La verdadera historia de Gunther, el perro millonario

M. Cedrón REDACCIÓN

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El chef personal de Gunther le da un chuletón para comer
El chef personal de Gunther le da un chuletón para comer -

NO TUVO VIDA DE PERROS. Pero tampoco llevó la vida de cuento que su cuidador hizo creer a la prensa durante años. De poder hablar, este pastor alemán tendría mucho que decir

24 mar 2023 . Actualizado a las 08:55 h.

Esta es la historia de Gunther, un perro que de la noche a la mañana se convirtió en millonario al heredar en 1992 unos 80 millones de dólares de la condesa alemana Karlotta Liebenstein. Pero la historia verdadera va más allá de las reseñas que a lo largo de los últimos treinta años han hecho referencia al curioso caso de este pastor alemán y sus descendientes. Es, en definitiva, el producto de horas de entrevistas con aquellos que estuvieron cerca de Gunther III, su hijo Gunther IV, su nieto Gunther V y su bisnieto, Gunther VI, recogidas en el documental de cuatro episodios Gunther, el perro millonario, dirigido por Aurelien Leturgie y que puede verse en Netflix. Al escuchar los testimonios de los que fueron piezas de un surrealista ajedrez mediático se descubre la verdad sobre un perro y su prole, unos animales utilizados para construir una fábula en la que solo algunas partes son verdad.

Aunque el nombre de Gunther no es nuevo para la prensa —sobre todo la italiana— desde el día de principios de los noventa en que trascendió que un pastor alemán, Gunther III, era el beneficiario de un millonario fideicomiso, no fue hasta el 2021 cuando su bisnieto, Gunther VI, se deshizo de la casa que había comprado a Madonna en los noventa, cuando su nombre volvió a dar la vuelta al mundo después de que la prensa entrara al trapo de la historia. El encargado de gestionar el fideicomiso, el médico italiano y heredero de una empresa farmacéutica, Maurizio Mian, logró multiplicar la presunta fortuna del can tras crear con la ayuda de sus asesores Gunther Corporation, en 1997 en Italia, e ir invirtiendo en distintos negocios que se van desgranando a lo largo de los episodios de un documental cuyo argumento engancha a los amantes de los excesos.

La presentación del documento va abriendo boca al contar que Gunter III, el bisabuelo, fue la mascota de otro Gunther, el hijo de la condesa alemana Karlotta Liebestein. Pero el muchacho tuvo un final trágico al suicidarse cuando aún no había cumplido los 30. En el primer episodio del documental se cuenta cómo la condesa, que no tenía herederos, decidió dejar su fortuna, forjada al amparo de un laboratorio farmacéutico familiar, al perro de su hijo a través de la creación de un fideicomiso que gestionaría la madre de Maurizio, amiga suya. Cualquier gasto que se hiciera debía ser en beneficio del perro. Pero cuando la mujer vio que se estaba haciendo mayor, hizo a su hijo el encargo de cuidar al perro. Él no se negó por su vieja amistad con el hijo de la condesa.

Gunther rodeado de los que tenian que encargarse de su cuidado en la casa de Miami
Gunther rodeado de los que tenian que encargarse de su cuidado en la casa de Miami -

Y fue a partir de entonces cuando el fondo, administrado por Maurizio, comenzó a invertir en favor del bienestar de Gunther. ¿Y qué hizo? Entre otras cosas comprar una casa en Miami, donde un grupo de 5 jóvenes seleccionados en un cásting debían encargarse del perro al tiempo que disfrutaban de la vida loca de la ciudad y montaban una banda, The Burgundians. Y parece que esa parte, la de constituir ese grupo (algunos de cuyos miembros fueron cambiando), también era una de las condiciones del fideicomiso. La cuestión es que, aunque no sabían ni bailar ni cantar, acabaron grabando un disco que fue un fracaso. Pero lo que pretendía este experimento, como relatan en el documental, era realizar un estudio de cómo las personas felices enfrentaban la vida para luego crear una estirpe de personas guapas, personas que gozaran de la felicidad. Y más que la casa de un excéntrico perro que comía chuletones, se bañaba en la piscina, navegaba en yate, viajaba en avión o compraba discotecas o casas en la Toscana, aquello acabó convirtiéndose en una extraña comuna que comenzó a poner en guardia a los vecinos de uno de los barrios más cool de la ciudad. Llegados a ese punto tan bizarro, el espectador comienza a desconfiar de la veracidad del relato y lo que le pasa por la cabeza es cómo la condesa alemana pudo haber dejado aquello por escrito en el fideicomiso de su perro. Entonces quiere saber más.

Gunther con Maurizio en el yate
Gunther con Maurizio en el yate -

Sus preguntas van resolviéndose a lo largo de los dos últimos episodios. Ahí se descubre que la condesa no existió o, mejor dicho, no era condesa. Solo fue una mujer que ayudó a la madre del cuidador de Gunther, cuya familia tenía también negocios farmacéuticos, a montar a través del fideicomiso un entramado para supuestamente evadir impuestos a través de Liechtenstein y Bahamas. Tampoco hubo ningún hijo suicida porque ese personaje no fue más que un alter ego de Maurizio Mian, como cuenta el documental.

¿Y Gunther III? ¿Quién fue Gunther III? Pues era el perro de una novia de Maurizio, a la que conoció de joven. Antes de que comenzara a trascender la historia del perro millonario, ese Gunther ya había estado en más de un estudio de tele en Italia.

El perro con dos de sus descendientes
El perro con dos de sus descendientes -

Y con la fábula de un perro millonario en marcha, también formaron una empresa para criar pastores alemanes que garantizaran la continuidad de la estirpe que sustentaba todo este cuento. Pero eso fue un gran error, como se reconoce en el propio documental. Tras ser hallados totalmente descuidados, los perros acabaron en una protectora. Y para resarcise de lo que se ve es cómo Maurizio, junto con su primera esposa —que según el documental fue la segunda al mando de todo esto—, busca una isla para crear un santuario de animales. Allí estaba Gunther VI.