Fue uno de los grandes vencedores de La Velada de boxeo, en la que, además de enfrentarse al streamer Ampeter, lo hizo también contra sus fantasmas. Su triunfo coincide con el éxito de «Maníaca», una versión de un clásico de los ochenta
12 jul 2023 . Actualizado a las 17:00 h.Pocas personas podrán presumir a los 24 años de haber vivido y logrado lo que Abraham Mateo (San Fernando, Cádiz, 1998) lleva ya en el zurrón de su existencia. Cierto es que comenzó en el mundo de la farándula bien pequeñito. Debutó en un festival con 7 años. Con nueve participó en el programa televisivo Menuda noche. Con 10 grabó su primer disco y con 14 era ídolo de todas las adolescentes de España gracias a su Señorita. A partir de ese momento le tocó redefinirse y reinventarse. Y no siempre le fue fácil. En el 2017 arrancó su particular remontada y renovó su pacto con el éxito. Desde entonces ha colaborado y producido a muchas de las más grandes estrellas de la música latina (desde Jennifer Lopez a Alejandro Sanz pasando por Manuel Turizo, Pitbull, Luis Fonsi o Yandel), ha sido jurado de La Voz Kids y, como colofón, la pasada semana se convirtió en uno de los grandes triunfadores de La Velada del Año 3, el multitudinario evento organizado por Ibai Llanos que congregó a 70.000 personas en el estadio Cívitas Metropolitano de Madrid y a 3,4 millones de espectadores a través de Twitch. Abraham Mateo subió al ring y ganó, entre otras cosas, su combate frente al streamer Ampeter.
—Antes que nada, ¿cómo está ese ojo?
—Ahora mismo, maquillado porque salgo de hacer promoción en una tele. Pero ya está mejor. Yo ya estoy recuperado casi al cien por cien del combate.
—Has comentado varias veces que La Velada te ha servido para transmitir una idea de ti que los demás casi nunca conocemos.
—Efectivamente. Ha sido una experiencia que repetiría porque me ha hecho crecer y tener una seguridad en mí mismo que yo no sabía ni que existía ni que tenía. Yo me enfrentaba a mis miedos y a mis fantasmas del pasado, porque el mundo del streaming conmigo fue muy duro. Han parodiado mucho mis vídeos de cuando tenía 12 años, me han tirado muchos haters de pequeño... Por lo que ya no solo era enfrentarme a mi rival sino a toda esta gente que en su día tuvo tantos prejuicios sobre mí y me criticó tanto. Así que yo lo que quería era mostrar al Abraham persona más que al artista, que me conocieran de verdad. Era mi oportunidad para pasar esa página. Para mí ha sido una terapia total. A mis amigos les digo que ha sido como ir a la mili. Han sido 20 días que me han hecho espabilarme de una manera increíble.
—En tu canción «Sigo a lo mío» ya decías: «Me quisieron noquear y sigo a lo mío». Toda una premonición.
—Es verdad, no había caído. En esa canción hablo de mi vida artística utilizando el boxeo como metáfora. ¿Quién me iba a decir entonces que me iba a subir a un ring delante de 70.000 personas? Sí, a lo mejor fue una señal o una premonición.
—¿Impone más subir a un escenario para cantar o para boxear?
—Son unos nervios muy diferentes. Los de subir a cantar los controlo, los otros no. Para mí eran totalmente desconocidos.
—¿Se ha acabado ya el boxeo para ti?
—No, no se ha acabado. Y eso es un debate familiar que a mi madre la tiene un poquito loca. A mí me gustaría mantenerlo. Seguir entrenando, no perder la forma que he conseguido y hacer alguna veladita pequeña de vez en cuando.
—Hace unos días una luchadora de Muay Thai dijo, respecto a La Velada, «ayudad a atletas de verdad y no a gente haciendo el payaso». ¿Qué le dirías?
—A ver, esto es un evento que se hace más por el show que por otra cosa. No creo que tenga que ver una cosa con la otra. Nadie se debería ofender ni tomárselo de una manera personal. Yo puedo entender que haya deportistas profesionales a los que esto nos les siente bien. Pero, por ejemplo, mi entrenador tiene un punto de vista completamente diferente. Él se alegra de que eventos como este den visibilidad al boxeo y la prueba es que mucha gente se esté animando y apuntando a los gimnasios gracias a esto.
