Las coronas gallegas que triunfan por todo el mundo

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Alma, de la Romana. Foto de Nuria Tanes

MODA Y FLORES ENTRE LOS VIÑEDOS. Alma subía fotos a Instagram de sus creaciones florales y, además de muchos «me gusta», comenzó a recibir encargos. Desde sus creaciones para decorar las puertas a sus vestidos, todo lo que propone triunfa

29 ene 2023 . Actualizado a las 08:15 h.

Fue un día que estaba haciendo una corona para decorar la puerta de su casa con una amiga, cuenta Alma, cuando comenzó todo. «Llegó mi marido y nos hizo una foto que colgué en mi perfil personal de Instagram. Tuvo un montón de likes. Hice otra corona y se la regalé a una amiga que había hecho por las redes. Ella también la publicó y al cabo de un par de días me dice: ‘Alma, no paro de recibir mensajes. A la gente esto le encanta y te quieren hacer encargos’». Esta sugerencia cambió para siempre la vida de esta vecina de Ribadumia, en plena comarca bodeguera de O Salnés. Su casa, construida al lado de las viñas, se ha convertido en un escaparate donde todo lo que crea o viste atrae.

Es La Romana Galicia, la marca bajo la que venden, a toda España y también al extranjero, desde coronas a esquejes de hortensias, albariño con su propio sello y moda. Para el hogar y, sobre todo, para vestir. Con miles de seguidores en Instagram, el entretenimiento que pensó que sería «cosa de un mes» se ha transformado en un negocio familiar en el que «todos aportamos algo». Desde mis padres, a mis suegros, mis hijas o mi marido, que se encarga de la parte que menos se ve de todo esto. Yo solo soy la cara más visible, la que hace un poco la función comercial», detalla Alma.

DESDE CASA

Su trabajo en una oficina no le permitía expresar su creatividad. Unas ideas que se guardaba para casa y que empezó a compartir en su perfil personal de la red social consagrada a las fotos. @Tres hermanas y una monovolumen se llama su cuenta. «Cuando nos propusieron lo de las coronas, respondí que era algo que hacía para mí, siempre me gustó decorar la puerta de casa, pero no dejaron de hacernos encargos y nosotras de venderlas. El negocio nació solo. Desde entonces, mandamos coronas a toda España. Esto fue después en el 2020, con la temporada del brezo. Tuvimos que empezar a hacer coronas de otoño, después, llegó la Navidad, e hicimos coronas navideñas. Hacíamos lo que la gente nos demandaba en función de lo que veían y les gustaba», recuerda.

«Excepto cosas puntuales, las coronas las hago con lo que tengo a mano, con lo que encuentras por las fincas paseando, desde el brezo a hojas de carballo, ramas de abeto, tuyas o eucalipto», destaca. Su amiga, con la que había empezado, «decidió dejar el proyecto», apunta, y fue ahí cuando le dieron un aire «más familiar».

HORTENSIAS VIRALES

La moda fue el siguiente paso. «Siempre tuve un gusto... podemos decir que personal o particular vistiendo. Tanto para mí como para mis hijas compraba retales con los que confeccionaba prendas que me gustan, que había visto en películas o en alguna revista, pero nunca aquí, en una tienda. Hoy, ver a una niña de diez años con una falda larga, leotardos y unas Converse blancas ya no llama la atención. Antes, creo que muchos decían: ‘¡Cómo viste a las niñas!’», dice sonriendo Alma.

Con el negocio de las coronas ya en marcha, se dieron cuenta de que a sus seguidores también les empezaba a gustar la ropa que veían. Sobre todo, las faldas de Alma, su prenda fetiche. Así que hizo una encuesta. En el verano de la pandemia, sin encargos por la anulación de la mayoría de las bodas y eventos, la visita de Alma al taller de costura de Cambados que regentan Carmen y Pili cayó como agua de mayo.

«Compré el tejido y les pedí 15 faldas como las que vestía. Volví a la semana, necesitaba 50 más. Al cabo de cinco días, estaban todas vendidas. Encargué otras 50 más. En el verano del 2020 vendí como 200 faldas», subraya. La colección fue creciendo, de las camisas a los vestidos. Ahora tienen unas 20 piezas diferentes. «Vino un poco dado. No tengo formación en moda, siempre fui un poco autodidacta. En cuanto a la producción, nos podríamos ir a producir a Portugal o a Madrid y encontrar precios más baratos. Pero, esta es una apuesta por el campo y por lo local. Por los oficios tradicionales. La gente nos escribe de vuelta: ‘Qué bien rematadas están las prendas’, me dicen. Ellas cortan a tijera, cosen cada botón con aguja y dedal, hacen los ojales a mano», detalla Alma.

Dice que lo sucedido en los últimos dos años ha sido como un regalo del cielo. «Fue al venir para la casa, un sueño cumplido de vivir en el campo», dice. Su afición se ha convertido en una marca con el 80 % de los encargos de fuera de Galicia. «Gracias a las estadísticas internas de las redes sociales, sabemos que tenemos muchos seguidores de Sudamérica. Allí gusta mucho la floristería. Un vídeo en el que enseño cómo seco las ramas de las hortensias tiene más de siete millones de visitas», remarca. Desde Ribadumia también organizan talleres presenciales y encuentros como el que trajo hace unos meses a otra conocida influencer, la empresaria Federica Barbaranelli. «Todo esto fue posible por la comunidad online de las redes. Llega un momento en el que ves que hay que mecanizarlo, hacerlo un poco más profesional, porque la cosa va creciendo y es inabarcable», asiente la creadora de La Romana Galicia.

ARTE FLORAL EN KENT

Este pasado mes de septiembre viajó hasta el sur de Londres para hacer un curso de formación en arte floral e instalaciones florales sostenibles, sin espumas. «Ninguno ha dejado su trabajo por esto. Lo compaginamos y, entre todos, lo vamos sacando adelante», aclara. Viviendo entre viñedos, tenían que tener su propio albariño, que hacen en la bodega familiar. Manteles, centros o técnicas para conservar las ramas salen de su casa a todo el país gracias al escaparate de Instagram. «En Portugal también vendemos mucho», añade.

En un mundo donde ser original se complica cada vez más, ella ha conseguido definir su estilo. Crear su imagen. Un gancho que aprovecha para hablar de las bondades de las Rías Baixas. «En el fondo, esto nació porque quería mostrar cómo, con lo que tenemos al lado, podemos hacer cosas muy bonitas, sin necesidad de estar en Madrid o en las grandes capitales», reflexiona Alma. El nombre de La Romana, por cierto, tiene una explicación muy gallega. Así llaman a la finca donde levantaron su hogar.

«Vivimos en una casa de campo rodeados de parras de albariño. Es un estilo de vida que nos gusta. Dando un paseo alrededor de casa puedes encontrar todo lo necesario con lo que crear tú algo», defiende. Este es su lema. Lo más especial puede surgir en cualquier parte, solo hay que intentarlo y darle rienda suelta a las ideas que nos barruntan. Y mucho mimo. Solo así se puede ser genuino.

FOTOS: NURIA TANES