Sugeidi, dominicana de 42 años: «Yo he sacado tres hijos adelante y a una nieta con el salario mínimo»

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A la derecha, Sugeidi, de 42 años, sostiene a su nieta Valeria, de 3. En el centro, su hija mayor, Suleiki, de 24 años, madre de Valeria. Y a la izquierda, Tiago, el hijo pequeño de Sugeidi, de 6 años
A la derecha, Sugeidi, de 42 años, sostiene a su nieta Valeria, de 3. En el centro, su hija mayor, Suleiki, de 24 años, madre de Valeria. Y a la izquierda, Tiago, el hijo pequeño de Sugeidi, de 6 años VÍTOR MEJUTO

«No se es más pobre por tener hijos, la economía no es una excusa para tenerlos», asegura Sugeidi, que llegó a Galicia hace 15 años y en la República Dominicana tuvo que dejar a sus dos hijos mayores. Tiempo después consiguió reunirlos en A Coruña y más tarde la vida le sorprendió con un tercer hijo, que ha cumplido 6 años, y una nieta de 3. «Ellos son gallegos de pura cepa», dice

21 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Sugeidi Peña aún tiene grabada en la memoria la imagen imborrable de cuando se despidió de sus hijos para venir a España. Ella nació en la República Dominicana y cuando tenía 27 años, en el 2008, tomó la decisión de emigrar para buscar en Galicia un futuro mejor. En su país dejaba a cargo de su madre a dos niños, Erick y Suleiki, de 4 y 9 años, respectivamente, porque a ella, como a tantos emigrantes, le resultaba imposible combinar la crianza con un trabajo. «La visa era para mí sola y, como dice la canción de Juan Luis Guerra, era una visa para un sueño», señala. «Para mí fue lo más triste que puede sufrir una madre; yo no sabía, además, cuándo podría volver a verlos, pero tenía al menos a mi madre para cuidarlos». Sugeidi no sabía en ese momento cuándo podría regresar a su país, de modo que la despedida de sus niños fue para ella un nudo enorme que solo pudo deshacer dos años después, la primera vez que pudo regresar de nuevo a la República Dominicana. «Te vas sin saber nada, sin saber cuándo volverás a abrazarlos, a tenerlos viviendo contigo, eso es durísimo. Además, entonces no había WhatsApp, ni existían las videollamadas, tenía que comunicarme por teléfono una vez a la semana... Solo escuchaba su voz... Eran otros tiempos», indica Sugeidi.

 En Galicia ella se instaló en un piso compartido con otras personas y enseguida empezó a trabajar cuidando a tres niños de una familia. «Es un poco difícil —apunta—, porque estás atendiendo a los hijos de otra persona y no tienes a los tuyos contigo, pero a mí me gusta mi trabajo y reconozco que esos niños me hacían la vida fácil, me reía con ellos, los disfrutaba y se me pasaba el tiempo rápido, aunque, por otra parte, también me recordaban a los míos que tenía tan lejos», dice. El tiempo fue pasando y en cuanto Sugeidi pudo ahorrar dinero, consiguió traerse con ella a su hija mayor, Suleiki, que entonces tenía 12 años. Y un poco más tarde Erick también se sumó a la familia cuando ya había cumplido los 9. «El cambio a ellos les costó, la adaptación no fue fácil, sobre todo porque en la República la vida es muy distinta. Eran niños acostumbrados a jugar todo el día al aire libre, en el patio, en la calle... Cuando eres pequeño en mi país todo es alegría, sonrisas, calor... Tenían una libertad que aquí era muy difícil mantener, especialmente en el invierno», señala.

Los amigos del colegio

Con todo, Suleiki, su hija mayor, que acaba de cumplir 24 años, reconoce que cuando llegó a Galicia sus compañeros del colegio la trataron estupendamente y enseguida hizo amigos. «Recuerdo —indica— que me llamaban mucho la atención los edificios altos, porque en mi país solo los ves si vas a la capital y yo venía de una zona rural». «A mí, en cambio, —responde Sugeidi— me sorprendió mucho la manera de hablar de aquí, porque yo no sabía que existía el gallego. También me llamó la atención que la población fuera tan mayor y lo bien arregladas que iban las señoras, tan peinadas, bien vestidas, y así de la manito de sus maridos. Eso en mi país no se ve, como tampoco se ven tantos perros por la calle, en mi país están en las casas, pero no es habitual ver a las personas con sus perros paseando».

