Elena Huerga, coach de desarrollo personal: «Tomar el café con tus compañeros de trabajo puede ser beneficioso»

MARTA REY / M.V.

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Sandra Rojo

La vuelta a la oficina después de disfrutar de un buen verano puede pasar factura por culpa del estrés. «Es importante no llegar a casa de tus vacaciones el día antes de empezar», afirma

20 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Elena Huerga llevaba años con un buen puesto en banca, pero decidió dar un giro a su vida profesional para dedicarse al mundo de los recursos humanos y el coaching. La autora del libro Encuentra tu trabajo en 12+1 pasos da las claves para enfrentar la vuelta al trabajo.

—¿Cómo debemos gestionar el estrés que provoca que haya más tareas que hacer en el trabajo cuando volvemos de vacaciones?

Lo más importante es respirar profundo y saber que, normalmente, siempre suele ser así. Hay algunos trabajos que a la vuelta no requieren más tareas, pero otros sí, por lo que debemos comprender las circunstancias. Los primeros días suele haber un estrés positivo que te hace ser más productivo y organizarte mejor. Puede estar muy bien, pero después aparece el estrés negativo, sobre todo, cuando ya no dormimos bien y estamos malhumorados. Cinco minutos antes de irnos a dormir debemos preguntarnos cómo ha sido nuestro día e identificar el tipo de estrés que sufrimos. Es importante no llegar a casa de tus vacaciones el día antes, sino llegar con algo de antelación para no ir apurado con cosas que hacer, como poner lavadoras. También es un buen momento para testar nuestra vida laboral. Si en agosto estás feliz y el primer día de septiembre te cambia el humor, es por algo, y eso acaba afectando a la salud.

—¿Entonces no es bueno dar todo de ti los primeros días?

Depende de cómo seas. Hay gente a la que le va la marcha, disfruta dándolo todo y después de diez horas sale enchufado de la oficina. Es muy importante el autoconocimiento. A lo mejor, necesitas no ponerte reuniones el primer día o contestar poco a poco los correos que tengas. Tienes que saber que hay elementos, como la autoexigencia, que juegan en nuestra contra.

—¿Somos demasiado perfeccionistas?

Es el mal de nuestra generación. Tenemos un nivel de autoexigencia que lo llevamos en la piel. Los más jóvenes quizás no, pero de los 30 para arriba sí que se ve. De tomarnos el trabajo desde la exigencia, el esfuerzo y la negatividad a tomárnoslo con más tranquilidad, más alegría y optimismo, nos cambia la vida y es algo que está en nosotros. También hay que valorar el contexto de cada empresa, porque hay algunas que dinamitan hasta al más tranquilo. En algunas, la política de trabajo es la de tener a la gente hiperquemada, y por mucho que nosotros intentemos desconectar y resetear no se puede. Si pasa eso, tenemos que buscar ayuda profesional. Es duro, pero es mejor que lo hagamos cuanto antes. Cuántos divorcios o ataques de corazón se ven... Es muy serio. Con la vuelta, si necesitamos parar diez minutos, debemos hacerlo.

—Vuelves al trabajo y hay gente de baja. ¿Cómo hay que organizarse cuando hay menos personas en la oficina?

Esto es una tónica general y ahora estoy escuchando mucho eso de que «si faltan dos, solamente ponen a un sustituto». Entre que le enseñas al nuevo lo que tiene que hacer, el trabajo sigue ahí, alguien lo tiene que sacar adelante y, normalmente, le toca al que tiene más implicación. Ahí debe haber un trabajo previo de comunicación en el departamento, donde el jefe sepa liderar bien, para que exista una comunicación bidireccional y buen compañerismo entre todos. Para adaptarnos a la situación, el líder debe comunicarse de forma clara y respaldar las decisiones de priorizar el trabajo más importante y dejar el secundario.

—¿Es importante socializar con los compañeros?

Hay gente que es muy individualista y con tener un trato correcto ya es feliz. Es verdad que hay poca, porque al resto nos gusta sentirnos queridos, y en el contexto de trabajo en el que estamos ocho horas, si hay ese cafecito de 15 minutos con esa persona con la que te ríes un montón, creo que es beneficioso para todos. Siempre pongo el mismo ejemplo. El informático que está metiendo códigos y teletrabajando feliz en su mundo, socializar le va a generar una tensión extra que no corresponde, pero al resto de personas puede parecerle fantástico. Que tus compañeros se preocupen por ti y que tú les puedas contar tus cosas, es genial.