—Tu triunfo en La Velada ha coincidido en el tiempo con el éxito de tu última canción. ¿No estás flipando con lo que está pasando con «Maníaca» o te lo esperabas?
—No, no me lo esperaba para nada. Era un arma de doble filo porque no deja de ser un clásico que todo el mundo conoce, pero nunca se había hecho una versión en español. Yo la he hecho desde el respeto pero intentando llevarla al sonido actual para que conectara con la juventud y la canción está funcionando muy bien. Así que superfeliz.
—Artistas como tú, Aitana, Ana Mena y muchos otros estáis recuperando el sonido de los 80. ¿Qué está pasando con aquellos años? ¿Por qué llama tanto la atención a vuestra generación?
—Creo que iba siendo hora de refrescar un poco el oído de la gente. Veníamos de escuchar mucho reguetón y mucho trap y tenía que haber un cambio. Y se ha hecho tirando hacia lo retro. En mi caso, yo siento una conexión muy bonita con los 80 porque a mí siempre me han gustado mucho las canciones con melodía y las melodías de esa época son brutales. Yo me siento supercómodo cada vez que me encierro en el estudio y me pongo a experimentar con ese sonido.
—En el videoclip de esa canción apareces con un «look» fielmente ochentero. ¿Qué te horroriza y que recuperarías de la estética de aquellos años?
—A mí me encantan los outfits de aquellos años. Me mola mucho que vestían con muchos colores. Era todo como mucho más happy. Lo que menos me gustaban eran los peinados [se ríe], pero también tenían su cosita.
—Tus padres, que vivieron esa música en primera persona, estarán felices.
—Claro, a ellos les encanta. Cuando yo era pequeñito, ellos me ponían canciones de aquella época, con lo que, de alguna manera, este sonido me teletransporta a mi infancia. Me hace muy feliz.
—Además de «Maniac», ¿tenías alguna otra canción fetiche de aquellos años?
—Siempre me ha encantado también «Simply the Best», de Tina Turner. Y muchas de Bryan Adams. Pero la verdad es que «Maniac» desprende una energía muy especial.
—¿Cuándo viste «Flashdance», la película en la que estaba esa canción?
—Yo conocía mucho la canción, pero la peli la vi hace muy poquito.
—¿Te gustó?
—Me gustó mucho. Hay escenas muy míticas que yo ya conocía por TikTok. Y coincido con la protagonista en la pasión por bailar y volverse loca con la música.
—¿La adaptación de la letra es tuya?
—Sí, la adapté yo. Y el verso que va por la mitad lo hice nuevo entero. Creo que he sabido mantener la esencia y el aura de la canción, que era lo que más me preocupaba.
—¿Cuáles son tus manías?
—¿Manías? Uf, tengo unas cuantas. Por ejemplo, cuando me pongo nervioso, desde pequeñito, me da por pegarme en las piernas y en los brazos, y eso me relaja. O crujirme los dedos. Irme siempre a la cama con un vaso de agua. Guiñarle el ojo a mi madre antes de salir al escenario. Poner el volumen de la tele en un número que me guste o que me dé suerte... Cosas muy raras.
—¿Eres de salir a bailar a las discotecas?
—No tengo muchas ocasiones pero siempre que puedo me escapo. Es el momento que uno tiene para recargar las pilas. Si no tuviese esos momentos de desconexión, acabaría loco. Pero más que ir a discotecas me gusta pasar esos momentos con mis bailarines, mi equipo de gira, mi familia... Algo más íntimo.
—En La Velada, después de ganar el combate, cantaste un trocito de «Señorita». ¿Volverás a cantar esa canción?
—Por supuesto. «Señorita» me va a perseguir durante toda mi vida porque me marcó un antes y un después. Yo la canté en el estadio porque se lo había prometido a Ibai y cuando vi a toda la gente corearla no solo me emocioné sino que hasta me asusté. Por cierto, este año se cumplen diez años del lanzamiento de Señorita, así que a lo mejor hay alguna sorpresita. Ahí lo dejo.