
Te recomendamos algunos lugares que no te puedes perder si visitas el país vecino. De norte a sur, son llamativos por su belleza, comida y cultura, entre otras muchas cosas
05 jul 2023 . Actualizado a las 17:34 h.Portugal tiende a la costa y a las ciudades. Junto al Atlántico se encuentran algunas de las localidades más definitorias del país, pero sus paisajes, gastronomía e historia quedan incompletos sin recorrer sus pueblos y el interior.

Sintra
El colorido Palácio Nacional da Pena ya es una de las más famosas postales portuguesas. En las afueras de Lisboa, Sintra no solo merece la pena por este icónico edificio, sino también por las callejuelas empedradas que se arremolinan entre colinas arboladas, palacios, mansiones y las ruinas del Castelo dos Mouros. La variedad paisajística y arquitectónica es un sensacional testimonio de la historia lusa, justa merecedora de su Patrimonio Unesco.

Furnas
Tampoco se acaba de conocer Portugal sin pasar por las Azores. A pesar de que allí también se impone el océano, merece la pena adentrarse en los valles de la isla de São Miguel para llegar hasta este pueblo, que sorprende con sus aguas termales, su naturaleza tropical y sus típicos cocidos de carne. Como si fuera un gran balneario, ofrece la tranquilidad necesaria para el senderismo y el descanso.

Peniche
Peniche muestra mejor que cualquier otra localidad la apertura de Portugal al Atlántico. Desde sus murallas, insertadas en los cabos, se puede ver cómo las olas rompen de una manera espectacular en los acantilados y las playas, ya un paraíso internacional para los surfistas. Otro de sus atractivos es la prisión, un necesario testimonio de la dictadura de Salazar.

Aveiro
Aunque sea difícil catalogarlo como un pueblo, es todavía más difícil excluir a Aveiro de cualquier lista de lo mejor de Portugal. Sus casas coloridas, las amplias playas de Costa Nova y da Barra con el pintoresco faro y, sobre todo, los barcos moliceiros surcando los canales completan el conjunto urbano más pintoresco del país.

Valença
No por muy conocido es menos recomendable. La fortaleza del siglo XII de Valença, custodiando los meandros del río Miño y mirando frente a frente a Galicia, es tan espectacular desde fuera como desde dentro, donde las tiendas locales y los restaurantes de mariscos crean una atmósfera encantadora, siempre hospitalaria.

Marvão
En pleno Alentejo, corona el interior de Portugal desde la sierra de São Mamede, donde fue construido en el siglo IX como punto defensivo para los árabes. Sus murallas y vistas de vértigo ahora lo hacen uno de los iconos del entorno rural luso y firme candidato al Patrimonio Unesco.

Matosinhos
Es el mejor contrapunto entre lo urbano y lo rural. Sus playas para surfistas se extienden hasta las espectaculares piscinas de Leça da Palmeira. A lo largo de la costa se encuentran (otra vez) murallas, joyas de la arquitectura contemporánea y algunos de los mejores restaurantes de pescado.

Ponte de Lima
Junto al río que le da nombre, sorprende el grado de conservación de uno de los pueblos fundacionales de Portugal. Si su puente romano intacto desde el siglo 1 a. C. no fuera suficiente, sus calles medievales, su museo del vinho verde o su Festival Internacional de Jardines lo sitúan en cualquier mapa turístico.

Lindoso
Volvemos a la frontera gallega, pero esta vez nos encaramamos al parque nacional de Peneda-Gerês para observar una espectacular concentración de espigueiros (hórreos) que, espolvoreados en la loma de un castillo, crean una vista atemporal. Su aislamiento y ubicación también lo convierten en un apreciado punto para la observación de aves.

Comporta
Desde que se convirtió en objeto de culto de artistas como Christian Louboutin o Philippe Stark es uno de los pueblos de moda para la burguesía bohemia (más lo primero que lo segundo). La naturaleza tampoco tiene desperdicio, con arrozales al borde del mar que recuerdan a Asia.