El vestido de Ayuso

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Borja Sánchez-Trillo | EFE

11 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace unos días la presidenta de la Comunidad de Madrid saludó a las tropas con un mantón de manila rojo convertido en vestido. Siempre es hipnótica la gestualidad de Isabel Díaz Ayuso, esa mirada que transita entre la displicencia y el reto, y sus brazos casi siempre lánguidos, sin esa inquietud molesta que sentimos los tímidos por mucho que mantengamos a la fiera domesticada. A Ayuso hay que reconocerle su capacidad para ocupar la escena, su comprensión de la comunicación moderna, quizás ensayada cuando gestionaba las redes sociales del perro de Esperanza Aguirre.

Pero del día de su saludo a las tropas en Madrid han trascendido su vestido y una coincidencia. Una segunda invitada a los actos del día de la Comunidad, la diputada del PP Noelia Núñez, había elegido el mismo atuendo que la presidenta, ese vestido de flecos diseñado por Rocío Osorno. No es la primera vez que dos mujeres comparten outfit en una fiesta con trascendencia pública, ni está escrito en sitio alguno que esa circunstancia sea un problema. Pero la congresista popular entendió que sí, y antes de compartir focos con Ayuso, le encargó a su equipo que localizara un traje alternativo para evitar el uniforme, al considerar que el juego de espejos restaría protagonismo a la jefa.

La literatura sobre las coincidencias textiles tiene una larga tradición en las llamadas revistas femeninas, dedicadas a seguir el rastro de famosas que comparten gusto hasta manifestarlo en un mismo atuendo. En algunas cabeceras hay secciones estrella tituladas «duelo de estilo», que plantean esa anécdota como una pelea en la que alguien tiene que ganar. Es una muestra más de las exigencias también estéticas con las que tantas veces las mujeres nos manejamos en sociedad, y una manifestación frívola de la penosa competitividad femenina que algunos se empeñan en explotar y que simplemente no existe.

Enfrente, el vestuario masculino apuesta por la uniformidad e incluso hace gala de ello como un indicio de elegancia y criterio. Desde American Gigoló a James Bond, los hombres del cine más elegantes suelen apostar por un traje con un diseño único, aunque el lujo quede garantizado en un armario en el que esa misma versión se repite varias veces.

Algo saludable empieza a cambiar en el ropero de los hombres famosos. No hay más que ver las últimas alfombras rojas para comprobar que cada vez más señores se esfuerzan por huir del uniforme. Quizás ahí empiezan a correr el riesgo de encontrarse con alguien que haya elegido el mismo vestido de flecos.