Bibiana Vázquez: «Estoy opositando a los 51 años porque como abogada de oficio se malvive. A veces, tengo que trabajar gratis»
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La letrada de A Cañiza se reinventó en el turno de oficio tras el crac inmobiliario. «Pasé de tener un sueldazo y un equipo de 30 personas a mi cargo a trabajar de teleoperadora y pedir permiso para ir cinco minutos al baño», dice. Ahora prepara una oposición
17 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Bibiana Vázquez asegura que está viviendo una segunda juventud. «Yo no soy de esas mujeres que se metió a opositar a los 50 porque tuviera hijos y haya tenido que educarlos. No, yo no tengo familia, nunca me casé ni tuve hijos. Lo que pasó es que mi carrera profesional se vio truncada por la crisis del sector hipotecario». Después del crac de la construcción se reinventó como abogada de oficio y hoy está inmersa en la carrera por una plaza fija en la Administración.
Pero mucho antes de todo eso, esta mujer de 51 años, natural de A Cañiza, estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid. Allí coincidió con el rey Felipe VI, aunque no en la misma clase.«Me acuerdo de verlo. Él estaba en un aula especial de unas 30 personas, con los mejores de su promoción. Un compañero siempre decía que el príncipe, aunque no hubiese sido rey, era un tío inteligente, que estudiaba mucho y que se notaba que era una persona preparada», dice Bibiana, que asegura que tampoco era un habitual de la cafetería. «Se le veía poco por allí, pero cuando iba, lo veías. Porque si eran todos de una altura normal, luego lo mirabas a él y decías: ‘Ahí está el príncipe’. Era imposible no verlo. Y era muy guapo en persona, mucho más que en la tele».
Una vez terminado Derecho, se puso rápidamente a cuidar niños, «porque me hervía la sangre, quería trabajar». Y en el 97, inició su carrera profesional en la empresa privada. «Empecé en una empresa que trabajaba para Caixanova, y después para Abanca. Era una gestoría, y me dediqué ya al sector hipotecario propiamente dicho. Nosotros estudiábamos las hipotecas, asistíamos a las firmas y las gestionábamos hasta inscribirlas en el registro de la propiedad», explica. Tras unos años en Madrid, regresó a Galicia y fichó por otra empresa en la que la nombraron directora de zona. «Vivía en Vigo y llevaba los cuatro despachos de las cuatro provincias gallegas. Después, me ampliaron la zona a dos centros de Asturias de Gijón y Oviedo, y luego volví a Madrid para llevar un proyecto al lado de la Torre Picasso».
SU ASCENSO Y CAÍDA
De allí cambió a una empresa de Levante, y después volvió a la capital. Se la rifaban. «Era la época de las vacas gordas. Pero como mando intermedio lo pasas muy mal, porque tus compañeros son tus subordinados. Y a ti te machacan de abajo y de arriba, tus jefes porque quieren resultados, y tus compañeros, cuando les hacen promesas que luego resultan falsas», señala Bibiana, que indica que las pymes en nuestro país «son muy familiares. Siendo mujer tienes un techo, y trabajando en empresas pequeñas tienes otro, que son las familias y los amigos del dueño». «Por mucho que trabajes, por muy buena que seas, nunca vas a llegar a más. Aun así, yo tenía un sueldazo y un puesto importante. Pero la burbuja explotó. Cuando volví a Galicia, tendría unos 35 años y tuve que trabajar de teleoperadora después de agotar el paro», apunta.
Esa burbuja explotó de golpe para Bibiana y para millones de españoles que pasaron de una carrera de éxito a verse sin posibilidades en su sector. «Yo pasé de liderar un equipo de 30 personas y proyectos increíbles a estar en mi mesa con mis cascos y tener que pedir permiso para ir cinco minutos al baño. Y las broncas que me echaban por no cumplir objetivos. Tenía unas crisis… Me machacaban y lo pasé realmente mal», recuerda. Esa fue la primera vez que se planteó opositar. De hecho, en el 2010 aprobó el primer examen, pero tuvo que dejarlo, porque tenía que pagar el coche y se le acababa el paro. «Y dije: ‘Mira, Bibianiña, no puedes seguir así. Monté mi despacho de abogada (Bibiana Vázquez Iglesias), que me daba un poco de miedo. Primero en Vigo con otra compañera y después ya aquí en A Cañiza yo sola. Empecé a trabajar como letrada y me apunté en el turno de oficio. Mi pueblo me dio la vida, me sentí muy arropada. Pero en el turno de oficio lo que está pasando es que se malvive, se paga fatal, haces muchísimas cosas que no cobras… A mí por un divorcio me pagan 300 euros. Hay casos en los que claro que voy a tener que trabajar gratis. Y yo así no quiero seguir, porque esto no es vida», lamenta.
Después de su primer intento de opositar en el 2010 para auxiliar administrativo en la universidad, retomó de nuevo los estudios en cuanto se enteró de que convocaban esas mismas oposiciones. Bibiana aún seguía en listas, porque no se habían convocado en los diez últimos años. Así que mientras estaba estudiando, la llamaron y compaginó su despacho con la universidad. Eso le sirvió para comprobar cómo sería su vida de funcionaria. «¡Fue fenomenal! Eso de la universidad es una maravilla. Muchos funcionarios están amargados, porque llevan igual 20 años en su plaza y le ven las maldades. Pero cuando llegas tú, después de lo duro de la vida, y ves una nómina a final de mes sin matarte de esfuerzo, y en ese entorno universitario de chicos y chicas… lo valoras todo. Es como que te metan en el Edén. Y lo que no te da el trabajo, que igual es administrativo y más repetitivo, pues después llego al despacho y tengo toda la variedad que quiero», apunta.
¿Seguiría en el despacho si lograse la plaza? «Pues mira, puede que sí. Evidentemente, las guardias de penal no las haría. Pero el turno de oficio de civil, es posible. Sobre todo, lo que me dio a mí la oposición es ver a través de un agujero y decir: ‘Es que con 50 años no me tengo que quedar aquí’».
Por eso Bibiana volvió a presentarse una segunda vez, tras prepararse en la academia. El examen fue en el 2023. Quedó en el número 45 de 400 en una prueba que aprobaron un total de 150 personas. «Ahora, con los méritos formativos de cursos y demás, estoy en las listas en el número 81. Los primeros son los interinos, que llevan diez años desde la anterior oposición trabajando y ya tienen plaza, pero yo espero que me llamen a finales de año o a principios del que viene para trabajar como funcionaria interina e ir ganando puntos de cara a la próxima convocatoria dentro de tres años. En las siguientes, sí voy a ir ya a por la plaza», afirma. Porque a los 50, ella lo sabe bien, no hay nada escrito.