porque al final, lo que le queda a las personas que han sufrido una cosa así es la sensación de que los demás no te creen y de que les estás mintiendo. Cuando se puso a aplaudir toda la sala, lo que ella murmuraba mientras recibía la ovación era: «Lo han entendido».
—Cuando os fundís en un abrazo, la cara de Nevenka es como de alivio...
Sí, de: «¡Qué alivio y qué alegría que la gente lo comprenda».
—¿Hay algún otro caso mediático que te gustaría llevar a la gran pantalla?
Ahora mismo no, pero sí que es cierto que veo muchas historias en los medios en las que pienso que sería interesante ver qué hay detrás. Al final en una película inviertes dos o tres años de tu vida y hay historias que son potentes, pero no tienen algo positivo a lo que agarrarme o no son accesibles. Cuando hice Flores de otro mundo, me llamó la atención una noticia sobre pueblos que organizaban caravanas de solteras, donde buscaban a mujeres que quiseran establecer relaciones y quedarse allí a vivir. Esa tenía el transfondo dramático de la España vaciada y también un punto de creatividad, de festividad, de saber cómo funcionaba aquello.
—En tus películas hay mucha presencia femenina ¿Qué mujeres te inspiran?
Es cierto que suele haber personajes femeninos fuertes, a menudo protagonistas. Supongo que mi experiencia como mujer me lleva a mirar entre esos personajes y cuando empecé en el cine no habían y a mí me hacían falta. Me parece natural hablar de ellas porque están en la vida. Tanto en Maixabel como en Soy Nevenka me ha surgido la posibilidad de hablar con estas dos valientes, cada una por sus razones. Rara vez vemos personajes femeninos tan inspiradores. Maixabel fue víctima de ETA y Nevenka de acoso. Son víctimas, pero han hecho algo que las trasciende, que va más allá de ellas y las convierte en referentes. Eso es muy potente.
—¿Qué te llevas a nivel sentimental de «Soy Nevenka?
Una amiga que se llama Nevenka. Me siento muy afortunada de tenerla entre mi grupo de personas con las que tengo una relación estrecha. También acercarme a lo que supone una acoso. Hay una parte ahí difícil de superar como la culpa y la vergüenza. A pesar de ser tú el objeto de acoso hay algo que queda muy incrustado y que es complicado de compartir y denunciar porque sientes todo eso. Es terrible, porque la culpa y la vergüenza se tendrían que sentir desde el otro lado. Me parece una de las manipulaciones más tremendas.
—Si ganas el Goya a Mejor Dirección, ¿dónde lo colocarás?
No lo sé, supongo que junto a las claquetas que guardo de las películas que he hecho [risas]. Sería muy bonito porque gané un Goya hace 20 años, pero no hay que pensar mucho en eso, porque lo más probable es que no pase. Hago las películas para que les lleguen al público, no para que me digan qué gran directora soy. Si tú me dices que te ha llegado, yo ya he cumplido mi objetivo.