José Errasti, coautor del libro «Mamá, soy trans»: «Ahora hay más casos trans por las redes sociales»

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Seis manos.José Errasti (izquierda) es autor junto con Marino Pérez (centro) del libro «Nadie nace en un cuerpo equivocado». Para «Mamá, soy trans» se unió Nagore de Arquer, estudiante de Psicología que pasó por un proceso de transición.
José Errasti (izquierda) es autor junto con Marino Pérez (centro) del libro «Nadie nace en un cuerpo equivocado». Para «Mamá, soy trans» se unió Nagore de Arquer, estudiante de Psicología que pasó por un proceso de transición.

Este manual escrito desde la visión de tres psicólogos da respuesta a familias perdidas ante la Ley Trans, que legaliza el cambio de sexo para los menores sin el consentimiento paterno

03 may 2023 . Actualizado a las 12:30 h.

La publicación hace poco más de un año del libro Nadie nace en un cuerpo equivocado tuvo una gran repercusión y llevó a sus autores, los profesores de Psicología José Errasti y Marino Pérez, a presentaciones por toda España. En todas se repetía la misma cuestión: padres y madres que reconocían no saber qué hacer si un día llegaban sus hijos y les decían que eran trans. Con la intención de responder a esa cuestión, se lanzaron a escribir un nuevo libro, más práctico, pero para el que pidieron ayuda a Nagore de Arquer, estudiante de Psicología y mujer «desistidora» de un proceso de transición de género.

—¿Por qué era importante el papel de Nagore?

—El primer libro es más académico y para hacer un segundo que respondiera a la pregunta de esos padres vimos necesario incluir a alguien que conociera a la perfección la situación, que hubiera pasado por un proceso; Nagore nos pareció la persona ideal por su formación en Psicología y su experiencia personal. Ella además es una de las creadoras de la agrupación Amanda de madres de jóvenes con problemas de disforia de género de inicio rápido.

—¿Qué es la disforia de género?

—Es el fenómeno por el que de pronto un adolescente, normalmente una chica, le dice a sus padres que se siente y quiere ser un chico. El proceso de cambio suele empezar antes en las redes sociales. La disforia es un fenómeno social, ahora hay más casos trans por la influencia de las redes sociales.

—¿Por qué se da más en chicas?

—La adolescencia femenina está siendo particularmente tensa por dos razones: primero, por el efecto de las redes, donde se encuentra un entorno excesivamente competitivo y tienen que destacar, no contra las 20 de su clase sino contra 20.000. Y después, por la pornografía: los adolescentes llevan en el bolsillo una autentica enciclopedia del sexo. Lo consumen a edades en las que aún se está formando su sexualidad, ven cosas que no les gustan y deciden que no quieren ser como esas mujeres. Y comienza la confusión.

—¿Qué les atrae del fenómeno trans?

—Hay patrones que se repiten: sienten que no encajan, discuten con los padres, problemas en el colegio, cambios de amistades… Si una joven ve un vídeo en TikTok donde habla de estas preocupaciones, se engancha a él. Y las redes son una importantísima fuente de contenidos del transactivismo, donde defienden todas las falacias de esa subcultura. La red está llena de influencers que narran su transición, cuelgan fotografías con su evolución, los cambios en la cara, en la voz… Y las convencen de que es la solución a sus problemas.

—¿No hay influencers que hablen de los riesgos de esta transición?

—La comunidad de destranscinadores está creciendo, pero hoy por hoy la red sigue siendo mayoritariamente transactivista. Son habituales las fotos de chicas que se extirpan los pechos, exhiben con orgullo la cicatriz y lanzan mensajes que inducen a mucho error a niñas de 12, 13 o 14 años.

—¿Cuál debería ser el primer paso si tu hija te dice ‘soy trans'?

—Sin duda, la psicoterapia primero y, después plantear las terapias físicas. De hecho, antes se hacía así, y el 80 % de los adolescentes lo superaban sin necesidad del paso físico al llegar a la vida adulta: muchos descubrían que eran homosexuales, no transexuales. Pero si se inicia la transición física después no hay vuelta atrás.

—¿Por qué ahora no se hace así?

—Por motivos puramente ideológicos. Se considera que si una niña de 13 años dice que quiere ser chico hay que ofrecerle la medicación. Se está poniendo a los jóvenes bajo la ensoñación de que pueden cambiar la realidad y se ha extendido una moda neoliberal de hacer creer que todos tenemos que ser diferentes.