Diez consejos prácticos para ser feliz

ALEJANDRA CEBALLOS LÓPEZ / S. F.

YES

MABEL RODRÍGUEZ

Ni ganar la lotería ni meditar todo el día. Consultamos a tres expertos si es posible alcanzar la felicidad y cómo lograrlo. Coinciden en algunas claves: conocernos a nosotros mismos y aceptar la realidad tal y como es.

08 dic 2022 . Actualizado a las 10:31 h.

Todos quisiéramos que existiese una clave para alcanzar la felicidad. Tener un buen salario, salir cada fin de semana, hacer ejercicio, ayudar a otros, meditar todos los días, tener la casa ordenada, actuar de acuerdo con el signo del zodíaco... Las claves que aparecen en redes sociales o libros que prometen llevarnos a la plenitud son interminables. Consultamos con expertos en emociones si algún secreto funciona y la conclusión es: «Depende». Pero si en algo coinciden es en que podemos poner de nuestra parte para estar mejor.

Una cosa es cierta: hay situaciones que nos llevan al límite y en las que es imposible no sentirse mal, pero «si centramos nuestra energía en lo externo, nos vamos a sentir muy impotentes. Es mejor trabajar en nosotros mismos», asegura Anabel González, psiquiatra y psicoterapeuta experta en la regulación de las emociones.

No va de fingir que todo está bien sino, más bien, de reconocer las emociones, tanto la alegría como la tristeza o el miedo. «Es hallar el equilibrio emocional, pero entender que el entorno nos afecta, si no, estaríamos aislados», puntualiza José Antonio Molina, director del Instituto Español de la Felicidad e Investigación.

Él asegura que influyen muchos factores. «Cuando entendemos la felicidad desde un enfoque amplio, comprendemos que influye la genética, la química, la neurología, también las relaciones sociales, tener resueltas las necesidades básicas e incluso cómo definimos nosotros mismos la felicidad», apunta.

Anabel González señala que, a veces, el problema es que no reconocemos cuándo estamos bien. «La dopamina y la serotonina son neurotransmisores asociados a la felicidad. Sin embargo, no son lo mismo. La primera se asocia con el deseo, el placer. En cambio la serotonina está asociada al bienestar, es decir, a emociones de intensidades más bajas. Las personas suelen pensar que lo más intenso es mejor, entonces les cuesta identificar cuándo están felices, porque quieren más», explica la experta.

En una línea similar, David del Rosario, ingeniero biomédico y doctorando en neurociencia, indica que la felicidad es el producto de la comparación entre nuestras expectativas y la realidad. «Tenemos un imaginario de aquello que sería ideal. Las emociones que sentimos se corresponden con la diferencia entre la imagen mental de lo que queremos y la realidad. Esta comparación se lleva a cabo en un lugar del cerebro que se llama núcleo accumbens. Somos felices en la medida de que lo que ocurre se acerca más a aquello que nos imaginamos», explica.

En ese sentido, es normal sentirnos frustrados cuando las cosas no cumplen nuestras expectativas, pero, ¿realmente las cosas están tan mal como pensamos? «A veces no identificamos las sensaciones relacionadas con la felicidad porque tenemos una imagen idealizada de lo que es y nada de lo real nos vale. O nos cuesta quedarnos en el bienestar porque es mucho más intenso lo que sentimos cuando tratamos de alcanzarlo. También nos puede costar disfrutar porque sentimos culpa, que no merecemos cosas buenas, o nos asaltan temores de que después vendrá algo malo», responde Anabel González.

Así que en lugar de seguir consejos externos u obsesionarnos con rutinas milagrosas, González, Molina y Del Rosario coinciden en que basta con centrarse en lo positivo y agradecer aquello que ya tenemos. ¿Podemos ir a mejor? Sí, pero eso no debería condicionar nuestra felicidad.

La clave para tener una vida plena es «utilizar el sentido común», aprender a valorar lo que tenemos ahora, apunta González.

José Antonio Molina también recomendaría «tomar conciencia de que estamos vivos y apreciar eso que tenemos. Además, vivir en consecuencia con lo que nos causa bienestar a nosotros mismos, sin importar lo que digan o esperen los demás».

Así que ya lo sabes, la próxima vez que te agobie la exigencia externa de felicidad, tómate un respiro, céntrate en el presente, evalúa cómo te sientes y agradece lo que ya tienes. Si quieres hacer cambios, comienza por ti, pero no condiciones tu felicidad a los resultados, porque no podrás controlarlo.

Mejora tu actitud, la repuesta está en ti mismo

  1. Entiende el concepto: No puedes alcanzar la felicidad si no sabes de qué se trata. Muchos la confunden con el placer, que es efímero. La felicidad es un estado de bienestar y equilibrio emocional. Puede incluir emociones como la tristeza.  
  2. Céntrate en ti: Como no puedes cambiar el exterior, céntrate en ti mismo. Crea hábitos que te generen buenas vibras, como pasear, hacer ejercicio, estar con tus amigos o tu familia. Date gusto y reconoce lo bueno de estas sensaciones.
  3. Agradece: Aunque parezca simple, cuando el agradecimiento es un hábito, puede contribuir a tu felicidad. Te hará centrarte en lo positivo e incluso ayudarte a dormir mejor. Puedes comenzar escribiendo cinco cosas diarias que te hagan sentir bien.
  4. Compárate menos: Cuanto menos se parece el ideal, a la vida real, más frustrado estarás. Recuerda que la perfección no existe, así que no te frustres porque tu vida no es como la de otras personas. El proceso de cada uno es diferente. Lo que tienes está bien.
  5. Permítete sentir: El fracaso forma parte de la felicidad, que no debes confundir con la perfección. Aprende a aceptar las cosas como vienen y no te niegues las emociones que no son alegres. Esto también es parte del equilibrio emocional.
  6. No pienses, haz: Aléjate de los planes futuros o de estar pensando siempre en el pasado, eso te aleja del presente. Centra tu atención en una actividad concreta. Los científicos lo llaman estado de «flow» y genera mucho bienestar.
  7. ¡Adiós a la obsesión!: Si estas bien, pero quieres más, o te sientes culpable por no estar disfrutando «lo suficiente», solo estarás peor. Aprende a reconocer tu bienestar y no entres en un bucle de pensamientos negativos.
  8. No oigas al cerebro: Nuestro cerebro se equivoca el 97 % de las veces. El neurocientífico David del Rosario sugiere que el malestar aparece cuando creemos que los pensamientos son hechos. Cuestiona lo que piensas de vez en cuando.
  9. Atrévete: David del Rosario afirma que, en general, tenemos miedo a actuar y le damos más peso a pensar. Hay que hacer justo lo contrario: lánzate sin miedo a hacer aquello que tienes que hacer o deseas sin darle tantas vueltas a la cabeza. 
  10. ¡Estás vivo!: José Molina, director del Instituto Español de la Felicidad, asegura que darle valor a los pequeños momentos del día ayuda a que nos sintamos bien. Permítete disfrutar lo cotidiano: desayunar, caminar, ducharte...