La élite de los colegios gallegos: «En Peleteiro hay mucha exigencia, tenemos cinco evaluaciones»
YES
Gracias a su nota media de 8,28 puntos, el colegio Manuel Peleteiro de Santiago se coloca en la primera posición del ránking de los colegios que siempre han presentado 50 o más alumnos a la ABAU en los últimos seis años. «Gestionar el fracaso es difícil, pero gestionar el éxito es tremendamente difícil», confiesan
28 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando entras por las puertas del colegio Manuel Peleteiro es bastante probable que te pierdas entre sus pasillos y taquillas de colores. Situado en las inmediaciones de Montouto —Santiago de Compostela— no ha parado de cosechar éxitos año tras año, tanto a nivel de resultados en la ABAU como en diferentes olimpiadas académicas y premios extraordinarios en secundaria y bachillerato. Por eso, se coloca en primera posición gracias a su 8,28 de nota media en el ránking de los 39 colegios que siempre han llevado a 50 o más alumnos a la selectividad en los últimos seis años.
Luis Peleteiro Ramos lleva ejerciendo desde 1984 como director del centro. 40 años en los que la pasión por llevar adelante este proyecto educativo ha hecho que muchos padres escojan este colegio para sus retoños. «Los padres vienen aquí buscando una buena formación para sus hijos. Eso nos lo ponen en manifiesto y responde un poco a la tradición del colegio, aunque también les preocupa el aprendizaje en idiomas, y, sobre todo, los valores», explica. Entre otros, desde la institución se intenta inculcar a los alumnos el respeto, el esfuerzo, la perseverancia y la empatía. Pero quizá los que más destacan son el trabajo en equipo y el sentido de la pertenencia al colegio. «¿Cómo hacemos en el centro para conseguir buenos resultados académicos? Pues yo pondría en relieve varios aspectos. Por un lado, estaría la estabilidad en el equipo de profesores y el sentido de pertenencia. Queremos que sepan que están en un colegio donde buscamos esa excelencia. Por otro lado, le damos importancia a la formación del profesorado de manera continuada, porque lo consideramos vital y aprovechamos cualquier oportunidad para formarlos, como en educación emocional, inteligencia artificial... Y además está el trabajo en equipo. En infantil y primaria, los profesores tienen una hora diaria de formación por equipos de manera conjunta, y en secundaria y bachillerato son tres horas a la semana. El efecto que produce esto en lo que es el debate, la metodología, la programación... Para mí es claramente diferenciador de otros colegios, ya que son muy pocos centros los que le dan prioridad a esto», afirma.
¿Y qué debe tener un buen profesor? Luis Peleteiro no duda. «Tiene que disfrutar con su profesión y con los críos. Más que la palabra vocación, es disfrutar, porque realmente es un trabajo en el que existe mucha interacción personal. El que le guste esa relación personal y que sea consciente del enorme impacto que posee en el futuro de los educandos, es lo esencial», indica. Tampoco piensa que sientan presión por los resultados, sino con las familias. «Crea presión el hecho de nuestro compromiso con las familias y con los niños. Ellos tienen una meta, un objetivo y nosotros tenemos que hacer todo lo posible para ayudarlos a alcanzarlos», detalla.
Francisco Mateo imparte la materia de Lengua en el colegio desde hace 37 años y es el coordinador de segundo de bachillerato desde el curso 2009-2010. Este año son un total de 131 alumnos que se presentarán a las pruebas de acceso a la universidad, distribuidos en cinco grupos de dos especialidades de bachillerato —cuatro de Ciencias y Tecnología y uno de Ciencias Sociales—. Además, Mateo es tutor de dos de ellos y basta pasar unos minutos con él para saber la implicación que tiene con el alumnado. «Como coordinador, mi papel consiste en organizar un poco al equipo de tutores, la distribución de las clases... Estudiamos mucho que los grupos estén perfectamente equilibrados. Evidentemente, es difícil porque estamos hablando de personas, pero se trabaja con el fin de que en todas las clases, los alumnos se puedan sentir tratados como se merecen», explica.
¿Y a los nuevos les cuesta coger el ritmo? «Si hablas con alumnos que se han incorporado en primero de bachillerato, comprobarás que pueden empezar flojos, porque no están acostumbrados al sistema. Nosotros tenemos cinco evaluaciones y ellos vienen de tres evaluaciones. Somos rigurosos en la corrección de los exámenes y en el control de lo que hacen, porque eso nos permite después ayudarlos, en lugar de regalarles. Creemos que los alumnos progresan en la medida en que se les exija y que ellos se exijan a sí mismos», puntualiza.
