De gerente de Mitsubishi a vivir sin coche: «Necesita gasolina, un lugar donde aparcar, es muy grande. No vale la pena»

ALEJANDRA CEBALLOS / S. F.

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MARCOS MÍGUEZ

João dejó su empleo en Oporto, cambió de ciudad, y cumplió su sueño de tener un taller de bicis en A Coruña

07 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Resulta difícil entrar en su taller. Un pequeño espacio entre las bicicletas y los patinetes eléctricos permite dar pequeños saltitos en el suelo hasta llegar al mostrador. João Assunção, al otro lado de la mesa alta de madera, contesta el teléfono y da indicaciones para que le traigan los vehículos personales hasta su taller para hacer las evaluaciones pertinentes y saber si se pueden reparar. Al colgar, logra organizar un par de sillas altas para conversar.

Lleva 12 años en España, pero el acento (además del nombre, claro) lo delata; nació en Oporto. Su universo infantil estuvo lleno de bicicletas y motocicletas. Su padre y su abuelo tenían un taller en el que él aprendió, desde pequeño, lo que hoy es su oficio: reparar y fabricar vehículos de movilidad personal. Sin embargo, no fue hasta su llegada a España cuando aplicó esos conocimientos. Al terminar la escuela, perteneció al Ejército del Aire. Una vez fuera, un amigo de su hermano le ofreció ser comercial. «‘Te dan un coche, te dan sueldo...', me dijo y yo acepté». Así empieza la exitosa carrera laboral de João, que, sin buscarlo, fue ascendiendo en el mundo de las ventas hasta hacerse gerente.

«Después de algunos años me ofrecieron ser director comercial en Saab —la marca de coches—, en Viana do Castelo, y en este punto mi intención ya era ser gerente, así que empecé a estudiar Ciencias Empresariales, pero era en Oporto, así que trabajaba, luego viajaba para estudiar por la noche, regresaba a casa a las 12.30 horas o a la 1.00 de la madrugada y al día siguiente despertaba temprano para ir a trabajar», describe su rutina.

Valió la pena. Al cabo de unos años lo contrataron como gerente comercial en Mitsubishi en Oporto. «Tenía que dar formación a comerciales, viajaba mucho, trabajaba mucho», explica, pero no se lamenta. En ese momento estaba cumpliendo su sueño.

Los últimos tres años de su trayectoria vivió en Oporto, pero era el gerente de tres marcas de coches en Aveiro, se desplazaba todos los días y trabajaba más horas de lo habitual. Tenía una familia, pero la veía muy poco, así que su mujer le pidió el divorcio. «Fue una hecatombe, como si la Luna se hubiera explotado con la Tierra. Pasé años construyendo una familia y de repente no tenía nada. Lo pasé muy mal», relata João.

Un nuevo comienzo

Sin su familia como impulso, João tomó una decisión inesperada: renunció a su trabajo para montar un taller de bicicletas. «Quería darle un cambio radical a mi vida y lo hice. Vine a A Coruña, me gustó la ciudad y tomé la decisión de mudarme aquí con mis ahorros», narra. «Sin mi familia lo había perdido todo, y comenzar algo nuevo fue mi incentivo para seguir adelante», reflexiona.

Encontró un local en rúa Vista 18 y, desde hace 12 años su tienda Bicivintage está allí. En su taller repara y remodela bicis antiguas, pero también las fabrica a medida, bajo petición de sus clientes. Desde el color, pasando por las pegatinas, hasta el tipo de marchas.

«Para empezar, fui por toda la ciudad con una furgoneta buscando bicis», narra, y desde eso, aunque no ha sido fácil, ha logrado mantener su tienda. Ahora, casi diez años después, ha alcanzado el equilibrio. «Mi vida aquí no es mejor a nivel financiero, pero en los otros sentidos, sí. A pesar de que antes pensaba que era libre, había interferencia de terceros. Si los dejas, te dirigen todo. Pasé a tener libertad y una vida propia. Ahora soy más ecológico, hago más deporte y voy en bici a todos lados. Incluso me alimento mejor», resume a la perfección.

