Son pareja «swinger» y cuentan que desde que abandonaron la monogamia, nunca han sentido la necesidad de volver atrás: «Al principio somos igual de celosos que todo el mundo»
06 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Raquel y Albert son en el ambiente swinger Kariel y Kyo. Ellos no tienen reparos en mostrarse a cara descubierta. Lo hacen porque es la manera que tienen de dar visibilidad y normalidad a las parejas abiertas. Se declaran pareja swinger —que consienten las relaciones sexuales con otras personas mientras ellos están presentes— y cuentan cómo hicieron la transición de pareja monógama a abierta. «Llevamos 18 años juntos y 14 en el ambiente swinger. Estuvimos 4 años de monogamia, por decirlo de alguna manera», explica Albert, que aclara que todo surgió de una manera natural y que fue un proceso lento.
«Nosotros no conocíamos el mundo swinger. Yo había hecho un trío con mi antigua novia y una amiga, y se lo comenté a Raquel. Entonces, empezamos a fantasear un poco con el tema, con hacer un trío con alguna chica y demás. Pero nos pusimos a pensar en gente a la que podíamos proponérselo y no nos venía nadie a la mente. Ni ningún amigo ni nada», comenta Albert, mientras Raquel reconoce que en la época en la que ellos se iniciaron «era todo muy tabú». «No es como ahora que está más de moda porque sale en series o en libros y películas. Antes no se sabía nada», dice.
«Fue de mutuo acuerdo. En plan, ‘vamos a ver qué hay’. Y nos metimos en Google como novatos. Sin saber nada empezamos a buscar. Ahora hay muchas aplicaciones, pero cuando empezamos nosotros solo había algún foro de parejas liberales. Y allí empezamos a contactar con parejas. Nos empezaron a contar qué era el ambiente swinger, que había clubs y todo eso. No sabíamos nada», explica Albert. Fue así como se fueron informando. «Hasta que un día nos atrevimos a ir con una pareja para que nos enseñara un local». No es difícil visualizar la situación. «Lo recuerdo con muchos nervios y con miedo. En el mismo día que íbamos a ir, comentábamos entre nosotros: ‘¿Pero vamos?, ¿seguro?, ¿nos echamos atrás?’ Recuerdo que fuimos un jueves para que hubiera poca gente. Estaba muy vacío. El primer contacto estuvo bien y fue muy light», cuenta él. «Empezamos muy poco a poco, con las cosas muy habladas. Con muchas normas. Primero dices: ‘Vamos solo a mirar ‘. Y la norma es mirar. Luego dices: ‘Oye, pues yo habría hecho esto...’ y te vas abriendo un poco a hacer más cosas», dice. Para Raquel la comunicación también fue muy importante en todo el proceso. «Hablar bien con la pareja de lo que quieres, de lo que no. E ir avanzando poco a poco. Nosotros es el consejo que le damos a la gente. No hace falta correr», asegura.
Únete a nuestro canal de WhatsApp
También cuentan que desde que se convirtieron en pareja swinger, no han sentido la necesidad de regresar a la monogamia: «Nunca hemos vuelto atrás. Sí que igual hemos frenado un poco, porque ha habido algún momento en que yo le he dicho a ella que creía que íbamos muy rápido y que era mejor frenar un poco. Pero volver atrás, nunca nos lo hemos planteado», aclara Albert.
Más confianza
¿Y cómo se gestionan los celos en este tipo de situaciones? Pues los dos responden que hablando. «Al principio somos igual de celosos que todo el mundo. Los celos son normales. Pero se gestionan hablando. Explicándole a tu pareja lo que te molesta y por qué. ‘¿Y si lo hago así te molestaría menos?‘ Es un poco ir trabajando eso y te vas dando cuenta de que, poco a poco, los celos van desapareciendo cuanta más confianza tienes».
Ellos reconocen que se encuentran cómodos con este modo de relacionarse, pero tampoco se atreverían a decir que es lo mejor que les ha pasado. «Lo mejor que hemos hecho es tener a nuestra peque, y también hay otras cosas. Fue como un hobby al principio, ahora ha pasado a ser una forma de vida, pero es un plus a la relación. No es una necesidad. No tenemos que salir sí o sí cada fin de semana para hacer un intercambio de parejas», dice Raquel, que explica que al principio no hablaban de ello con mucha gente: «Hace años lo llevábamos más en secreto. Mirábamos a quién se lo podíamos decir y a quién no. Ahora tenemos claro que con que nosotros estemos bien, nos respetemos como pareja y disfrutemos, lo que opine la gente nos da un poco igual. Pero al principio fue como salir del armario. Porque no sabes cómo van a reaccionar ciertos amigos, lo escondes un poco».
Albert y Raquel llevan desde hace años la gerencia de un club swinger, Oops! Barcelona: «Conocemos a mucha gente que se ha atrevido a abrir la relación y que les va muy bien. La verdad es que rara es la pareja que vuelve atrás». También cuentan que a ellos les gusta tener cierto vínculo con las personas con las que mantienen encuentros: «El mundo del swinger es un acuerdo de pareja y cada pareja tiene sus normas. Para nosotros es esto y, para otra pareja, serán otras cosas. Hay quien no quiere saber el nombre de las otras personas. No les interesa. Simplemente van a jugar, tienen sexo y ya está. En nuestra manera de jugar, sí que necesitamos un poco más de contacto, de feeling, de conocer algo, más que sexo por sexo. Pero cada caso es un mundo. Muchas veces, las parejas poliamorosas han empezado por el swinger».
También cuentan que en este tipo de encuentros se tiene especial atención en la prevención de enfermedades de transmisión sexual: «Se tiene mucho cuidado. Es muy habitual que la gente se haga controles rutinarios. Nosotros, cuando hemos tenido épocas más activas, nos hemos hecho controles más a menudo. Y el uso del preservativo, por ejemplo, no se cuestiona. Es una norma básica. Creo que estamos nosotros más seguros practicando sexo consensuado con otras parejas que alguien que se va a una discoteca que no conoce a nadie y tiene un lío de una noche».
El hecho de haber tenido una hija tampoco les ha supuesto ningún problema a esta pareja: «En lo único que nos afecta es que disponemos de menos tiempo de ocio. Pero estoy seguro de que, tal y como va evolucionando la sociedad, cuando nos toque explicárselo a nuestra hija, el poliamor y las relaciones abiertas serán algo muy normal», dicen.
Además, desde los últimos 10 años han visto un cambio en la mentalidad de la gente. «Preguntan mucho y tienen mucha curiosidad. Pero no se escandalizan. Y por suerte, nunca hemos apreciado rechazo de ningún tipo», concluyen.