Sebastian Cijroi, nómada digital: «Mi libertad no tiene precio, no volvería a una oficina por más dinero»

ALEJANDRA CEBALLOS LÓPEZ / M. V.

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Vivir como un turista, o como un local en diferentes lugares del mundo, el teletrabajo ha significado una mejora en la vida de Sebastian, que viaja por el mundo mientras trabaja en Canadá.

08 nov 2022 . Actualizado a las 12:53 h.

Sebastian Cijroi (Rumanía, 1993) es aventurero por naturaleza. Es rumano, pero a los tres años se mudó con sus padres a Vancouver, Canadá. Solía viajar con ellos de pequeño, pero no fue hasta el 2013, durante su Erasmus en Bolonia, cuando «le picó el gusanillo de los viajes». «A pesar de que disfrutaba los que hacía con mis papás, con ellos estaba como en una burbuja, no es igual que viajar solo», asegura.

Bolonia cambió su mente. Fue el primero de sus viajes. «Estando solo pude conocer gente de muchas partes del mundo, culturas muy diferentes, y me di cuenta de que es muy fácil viajar por Europa, viajar en general. Nosotros en Canadá no tenemos eso, es tan grande el país que solo ir a otra ciudad es muy costoso. Vivir en Italia abrió mi mente y decidí que volvería a Europa lo más pronto posible», señala Sebastian.

En el 2014 regresó a Canadá, terminó su carrera al mismo tiempo que trabajaba, y comenzó a ahorrar para poder dedicarse un año entero a viajar, al placer y a aprender español. En el 2016, nuevamente cruzó el Atlántico. «Siempre supe que quería viajar. Quiero hacerlo ahora que soy joven y puedo hacer lo que quiera. No quiero tener que esperar a tener 60 años y que mi única posibilidad de viajar sea en un bus con más gente de mi edad y me digan dónde debe ser la parada, y dormir a las siete de la tarde», expresa de manera tajante.

Así que llegó a Sevilla y, como si fuera un erasmus más, se unió a los viajes, a las fiestas cada jueves en Hoyo 19 y compartió un apartamento con compañeros de otros lugares del mundo. Cada vez estaba más acostumbrado a este estilo de vida y sabía que seguiría viajando de una u otra manera. Lo que no esperaba (al menos entonces) era que pudiera trabajar y viajar al mismo tiempo.

Después de Sevilla se mudó a Alemania, trabajó un año y con lo que ahorró hizo un viaje de seis meses por Asia. Visitó Tailandia, Vietnam, Camboya, Laos, Malasia, Singapur, Hong Kong y Macao. «Hay países más pobres que otros, con más o menos infraestructura, pero de todos aprendes algo. Lo que más me gusta es la posibilidad de conocer su gente, aprender de otras formas de vida», asegura Sebastian.

Durante su viaje conoció a muchos emprendedores que lo inspiraron, y a su regreso a Canadá, montó su propio negocio. Abrió un canal de YouTube para enseñar idiomas, luego un blog de viajes, Travel done simple (que sigue actualizando), vendió artículos por Amazon, pero las cosas no fueron tan bien como esperaba y decidió desistir con estas ideas.

En agosto del 2020, mientras las fronteras del mundo permanecían cerradas, consiguió un trabajo remoto con la promesa de poder moverse con libertad. Se dedicó a conocer su país, cambiando de ciudad cada dos meses. «En ese momento lo que yo pensaba era lo siguiente: ‘Trabajo un año, ahorro y luego viajo otro'. Pero ahora que teletrabajo es mucho mejor. Puedo hacer ambas cosas al mismo tiempo, y así lo hice durante todo el 2021. En enero de este año hacía tanto frío que decidí irme un tiempo a Estados Unidos, pero al no tener un plan estructurado, solo me permitieron estar poco más de un mes, así que ese tiempo estuve en Florida», relata.

