Alberto González y Jesús Valverde-Berrocoso, educadores: «Prohibir el móvil a los jóvenes es dictatorial»

Alejandra Ceballos, S. F.

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Llevan años investigando modelos pedagógicos para combatir la desinformación. Su videojuego crea una universo distópico de ficción que ayuda a la reflexión

27 mar 2023 . Actualizado a las 12:52 h.

Alberto González y Jesús Valverde-Berrocoso son profesores de la Universidad de Extremadura, pertenecen al departamento de Ciencias de la Educación y en los últimos años, junto con el grupo de investigación Nodo Educativo, trabajan en métodos para combatir la desinformación a través de la pedagogía. El resultado de su investigación fue el videojuego Forge of Destiny, llevado a cabo junto con la fundación Cotelco. Esta herramienta propone una reflexión sobre el papel que tenemos en la desinformación. La historia se desarrolla en un mundo en el que los humanos viven en ciudades cúpulas donde gobiernos dictatoriales censuran la información. La misión de los jugadores es encontrar la verdad.

—¿En qué se inspiraron para crear el videojuego?

Alberto González. Tiene influencias de la propia experiencia del equipo de desarrollo. Queríamos un futuro distópico porque nos permitía tener ciertos paralelismos con la realidad, pero sin aludir a ella. Así, hemos ido implementando situaciones que recuerdan lo que sucede hoy en día, como el control de la información.

—¿Temen que lleguemos a un futuro como el planteado en el videojuego?

Jesús Valverde. Es material educativo, pero queríamos que se aprendiese en un contexto diferente. La mayoría de las cosas son imaginadas, pero podrían trasladarse a situaciones que ocurren en la sociedad actual.

A. G. Se plantea un contexto en el que la humanidad ha llegado a un culmen tecnológico y ahí hay una debacle: crisis climática, pandemias… Son cuestiones que tenemos muy cercanas. Hay un Gobierno que controla la información, lo que tienes que creer y lo que no, sí que puede recordar a ciertas situaciones o movimientos políticos.

—¿Deberíamos evitar que los jóvenes interactúen con los móviles?

J. V. Una solución drástica a todos estos problemas es evitar el uso del móvil, pero no es muy factible. No se trata de limitar el acceso a la información, sino de ofrecer una alfabetización, es en lo que se centró la investigación. Se trata de ofrecerles habilidades para gestionar y contrastar la información. Prohibir el uso del móvil sería censurar. Eso sí sería dictatorial, no se trata de eso, sino de saber analizar la información y procesarla de manera adecuada.

—¿En qué consiste la alfabetización?

J. V. Una estrategia es que los estudiantes generen noticias. Todas las acciones donde ellos son activos en la producción de conocimiento les ayuda a entender cómo se genera la información en la sociedad.

A. G. También se les enseña que antes de difundir un dato deberían contrastarlo, observar la fuente… Lo que los educadores deben hacer es aportar ese tipo de herramientas. Con todo ello se consigue que el usuario por lo menos sea más reflexivo y valore de una manera más racional toda la información, que es invasiva y masiva.

—Es bien sabido que se alimentan de nuestras emociones a la hora de difundir información falsa. ¿Tendríamos que tener también un entrenamiento emocional?

J. V. Efectivamente. La información no es algo puramente objetivo, sino que nos afecta emocionalmente. Por otra parte, todos tenemos una predisposición, una forma de entender la realidad y eso nos lleva a que creamos más fácilmente en una cosa o en otra. Debemos aportar más calma, que los chicos sepan que no es necesario interactuar inmediatamente con los contenidos.

—¿Cómo hacemos cuando una persona insiste en creer la mentira de la que se ha enterado a través de internet o su grupo social?

J. V. Nuestras creencias son bastante poderosas y cuando el argumento las contradice, difícilmente cambiaremos de opinión. Ante estos casos, hay que saber diferenciar lo que es una opinión de los conocimientos científicos. Hay una necesidad de educar sobre ciencia, que no es la verdad, sino un proceso de acercamiento a la realidad y un intento de explicarla. Es lo más objetivo que hemos alcanzado en nuestra civilización.

—Para tener información veraz, hay que ser proactivo, ¿Cómo combatimos la pereza?

— A. G: Es algo que parte de nuestro de nuestros valores como personas y ciudadanos. A mí, personalmente, no me gusta que me engañen. También, como individuos que vivimos en red y constantemente socializando, tenemos que poder decir: «Estoy informado, contrasto mi fuentes y sé que cuando voy a decir algo, tengo una base para hacerlo». 

—Con un panorama como el actual, ¿creen que lograremos estar mejor informados?

—J. V: Yo soy optimista. Sobre todo porque veo que hay preocupación por el tema y se llevan a cabo acciones para tratar de resolverlo.

— A. G: Yo coincido en que somos conscientes del problema, pero creo que las acciones no están orientadas hacia el mismo camino. Desde los diferentes sectores sociales intentamos aportar para ver cómo atajar este problema, pero hace falta que busquemos sinergias, puntos en común. Hacen falta acciones conjuntas, que vayan hacia el mismo objetivo.