¿Qué les sorprende a los latinos de Galicia? «Al principio sentía que me estaban gritando, son muy directos»

ALEJANDRA CEBALLOS / S. F.

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Hablamos el mismo idioma y nuestras culturas son parecidas, sin embargo, incluso entre vecinos (lejanos) se siente el choque cultural. ¿Qué es lo que más les sorprende a ellos cuando llegan a España?, ¿estamos tan acostumbrados al día a día que ya lo pasamos por alto?

25 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Los gallegos, en el siglo pasado, viajaron a América en busca de un mejor futuro. Los latinoamericanos hoy viajan a Galicia en busca de sus raíces, porque se enamoraron, por estudios, o por querer mejorar su situación también. A pesar de que el Atlántico nos separa, la historia nos une. 

Hoy, hay en España casi 350.000 latinoamericanos y, más de 9.000 de ellos viven en Galicia. ¿La historia conjunta hace que nos parezcamos?, ¿qué les parece extraño a ellos al llegar? Cinco de ellos nos cuentan qué piensan.

«Es una lástima que no se haga más por preservar el gallego. Es precioso»

FRancisco hermo, argentina 

Francisco estaba preparado para su llegada a esta tierra de mar y bosque. «Me sorprendió que fuera tan similar a lo que me imaginaba», dice. «Cuando vi por primera vez los bosques y los molinos de piedra cubiertos de musgo, me sentí en un cuento de hadas», narra ilusionado. Se maravilló, también, de la cercanía de los locales. «Yo, por lo menos nunca me sentí extranjero», corrobora agradecido con la tierra de sus abuelos. «Al principio pensé que eran casos aislados, pero cuando seguí interactuando con la gente descubrí que aquí todo el mundo es amable y siempre están dispuestos a ayudarte», menciona. En Buenos Aires, su ciudad, el ritmo vertiginoso hace que la gente, «a pesar de ser muy amable, tenga sus propios afanes y no te pueda ayudar», explica. Lo único que rompió con la magia fue la falta de gallego. Él comenzó las clases antes de venir, pero en las ciudades no encontró muchas personas con quien practicarlo. «Es una lástima que no se haga más por preservar el gallego. Es precioso», dice.

«Me llama la atención que la comida sea estacional»

Francia González, México

Francia llegó a Galicia desde Guadalajara en el 2020. La trajo el destino y, por ahora, el plan es quedarse. Actualmente estudia un máster de Turismo en la UDC. Viniendo de un país con una tradición gastronómica como la suya, lo que más le sorprendió con su mudanza a A Coruña fue, precisamente, la comida. «Como en México estamos acostumbrados a tener las frutas y verduras todo el año, me sorprendió mucho que aquí sea estacional; o que haya platillos que solo se hagan en ciertos momentos porque las condiciones meteorológicas así lo dictan. Me llama la atención tener que esperar por los grelos o los pimientos de Padrón», se explica. Es, por supuesto, lo que más extraña de su país. «La materia prima. El picante o los aguacates, por ejemplo. Aquí puedo encontrar algunas cosas, pero el precio es comparativamente desorbitado, y el sabor no es el mismo», se lamenta.

«Las personas aquí son menos cercanas»

Lisset Chávez, Cuba 

Lisset llegó en octubre del 2022, vino con la beca BEME, que pretende traer jóvenes descendientes de gallegos, para que regresen a Galicia a hacer un máster y, a lo mejor, quedarse. Está agradecida con la tierra de sus abuelos, que, dos generaciones más tarde, la recibe a ella. Sin embargo, reconoce que hay diferencias culturales con su isla natal. «No se debe confundir con la amabilidad, pero las personas son menos cercanas, más frías. Como los latinoamericanos tendemos a tener más contacto físico, o ser más histriónicos, creo que cuesta un poco más ser yo misma», dice.

«No es una cuestión de respeto o amabilidad», repite. «Siento que son serviciales, pero los percibes más distantes que si fuera un semejante. Por eso, aunque tengamos una muy buena relación con los españoles, nos es más fácil hacer piña con otros latinoamericanos, con quienes forjamos vínculos más rápido», apunta. Sin embargo, reconoce que es cuestión de adaptación. «Sé que puedo poner un poquito de esfuerzo para adaptarme al lugar que me ha recibido, además que me he sentido muy bienvenida. Pero es cuestión de tiempo», reflexiona.

 

«Al principio sentía que todos me estaban gritando, son muy directos»

Daniela Castellanos, Colombia

 

Daniela llegó en octubre del 2021. Vino desde Bogotá a hacer un máster en A Coruña y, aunque le ha costado acostumbrarse un poco a los días sin sol, sintió una conexión inmediata con el mar. Además, asegura que «el hecho de tener cerca todo ha impactado en mi calidad de vida». Pasar de una ciudad de más de siete millones de habitantes a solo 250.000 le ha dado «la felicidad de poder moverse o caminar de un lugar a otro, debido a las cortas distancias. Te hace replantearte las cosas», reflexiona. A pesar de las facilidades en términos de movilidad, al principio fue complejo adaptarse al lenguaje no verbal de los locales. «Me costó acostumbrarme a cómo habla la gente. Al principio sentía que me estaban gritando. Aquí son más directos. Nosotros, en cambio, adornamos más las cosas. Estoy aprendiendo a ir al grano», dice. También menciona el clima, al que también se amolda poco a poco y, entre las mayores sorpresas menciona lo activos que son los mayores. «En Colombia no es tan común verlos en las calles. Aquí me sorprendía mucho ver a las señoras mayores en las terrazas, tomando vino o café», concluye.

«Hay mucha gente mayor muy activa, con mucha vida social»

 Belén Pucci, Argentina

«Hay mucha gente mayor, pero es muy activa, salen mucho a caminar, tienen mucha vida social. Eso no lo veo tanto en Argentina», es lo primero que menciona Belén cuando le preguntan por su llegada a Galicia hace menos de un año. De la provincia de Buenos Aires, esta nieta de gallegos empieza a enumerar las bondades de esta tierra: «La gastronomía, el verde de los paisajes, puedes ir a muchos lugares cerca». Ella viene de La Pampa, «una zona muy árida y llana. Entonces, al llegar aquí, te cambia el paisaje», relata pensando en los bosques locales.

Asegura que, a pesar de las diferencias culturales, «es como si no estuviera lejos de casa». «Me siento muy acogida. Hay mucha cercanía con la gente», dice. «Una vez fui de sorpresa a visitar la aldea de mi abuelo, en Lugo, donde nunca había estado, y fue como si me hubieran estado esperando toda la vida», relata con ilusión. «Hice una visita con mi madre para conectar con nuestras raíces y siempre da gusto regresar», expresa.