Alicia y Fernando se conocieron en la sección de yogures del súper y llevan juntos un cuarto de siglo: «Foi un frechazo»
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«Seguimos namorados como o primeiro día», cuenta esta pareja gallega de 56 y 59 años
21 sep 2024 . Actualizado a las 13:12 h.El supermercado, un lugar tan mítico en el día a día de toda la sociedad, adquiere ahora otra dimensión: la del amor. Las secciones de la fruta y de los vinos ya han dejado de ser solo eso para alzarse como los nuevos pasillos del ligoteo. La tendencia viral ha llenado las redes sociales en las últimas semanas. ¡Cuidado con sus intenciones al coger una piña y ponerla boca abajo! ¿Estrategia comercial o realidad?, se preguntan muchos. Habrá que comprobarlo por uno mismo (el que esté soltero o soltera), pero Alicia Lamas Garrido y Fernando Vázquez Ogando, de Bergantiños y Soneira, ya avanzan que el amor puede surgir en cualquier sitio.
Se conocieron en la sección de yogures de una conocida cadena de supermercados gallega y fue un flechazo, reconocen. Y la flecha que lanzó Cupido dura ya un cuarto de siglo, nada más y nada menos. Por si fuera poco, dicen estar enamorados como el primer día. Desde luego, ellos lo tienen claro y reivindican el súper como un espacio más de tantos en el que ligar con total normalidad.
Alicia, natural de Ponteceso, se asentó en Malpica, donde prácticamente toda su vida profesional ha estado ligada a estas plataformas de venta al por menor. Primero como charcutera, y desde hace ya un tiempo, en la caja. Tiene 56 años. Su pareja es Fernando, de Vimianzo (59 años). Él también ha desarrollado su vida laboral en torno a un oficio, el de llenar las estanterías de estos y otros establecimientos con productos frescos como pollos, huevos o embutido a través de una empresa de Zas para la que trabaja. Así fue como, hace ya 25 años, Lamas y Vázquez coincidieron frente a las neveras de yogures del Froiz de Malpica: él, aportando la mercancía, y ella, recibiéndola. Y surgieron las primeras chispas. Gracias a la tendencia viral en redes y a la llamada de La Voz, revivieron su historia de amor. «Uf! Hai tantos anos…», comienzan contando.
«El viña traer iogures, e eu adoitaba controlarlle a mercancía e colocala. Pero despois saiamos tomar algo», desgrana Alicia ya de entrada. ¿Pero quién de los dos fue el que tiró la caña? «Foi algo conxunto», coinciden en señalar. Desde entonces ya obtuvieron la mayoría de edad en la convivencia juntos, los mismos que va a cumplir el hijo que tienen en común. No están casados, aunque tampoco lo descartan: «Nunca se sabe», apostillan. Por el momento, no es su prioridad. Pasan sus días en la villa malpicana de la Costa da Morte.
RELACIONES Y RUPTURAS
La suya no fue la única relación surgida en el súper. En este y otros establecimientos similares dicen conocer más casos de parejas que iniciaron su amor tras conocerse en el trabajo, y también de otras que, del mismo modo, pero a la inversa, se dejaron entre pasillo y pasillo. «O noso foi sen piña, pero houbo bico», relata Fernando, con una picardía que, desde luego, conquista. Hoy en día, este vimiancés ya no surte a la cadena en la que trabaja su amada. Sí a otros negocios cercanos, por ello no duda en visitarla igualmente siempre que puede. «Sigue sendo coma antes», dice ella, encantada. Y es que ya lo advierten los expertos: la llama hay que cuidarla a diario. Ellos son el ejemplo de que el experimento funciona.
«Esta moda que hai agora recórdanos que unha relación pode comezar nun supermercado, na rúa…», comentan. Ellos tampoco tienen claro cuánto hay de cierto y de ficticio en la tendencia que se ha divulgado a través de las redes, pero sí apuntan que, desde luego, cualquiera puede caer en las redes de otro entre sección y sección. También consideran que es una forma más natural de ligar, «como era antes, de coñecerse véndose e falando en directo». Lo saben bien porque en su época de jóvenes, los trabajos eran «unha maneira de ligar e coñecer xente», frente al actual escenario, apuntan, en el que predominan las plataformas sociales y los «filtros». Ponen de ejemplo los bares y las panaderías de sus respectivos municipios.
Ambos tenían ya sus vidas hechas, pero el flechazo del que hablan fue brutal. «Cadrou así, foi unha casualidade. Antes era todo máis natural, non se vivía tan apurado como agora», destaca Fernando. «El caíame ben, facíame feliz. Os seus ollos chamábanme a atención», recuerda entre risas Alicia.
En concreto, en los supermercados, resaltan que antiguamente era más habitual que las trabajadoras de atención al público fuesen mujeres, y los que acudían a suministrarles la mercancía, del sexo opuesto. De ahí que la atracción resultara mayor con las visitas.
A los que se animen con lo que ya es el reto de la piña, les dicen: «Se lles sae tan ben como nos saíu a nós… Nunca se sabe onde se vai atopar o amor». Ellos son partidarios de, en este sentido, volver a los tiempos de antaño, porque como bien advierten, «polo móbil mándanche a un de 70 anos facéndose pasar por 20, ou con retoques. É mellor cara a cara».
Alicia recuerda cómo una compañera fue la confidente de su historia de amor: «Ela xa sabía todo o que había só con mirarme». Fíjense en los lazos de amistad que despiertan los supermercados, que acabó siendo la madrina del hijo de la nueva pareja. Aunque ahora, como también matizan, en el día a día en estas grandes plataformas, al igual que en la vida en general, también todo va a una marcha más rápida, perdiéndose ese contacto tan cercano entre los compañeros. El hecho de trabajar en un pueblo también fomenta la proximidad con los clientes, recalcan.
JUNTOS A TODAS PARTES
A día de hoy, Alicia y Fernando siguen muy unidos. «Facemos todo xuntos, salvo nos nosos respectivos traballos», precisan. Hasta las tareas de limpieza y comida se las reparten, algo que no es tan común. Les gusta pasear, tomar algo y comer fuera, pero también realizan caminatas. El día completo de descanso que comparten es el domingo, jornada que aprovechan para reencontrarse con una pareja de familiares y disfrutar en conjunto. «Somos máis de saír de día», explican.
También aprovechan para irse de vacaciones cuando les viene bien. Desde la pandemia, confiesan que no han viajado mucho. Galicia y otros puntos de la Península les sirven para desconectar. «Agora temos pendente visitar á miña filla en Tenerife. Vai ser a seguinte», avanza Alicia, ilusionada.
Ya ven: no solo se liga en el Mercadona, pues. En los pequeños detalles de las rutinas, como la compra, una manzana les puede salir envenenada y caer en un hechizo del que salgan con un beso de amor, como le sucedió a Blancanieves, o mordida, y caer en el pecado, al igual que Adán y Eva. En cualquiera de los casos, la historia no pinta nada mal. ¿Se animan a probar?
Cuentan lo que ya pasará a ser leyenda, que a última hora de la tarde es el momento ideal para visitar estas tiendas de alimentación si lo que se desea es coquetear y ver qué surge. Para ello, la famosa fruta tropical debe ir en un carro, colocada al revés. Pero la hoja de ruta a seguir no se termina aquí. Si usted está interesado en encontrar a la que puede ser, quizás, su media naranja, debe dirigirse con estos dos elementos al apartado de vinos y empujar, de forma suave, el carrito contra el de su objeto de deseo. Lo que suceda a partir de ese momento ya será pura magia.