Después de 15 años en España, y ya con la doble nacionalidad, Sugeidi asegura que está muy contenta porque consiguió sacar a sus hijos adelante: la mayor hizo una FP y está trabajando y Erick también ha podido encontrar un empleo, aunque no de manera estable. Sin embargo, cuando ya había alcanzado cierta estabilidad y había vencido tantos inconvenientes, la vida volvió a sorprenderla. Sugeidi se quedó embarazada por tercera vez y hace ahora 6 años dio a luz a Tiago. «El niño vino cuando yo no contaba, cuando ya tenía a mis hijos mayores, así que fue un shock. De él sí puedo decir que es gallego de pura cepa. De hecho, cuando me voy de vacaciones a la República Dominicana solo puedo estar allí con él un mes, porque él es un turista más, si no, España me lo reclama», se ríe. «Tiago no cuenta con pasaporte dominicano como yo, él es gallego totalmente», apunta Sugeidi, que, debido a sus circunstancias, ha vivido la maternidad en etapas muy diferentes. «La primera vez fui una madre adolescente, me quedé embarazada muy pronto, con 17 años, y tampoco es la mejor opción», reconoce esta dominicana que ha sido precoz también a la hora de ser abuela. «Cuando mi hijo pequeño tenía solo 3 años se convirtió en tío, y yo en abuela con 39, porque en el 2020 mi hija Suleiki dio a luz a una niña que se llama Valeria». «¡Imagínate el cambio enorme que vivimos en mi casa! —exclama—; cuando yo ya estaba más o menos tranquila, llegaron estos dos terremotos que se están criando juntos: se pelean, se gritan, juegan... Y la abuela, que soy yo, tiene ganas a veces de salir corriendo por la puerta para trabajar en la casa donde trabajo y no en la mía».

Sugeidi lo dice con la boca pequeña, porque se le cae la baba con sus niños —«para mí es un orgullo que sean los dos gallegos», se reafirma—, y no le pesa demasiado la crianza. «A mí tener una nieta no me trae ningún problema, aunque me hubiera gustado que mi hija no hubiera sido madre tan joven. Y eso que yo vengo de un país en el que es lo normal. Sin embargo, creo que entre los 25 y los 35 es cuando deberían tenerse; claro que si llegan, no hay más que tirar pa’lante. Nosotros somos una familia muy unida y mi hija es muy trabajadora, así que ahora entre las dos criamos a los dos niños».

«A mí no me parece que haya que esperar a los 40 y pico para tenerlos —reflexiona Sugeidi—; después ya no puedes ser abuela ni disfrutar de los nietos. Y se vive bien igual, no hay que esperar y esperar a tenerlo todo para tener hijos. Si no, se nos pasa el arroz. Yo por la economía no me lo planteé nunca, porque tengo claro que la pobreza de mi país no se debe a todos los niños que hay, sino al Gobierno. Uno no es pobre por tener hijos, por eso creo que no hay que pensar tanto en tenerlos, porque todos salen adelante», señala Sugeidi que, con todo, cree que la mayor dificultad de la crianza está en el cuidado y no en lo que se gasta con un crío. «Aquí lo que cuesta de verdad es la conciliación, pero yo creo que los gallegos que esperan a tenerlos es porque desean comprar un piso, viajar... Desean contar con todas las comodidades», concluye. «Y no se puede estar pensando tanto en el futuro, el futuro... Hay que pensar en el hoy. Yo no entiendo que digan que no pueden tener hijos porque necesitan pagar la hipoteca, el coche... Lo importante es tener un trabajo y el niño se echa para adelante. Además —concluye— de una vez cierras los ojos y, cuando los abres, el niño ya es mayor. Yo he sacado tres hijos adelante y a una nieta con el salario mínimo y aquí están. No puedo pedir más».