Luis Zahera, actor: «Desde que está en Madrid, Feijoo me escribe menos wasaps»

Caterina Devesa A CORUÑA / LA VOZ

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Suso Godás

No para. Acaba de renovar una nueva temporada de «Entrevías», en donde vuelve a compartir pantalla con José Coronado, y estrena en el cine la cautivadora «As Bestas» de Rodrigo Sorogoyen, a la vez que sigue por toda España con sus monólogos

21 nov 2022 . Actualizado a las 13:47 h.

Con Petróleo, su papel en la afamada serie Mareas Vivas, Luis Zahera (Santiago, 1966) se ganó un hueco en el corazón de todos los gallegos. Desde entonces su rostro se ha convertido en un habitual de la pequeña y gran pantalla. Sin tetas no hay paraíso, Vivir sin permiso o Entrevías, que acaba de renovar por una nueva temporada, son algunos de los trabajos del santiagués, que participa en La última, la serie de Aitana y Miguel Bernardeau, que se estrena en Disney+ el próximo 2 de diciembre. En el cine también cuenta con una amplia trayectoria y se hizo con el Goya por su papel de Cabrera en El reino, dirigida por Rodrigo Sorogoyen. Bajo su batuta estrena ahora As bestas, que estuvo preseleccionada para representar a España en los Óscar y que arrasó en el Festival de Cine de Tokio tras triunfar antes en su estreno en Cannes.

—¿Cómo fue tu paso por Japón?

—Tokio me impresionó mucho. Lo limpia que está la ciudad, que es una cosa empatenada, como decía mi madre. Luego, esa armonía ese, silencio, esa educación... Es un contraste con España. Lo malo fue el viaje, son casi 24 horas, y ya no estoy para esto. Llegas destrozado, pero fue una experiencia muy buena y la película fue un éxito.

—Os quedasteis a las puertas de ir a los Óscar, ¿te veías en Los Ángeles?

—No me lo había imaginado. Teníamos todos la sensación de que la seleccionada sería Alcarràs, de Carla Simón, entonces no fue una decepción. Estoy feliz por ella, pero obviamente habría sido ilusionante vivir todo aquello.

—El Goya se lo diste a tu tía Cefe, que vive en A Coruña, ¿sigue allí?

—Sí, un santiagués con el Goya en A Coruña, ja, ja, ja. Ahí sigue y ella encantada, aunque hubo una temporada que andaba algo mosca. Me dijo que tenía más visitas en casa y que creía que no era por verla a ella, sino para ver el Goya. Ella está orgullosísima de mí, siempre me dice lo mismo. En casa me llaman José y me dice:' José, no abras tanto los ojos cuando actúas'. Lleva 40 años diciéndome lo mismo y yo feliz. Tiene 92 años y está como un castillo, así que ojalá siga diciéndomelo muchos años más. Me alegra el corazón cada vez que lo hace.

—«As bestas» es una película dura y tu personaje, Xan, es complejo, ¿cómo lo preparaste?

—Sí. Es cine negro, tiene una parte de wéstern. A mí me recuerda a esas películas que veía con mi padre de pequeño, con esas tabernas. Sigue la línea de los trabajos de Sorogoyen, refleja esa oscuridad, que es el toque del director. Después, para Xan recordé mucho una aldea cerca de Padrón a la que iba de pequeño, A Peruca. Había todo tipo de individuos, buenos, malos... Me basé un poco en esa gente que uno ve de niño. En un bar terrorífico en Rois, lleno de animales disecados, con todos esos personajes que gritaban. No sé, esa Galicia que hubo. Luego, como gallego, me identifico con los paisajes, también es la tercera peli que hago con este director y el guion, escrito por él e Isabel Peña, es una maravilla. Las tres claves para mí fueron: ser gallego, el guion y la buena sintonía con el director.

—¿Cómo es trabajar con Sorogoyen?

Es un director con un conocimiento absoluto de la película, dirige muy bien, expresa muy bien lo que quiere, es conciso. Es fácil trabajar con él. Luego, Xan es hijo de ese pueblo, de esa miseria. Me gusta mucho la frase que dice de que «olemos a mierda». Dios mío, lo único que quiere es salir de esa aldea, tener su taxi e irse. Todos los personajes tienen su punto de vista, son poliédricos y todos tienen su parte de razón.

—¿Algún punto en común con Xan?

—Lo poliédrico, que todos podemos ser radicales con nuestro punto de vista y no serlo. Todos tenemos una parte salvaje, muy dura. Xan sabe que domina, que es el rey en ese bar, que se puede imponer, que tiene un carácter fuerte y juega sucio. No me identifico, la verdad. Te respondería a la gallega, sí y no, me identifico en que todos tienen su visión, pero evitaría ser así. Iría a terapia si fuera como él.