No es fácil mantenerse en lo alto. «Somos un colegio de éxito. Yo sé que gestionar el fracaso es difícil, pero gestionar el éxito es tremendamente difícil. Lo que es fácil es creerse que eres el mejor, que lo haces estupendamente bien. Y no. Precisamente, uno de mis papeles es recordarles a los alumnos que el partido no está ganado sin ponerse la ropa de deporte y salir a correr», confiesa Mateo, que además resalta el trabajo en equipo. «Los alumnos notan que los profesores no van a dar clase como quien va a hacer tornillos. Aquí hay profesores de todo tipo. Por supuesto, puede haber tensiones, pero somos un equipo y nuestro objetivo con este proyecto es conseguir el éxito de nuestros alumnos en lo personal, lo académico y lo profesional», señala.
Las claves del éxito
Sobre el proceso de preparación de la selectividad, no solo se limita al último ciclo, sino que los alumnos «cogen la antorcha» desde el primer curso de secundaria para iniciar una carrera que les lleve a «encender el pebetero» los días de exámenes de la ABAU. «Este colegio está muy bien organizado. Con el tiempo que llevo aquí puedo decirte que uno de los sostenes para el profesor, el alumno y las familias, es su capacidad organizativa. Lo que hacemos para preparar la selectividad es ponernos en ‘modo selectividad’ en los exámenes desde la primera evaluación. Ya duran hora y media, y se sigue el protocolo, como si fuesen simulacros. Así ya están entrenados para cuando se enfrenten al de verdad», cuenta.
Sin embargo, esa no es la única forma. «Trabajamos mucho con exámenes de selectividad, pero no de manera exclusiva. Una asignatura no debe perseguir solamente solventar un examen, sino que hay que fomentar a los alumnos otras cosas como la curiosidad y las ganas de aprender cosas», detalla. El departamento de orientación y la atención psicológica también es importante para el centro. «Trabajar con el departamento de orientación es fundamental. A partir de la pandemia, el choque con la realidad que sufrieron muchos adolescentes de los que tenemos ahora fue brutal. La misma consellería ha habilitado programas para paliar los problemas psicológicos, que a veces son gravísimos. Obviamente, nosotros tenemos que actuar. Desde el curso pasado comenzamos a implementar un programa de bienestar personal. Tenemos profesionales que trabajan con ellos para paliar, solventar, y ayudarlos a gestionar toda esa problemática que se generó a partir de la pandemia y que, además, se ve incrementada por la presión que hay por poder entrar en una facultad u otra», explica. Además, se encargan de ayudar en los futuros estudios de los alumnos. «Hacemos una semana de orientación universitaria, una feria de universidades... Asisten los padres y, por supuesto, los alumnos desde cuarto de ESO», indica.
Raquel es alumna desde los 3 años. Ahora aprovecha su último curso allí y valora con perspectiva todo lo que le han aportado. «Creo que más allá del expediente, te aporta infinidad de cosas y oportunidades. Nos preparan para unos niveles altísimos comparado con otros colegios, tanto en idiomas como en música, deportes... Hay mucha exigencia, tenemos cinco evaluaciones», explica. Aunque se decantó por el itinerario de ciencias, porque Medicina siempre fue su primera opción, en estos momentos le surgen dudas. «El año pasado me apunté a la liga de debate del MEP —Modelo de Parlamento Europeo—, y me di cuenta de que me gustaba debatir y hablar en público. Entonces pensé que la rama del bachiller biosanitario quizá no era para mí. Me estoy replanteando un poco todo», bromea.
Su compañero Roi se decantó por las ciencias sociales porque siempre ha tenido claro lo que quería estudiar. «Quiero hacer Derecho con alguna especialidad económica. Fiscal, seguramente», responde. «¿Un doble grado, quizás?», le sugiero. «Sí, igual Derecho y Economía», indica. Él se incorporó en 1.º de la ESO. «La adaptación fue muy buena gracias a los tutores y a los compañeros. Los profesores se toman su tiempo libre para ayudarte a reforzar un poco lo que no entendiste en clase», puntualiza Roi. Ambos dedican palabras de cariño. «No solo he crecido yo, sino que he crecido con mis amigos. Me han corregido mis errores, aunque a veces me enfadase. Ahora me siento muy madura gracias a todo lo que me han inculcado. Ha sido muy importante mi formación como persona, no solo como alumna», confiesa Raquel.