Sin embargo, no fue fácil. «A mi padre le hacía ilusión que tuviera un taller de bicis, pero siempre me insistía en que volviera a Portugal», explica. A pesar de la cercanía con el país vecino, ahora representa una parte muy pequeña de la vida de João.

Él venía para quedarse, y así fue, pero eso implicó esfuerzo. «Adaptarse a un nuevo país es un reto. O te amoldas, o te vas. Desde la lengua, hasta las reglas de la calle. Fue un shock ver que en televisión dijeran groserías, o que haya menos formalidad. Pero lo tenía claro, no iba a regresar», explica. Así que se ajustó a la forma de vida de la nueva ciudad.

Aplica a su vida, y a su negocio, lo que aprendió durante la carrera. «Los conocimientos ya los tenía. No importa si se trata de una empresa grande o una pequeña, los conceptos son los mismos», así que buscó proveedores, creó el logo, se hizo un hueco en el mercado y empezó a crecer. Ha diversificado su negocio y ahora también distribuye y repara patinetes eléctricos, así como bicis de motor. «Cuando haces un plan de negocio, no lo haces para que salga a la perfección, sino para saber adónde llegar. Cada tres meses, cuando ves que las cosas se han desviado, reconduces y organizas todo. Así he hecho aquí, y así hice con mi vida. Cuando todo se descarriló, busqué un nuevo plan. Me he ido recomponiendo poquito a poco. Ahora sé que es lo mejor que me pudo pasar», reflexiona respecto a su decisión radical y la difícil tarea de montar una tienda desde cero. «Hubo noches en las que dormí en el local, o en hostales. Es muy complejo empezar un negocio solo con tus ahorros, pero el hecho de que la gente confiara en mí y buscara mis servicios fue el refuerzo de continuidad que necesitaba», dice.

Había personas que le encargaban la tarea de reacondicionar las bicis de los abuelos, o crear una de cero, pero, cuando los encargos empezaron a venir de otras empresas, fue cuando realmente consiguió llegar al anhelado equilibrio. «Me encargaron unas bicis para una lechera gallega y a partir de ahí todo se encaminó más. Ahora espero poder cambiar de local y contratar a alguien más», explica.

Moverse en bici

En A Coruña, además de fundar su taller, João también encontró una nueva familia. Hace cinco años conoció a su mujer (que tampoco tiene coche) y hace tres años nació su hija. Hoy la llevan al colegio en bici. «Un coche es un coñazo. Necesitas gasolina, un lugar para guardarlo; si vas solo es muy grande para ti. No es algo que haga falta. Mi mujer dice que un coche es como un hijo bobo», bromea y explica que los desplazamientos de todos siempre son en dos ruedas. «Para las distancias largas, nos movemos en autobús o tren. Solo he alquilado coche un par de veces, para ir a Portugal», expresa.

«Las bicis son el mejor amigo del hombre. Si me preguntas, es el mejor medio de transporte que se ha inventado. Previene enfermedades, te permite hacer deporte mientras te desplazas, llegas rápido a todos lados... Es bueno para ti y para los demás», enumera. A pesar de no renunciar a la movilidad ecológica, es crítico con las pocas facilidades para quienes eligen este modelo de desplazamiento. «El principal problema que encuentro es la falta de medios o infraestructuras para moverse con vehículos más ecológicos. Siento que falta voluntad para que se lleve a cabo un plan que te permita moverte en otro tipo de vehículos por la ciudad», expone. «La ciudad es hermosa, pero sería aún más linda y saludable si hubiera más carriles. Hay quienes dicen que la ciudad ya está construida como está, pero yo siento que puede adaptarse, es decisión de quienes la gestionan. Eso, y respeto, la gente en coches o motocicletas está a la defensiva y discutiendo», se queja.

Aun así, João sigue con su lucha silenciosa, ayudando al que puede, haciendo sus desplazamientos en bici, reparando las de los demás, incentivando que su hija también use la bici cuando crezca. Ella es la primera interesada en ir al cole de esa manera. «Cuando le digo que vamos andando, se enoja, reclama la bici», concluye João.