Celia Freijeiro, actriz: «Salí huyendo de Vigo; y mira por dónde, me he comprado una casita en un pueblo gallego»

Habla bajito, se piensa cada respuesta antes de hablar y de vez en cuando se le escapa el acento gallego. «La vida es perfectamente imperfecta. Es un viaje apasionante donde uno no deja de aprender y emocionarse», confiesa Celia Freijeiro (Vigo, 1983), que acaba de estrenar en el cine Mari(dos).

 —Estrenas Mari(dos), una divertida comedia junto a Paco León y Ernesto Alterio, en la que Laura, tu personaje, lleva dos vidas paralelas, tiene dos maridos e incluso hijos. ¡Menudo lío el que montas!

—Pues sí. Es una historia refrescante, original por su planteamiento de enredo y además es atrevida por el tema que toca. Las risas están aseguradas. Creo que el público se lo va a pasar tan bien como nosotros rodándola.

—Y mientras ellos descubren que comparten la misma mujer, Laura permanece en coma en la cama de un hospital. Y que se las apañen ellos como puedan. Cuéntanos ¿cómo es Laura?

—Eso es. Me interesó este personaje, porque aunque está ingresada en coma en un hospital, ella es la que mueve la trama de la película, todo gira alrededor de ella, además es un perfil femenino que no es habitual ver, porque antepone sus deseos y sus necesidades a las de los demás. En lugar de estar preocupada por cómo se sienten los demás, cómo estará su marido, su pareja, sus hijos, si será una buena madre y esposa; de pronto Laura decide encontrarse a sí misma, porque no está bien y decide hacer cosas y tomar decisiones que políticamente no están bien vistas.

 —¿Qué has aprendido de Laura?

—Me gusta este personaje, porque tiene dudas, se equivoca y se atreve a hacer cosas que no se esperan de ella. ¿Quién no se ha equivocado alguna vez en la vida? Todos, y no pasa nada. Lo importante es darse cuenta y saber rectificar a tiempo. Por ello, reivindico el derecho a equivocarse, a meter la pata, a no ser lo que los demás esperan de ti, a decepcionar y a no cumplir con las expectativas ajenas y atreverse a ser una misma.

—Laura lleva dos vidas paralelas. ¿Serías capaz de conciliar dos maridos, hijos, dos casas, dos ciudades?

—Ya me cuesta tener una buena relación de pareja, basada en el amor y donde haya una buena comunicación y mucho respeto como para compaginar dos vidas. Me parece muy complejo. Pero si ambas partes están de acuerdo, pues adelante. Lo que hace Laura, mi personaje, me parece una heroicidad.

 —¿Cuáles son tus puntos fuertes? ¿Y en qué crees que flojeas?

—¡Uf! ¡Qué difícil hablar de uno mismo! Mi punto fuerte es lo positiva que soy. Un rasgo heredado de mi abuela y mi madre. Siempre veo el lado positivo de todo. No me rindo y siempre tiro adelante. Y he tenido que aprender a no cumplir con las expectativas de los demás, a poner límites y a saber decir no.

—¿Cuáles son esos pequeños placeres que te llenan de felicidad?

—Dar un paseíto con mi perro, quedar con mis amigas para comer, escaparme al cine o pasar una tarde en casa leyendo una novela de Annie Ernaux.

—Y, si te digo Vigo, ¿cuál es la primera imagen que te viene a la cabeza?

—Las vacaciones de mi niñez y su mar, inolvidables.

 —¿Lo echas de menos?

—Te confieso que cuando decidí que quería formarme como actriz, salí huyendo de Vigo, porque quería crecer, descubrir otros sitios, conocer gente nueva. Y pasan los años y, mira por dónde, me he comprado una casa pequeñita en un pueblo gallego, donde no hay nada y a la que deseo escaparme en cuanto tengo unos días libres.

 —¿Tu vida es perfecta?

—Es perfectamente imperfecta. Es un viaje apasionante y emocionante.

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