—Ahora que dices eso. Paco León para explicar que un personaje era cerrado dijo que era casi gallego, ¿existen todavía esos clichés?

—Bueno, hay estereotipos para todos. El vasco es bruto, el catalán agarrado y el andaluz divertido. Son residuos que quedan, que no se merecen valorar. A mí, en Madrid, me dicen mucho lo de depende, lo de ser de provincias y también y un poco lo del acento. Me hace gracia porque se piensan que ellos no tienen acento. España es diversa y hay esos piques, como los había en Galicia. Recuerdo ir de niño a A Coruña y me decían que a los de Santiago nos debería parecer una ciudad enorme, era divertidísimo. Lo de Paco, no sé en que contexto lo dijo, pero me parece un tipo interesantísimo y seguro que no lo dijo con mala baba. Estoy muy a favor de Paco León.

—¿Cualquier aldea gallega podría ser el escenario de «As Bestas»?

—Yo tengo 56 años y hablo de cuando era niño, con 8 años, que veías a esos personajes extremos. Esto es una película y como decía mi madre: «Comparar no sirve para nada», no creo que haya que identificar lo de la cinta con la realidad. Es un error y no creo que exista.

—Algunos medios utilizan lo de Galicia profunda para ubicar la historia.

—Yo una vez en una entrevista comenté lo de la Galicia profunda y el tema de la droga, pero me refería a los papeles que me llegan a mí. No me ofrecen historias de un gallego de I+D, ¿por qué? Porque cinematográficamente ese género es lo que vende, pero yo no creo que Galicia en el 2022 sea eso, sería una barbaridad pensarlo.

—Hablas de esos papeles que te llegan, ¿qué otros te gustaría hacer?

—Pues mira, acabo de rodar Pájaros de Pau Durà, con Javier Gutiérrez. Es un personaje tierno, hago de bueno. Es algo diferente. Al final, los que hacemos de malos queremos hacer de buenos y viceversa. Yo sí estoy algo encasillado, pero he de decir que el problema no es que te encasillen, el problema es no trabajar. ¿Que me gustaría variar? Claro, pero en España sí te encasillan como actor. Soy el secundario malo y también me gustaría ser el secundario agradable, el que se enamora, por variar.

—Hablas de que el problema es no trabajar. En otra entrevista dijiste que nunca habías dicho que no.

— Por ahora, con todas las plataformas que han surgido, y en mi caso, que lo que más he hecho es tele, no me veo para decir que no. Por mi educación y porque a todo le cojo el gusto. Habría que pensar en esa frase que dicen los actores veteranos de que las carreras se hacen diciendo que no, pero yo no soy capaz. Siempre quiero llegar a todo lo que me proponen. Además, creo que ya me parará la maquinaria con el tiempo, porque no me dará el cuerpo para tanto.

—Tanto trabajo que sigues con «Entrevías», junto a Coronado. Ya sois pareja.

—Ja, ja, ja. Sí, somos pareja televisiva. Con Coronado me vino Dios a ver, todo lo que toca es oro. Lleva 1.500 años de protagonista, es un grande de España y para mí trabajar con él es una suerte y un privilegio. Encajamos bien, yo con mi caos y él en su orden, es una pareja de un caótico y un ordenado, y ojalá sigamos muchos años.

—También fuiste pareja en una ocasión de Feijoo para felicitar la Navidad. Comentaste que te mandaba wasaps, ¿sigue haciéndolo?

—Desde que está en Madrid debe de tener mucho lío que me escribe menos. Antes, cuando estaba en la Xunta, cada vez que me veía en alguna entrevista me mandaba algún comentario, pero ahora nos comunicamos menos. Lo tengo en mi corazón, y supongo que él a mí, como buenos hermanos. Ja, ja, ja. No hay crisis entre Alberto y yo, pero por motivos de trabajo me escribe menos. Retomaremos seguro nuestra relación, pero tenemos trayectorias diferentes.

—Te referías antes a esa revolución de las plataformas, ¿hay más trabajo, pero también más competencia?

—Sinceramente yo no entiendo aún muy bien este sistema. Estoy feliz de renovar y de que se produzcan tantas series, pero me frustra un poco cuando la gente me para por la calle y me dicen que en un fin de semana se vieron toda la temporada. Es como, ¿trabajo un año entero para que me vean en solo dos días? Es un método nuevo, pero mi corazoncito está en lo de antes. Cuando de pequeño esperaba toda la semana para ver Los ángeles de Charly, que me fascinaba. El sistema de ahora viene para quedarse, no va a volver eso de esperar para ver un nuevo capítulo, pero yo este consumo tan rápido no lo entiendo. Es un bum y, gracias a esto, también hay más trabajo, entonces, si da más trabajo, que bienvenida sea esta revolución.