La profesora que salvó a Luis Rojas Marcos: «A los 14 años suspendí todas menos dos y me mandaron al colegio de los cateados»

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El psiquiatra Luis Rojas Marcos.
El psiquiatra Luis Rojas Marcos. Pedro Puente Hoyos | Efe

«Doña Lolina vio algo en mí, me sentó en la primera fila y me hizo sentir que podía aprobar», recuerda el investigador y psiquiatra español afincado en Nueva York, donde acaba de correr un maratón a sus 80 años. Hay profesores que dejan huella, que ayudan a aprobar la vida

15 nov 2023 . Actualizado a las 21:45 h.

Primero, la madre. Ella fue la primera fortuna en la vida del prestigioso psiquiatra y escritor Luis Rojas Marcos, que en su adolescencia fue un fracaso escolar, según cuenta en sus memorias y recuerda este otoño en el que viene de cumplir los 80 veranos. Sin su madre, Luis siente que quizá no habría «llegado vivo a los 20».

En la aventura de crecer a su ritmo, como el niño hiperactivo que (sin diagnóstico) fue, también ayudó a este médico afincado en Nueva York una maestra, una mujer severa pero comprometida con su oficio, uno de esos profes salvavidas que Daniel Pennac reivindica en el bestseller Mal de escuela.

Hace unos días, Luis Rojas cruzaba la meta del maratón de Nueva York «a duras penas. Como vencedor lento, la satisfacción fue inmensa. Pero los gritos solidarios ¡Go Luis Go! de los espectadores se transformaron en mi mente en la fuente de energía vital indispensable», contó en X, antes Twitter.

Del inicio de su maratón de vida, mucho antes de esas carreras que comenzó a hacer con más de 40 años, Luis recuerda que fue un alumno «que tenía grandes dificultades para aprobar las asignaturas». «Eso era algo que preocupaba mucho a mis padres. Con 14 años, suspendí todas, menos Religión y Formación del espíritu nacional. Pasé el verano estudiando y volví a suspender en septiembre, de forma que tuve que dejar el colegio en el que estaba», revela.

Así que con 14 y una ristra de suspensos, los padres del joven Luis pensaron que lo mejor era un cambio, que hiciera un oficio, descartando que fuera capaz de estudiar una carrera. «Como última posibilidad, me matricularon en Sevilla en un colegio que llamaban ‘el colegio de los cateados'. En ese centro, había una directora impresionante, que imponía. Y recuerdo que me dijo: ‘Luis, te vas a sentar en la primera fila'», dice el que fue presidente del Sistema de Salud y Hospitales Públicos de Nueva York.

Un inesperado cambio para el chico que solía sentarse en la última fila. «Esa señora, doña Lolina, vio algo en mí y me ayudó. Con doña Lolina, yo empecé a sentirme capaz, a sentir que podía aprobar».

De fracaso escolar, gracias a la visión de una profesora y al apoyo incondicional de su madre Luis llegó a ser un médico eminente y a dar conferencias por todo el mundo. 

Montar un grupo de adolescente y tocar la batería subió considerablemente la nota en aquellos tiempos en que, para él, todo estaba por venir. Luis Rojas Marcos voló a Nueva York con 24 años y fue ganando altura profesional. Siempre destacó a partir de entonces. A la manera de un vencedor lento, que llega a la meta, en vez de con prisa, con paciencia, venciendo el miedo con las ganas de aprender. 

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En su libro Somos lo que hablamos, hay un reconocimientos a esas maestras y maestros «intuitivos y persistentes» que le ayudaron a prestar más atención. Y a entender también, posteriormente, que «la noción que los niños tienen de sí mismos es, en gran medida, el reflejo de los juicios de los demás». 

«Nunca olvidaré a doña Lolina -subraya Rojas Marcos-. Gracias a ella logré aprobar un curso que cambió mi vida. No solo fue cómo fui cambiando poco a poco, sino la reacción que se producía a mi alrededor. Mis padres empezaron a sentirse más tranquilos y a estar más contentos conmigo, lo cual a mí también me ayudaba. A ello se unió el descubrimiento de la música, que subió mi autoestima». 

Alguien de la familia de doña Lolina llegó a escribir al psiquiatra hace poco tiempo al ver que él la había mencionado en uno de sus libros. «Hay personas que dejan huella, que te cambian la vida», asegura el médico que sabe ser paciente.

¿Qué es lo mejor que le ha pasado en la vida?, preguntamos al psiquiatra en una entrevista anterior. Esta fue su respuesta: «¿Lo mejor? Es difícil ponerlo todo en una cosa, pero lo primero que me viene a la cabeza es mi madre. Sin mi madre, no creo que hubiera llegado vivo a los 20 años, porque era hiperactivo, travieso, era un niño que hacía diabluras. A mí me ayudaron muchísimo mi madre y la música».

La madre, la música y doña Lolina.