El calvario de Fall para llegar a España: «Nos quedamos sin gasolina en Marruecos y nos capturaron. Estuve 27 días en prisión»

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La falta de oportunidades en su país, Senegal, lo llevó a embarcarse en un cayuco hasta Canarias. El viaje fue un infierno. Él nos cuenta lo que le ocurrió
23 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Fall, nombre ficticio, también es de Senegal. En sus ojos se aprecian los golpes de la vida, la tristeza. Pero también una gran timidez. Se le nota desde el primer momento. Aun así, reconoce que de niño siempre quiso venir a España. Si hubiera nacido en este lado del océano, aún seguiría siendo lo que es, un chaval de apenas 24 años. No es difícil imaginarlo de crío viendo en la playa pasar los cayucos mientras soñaba con ir dentro de uno. Fue por ello que no paró hasta que consiguió el dinero para venirse. Unos 500 euros le costó esa travesía que fue un auténtico infierno.
«En el primer viaje no había gasolina suficiente y la comida y el agua se acabaron, así que tuvimos que desembarcar en Marruecos». Pero nada más poner un pie en tierra en el país magrebí fueron retenidos por las autoridades. «Nos capturaron y estuvimos 27 días en prisión. Allí teníamos agua, pero muy poca comida». Al cabo de ese tiempo los enviaron de regreso a Senegal, pero el vehículo en el que iban sufrió un accidente de tráfico. «Hubo gente que murió. Yo me llevé un golpe fuerte en la cabeza, pero ahora ya no me duele», dice, aunque reconoce que ninguna de esas circunstancias lo hizo desistir de llegar a España.
No era la primera vez que Fall veía morir a gente en ese viaje. Ya en el cayuco, en alta mar, vio perecer a varios de sus compañeros. «Algunos se murieron en el barco por falta de agua y otros enfermaron, y siguen teniendo problemas de salud», explica.
Pero a pesar de esa mala experiencia, tenía claro que era mucho mejor volver a jugarse la vida. Para él, es la diferencia entre tener futuro a no tenerlo. Además de la falta de oportunidades que dice que hay en su país, su situación familiar también es muy complicada. Explica que su padre y algunos de sus hermanos viven en España, en unas buenas condiciones, pero un problema con la parte materna ha provocado que ni él ni su madre ni el resto de sus hermanos reciban ningún tipo de ayuda económica: «Mi padre también está aquí, pero no nos ayuda. También mis hermanos, aunque tienen buenas condiciones de vida. Hay problemas con la familia de Senegal. Allí están mi madre, mis hermanas y mi mujer», de las que dice que se siente responsable y a las que está deseando poder enviarles dinero.
Con esta situación, Fall decidió volver a reunir otros 500 euros al cambio para embarcar en otro cayuco. Lo hizo con dos hermanos suyos. «Un amigo nos avisó de que iba a salir un cayuco. Teníamos el dinero para dos billetes, pero un tío mío le pagó el viaje a mi otro hermano y pudimos venir los tres». Fue así cómo llegaron a Tenerife hace apenas tres meses.
Ahora, el principal objetivo que tiene es aprender español para poder desenvolverse y entender lo que le dicen. Sabe que es la única manera que tienen de salir adelante, porque tampoco podrá optar a los cursos de formación que les pueden gestionar desde la oenegé y que, según cuentan en la entidad, el Ayuntamiento de A Coruña los ayuda y colabora con ellos. Por ahora, Fall se va buscando la vida como puede. Está acostumbrado a ello y en España no iba a ser distinto. «Por ahora no puedo trabajar, pero vendo en la calle. Y lo que tengo se lo voy a mandar a mi madre, a mi mujer y a mis hermanas», confiesa.
Él no sueña con tener un empleo específico porque lo único que pretende es eso: trabajar. «Lo más importante es tener un trabajo que me permita ayudar a mi familia. Yo solo quiero trabajar. Por eso es importante que aprenda a hablar español», insiste. También comenta tímidamente que si las cosas le salen bien, le gustaría traerse a su mujer. «¿Y tener hijos aquí?», le preguntamos. Responde que también, aunque lo hace con la boca pequeña, casi avergonzado, provocando las risas y las bromas de sus compañeros. Hay expresiones que son universales.