 De costa a costa

En febrero del 2022 volvió a su país para planear un poco su futuro, pero despidieron a su jefa y, en abril del 2022, el nuevo encargado decidió rescindir el contrato de Sebastian. «No quería seguir viviendo en Toronto, así que decidí volver a Vancouver, donde están mis padres, buscar un trabajo allí y hacer nuevos planes», relata.

Como el trayecto era de 40 horas en coche, y resulta más corto por Estados Unidos, Sebastian le dio la vuelta una vez más. Se embarcó en un viaje de cuatro meses por el país vecino, y sumados a los casi dos que estuvo en Florida, alcanzó el máximo total que un canadiense puede pasar en Estados Unidos cada año sin necesidad de un visado. Desde la costa este a la oeste pasó por 26 estados.

«Cuando llevaba dos meses de viaje, un conocido de un trabajo anterior me contactó para que trabajara con ellos de forma remota. Me dijo que necesitaba a alguien que gestionara los proyectos, era un contrato de media jornada, así que fue perfecto para mí. Él ya sabía que yo estaba viajando y el acuerdo era que siguiera así. Ahora trabajo cuatro horas por la mañana y el resto del día estoy libre», narra Sebastian.

Con un trabajo fijo, Sebastian no tuvo que pensarlo dos veces. Organizó un viaje de tres meses a México, donde lleva cuatro semanas en este momento. Reside en Ciudad de México, pero en dos semanas se mudará a Playa del Carmen con el objetivo de conocer un poco la península de Yucatán. Dice que por ahora no ha podido conocer mucho, pero en su lista ya aparecen Puebla, Cholula, Puerto Escondido...

Para muchos resultará complejo imaginar a alguien viviendo en un país diferente al que trabaja e incluso le preguntan con frecuencia qué ocurre con el salario. Pero Sebastian no tiene problemas. La empresa anterior le pagaba en su cuenta bancaria canadiense y para su empleo actual se ha hecho autónomo y la compañía subcontrata sus servicios. Sobre si prefiere México o Canadá, responde sin dudar: «La gente es más amable aquí, me siento mucho mejor aquí que en mi país. Hay mucha vida en la calle y eso lo disfruto mucho», asegura.

Cambiar el turismo por estancias más largas en los países a los que visita le ha permitido ser un local más y aprender la cultura y cómo vive la gente de allí. «Es cierto que no he tenido que hacer cosas burocráticas, o ir al médico, que dicen que es complicado [en México]. Es diferente a la experiencia que tuve en el sudeste asiático. Allí fui un turista, y aquí vivo más como un local, puedo hacer cosas tan simples como rentar un piso o ir al supermercado, y me encanta», explica Sebastian.

El futuro no lo tiene muy claro. Por lo pronto volverá a Canadá para pasar Navidad y Año Nuevo con sus padres y comprar un piso. «Antes no lo veía necesario porque me la paso viajando, pero ahora creo que puedo comprarlo, rentarlo en Airbnb cuando no esté y así la cuota está asegurada. Cuando vuelva, bloqueo las fechas y vivo allí esas temporadas», explica.

También espera regresar a Estados Unidos para visitar a los amigos que hizo en sus viajes, igual que a Europa. Después viajará a Latinoamérica, desde Belice hasta Panamá y, si los planes van bien, también tiene previsto estar un tiempo en Brasil para aprender portugués.

Pero insiste en que solo son ideas. «Depende del trabajo», dice, aunque sí aclara que quiere seguir moviéndose. «Si me preguntaran si extraño algo de Canadá, diría que el sirope de arce [se ríe], pero la verdad es que prefiero la vida de viajes, siempre», continúa.

Ahora que ha sido emprendedor, tiene algunas ideas y está seguro de que algunas cosas funcionarían, pero prefiere un trabajo simple que le permita seguir viajando. Aunque recalca que es importante que sea remoto.

«Para mí no es importante el salario, es mucho más importante la flexibilidad y la libertad de estar donde quiera. No volvería a una oficina por más dinero. Si tengo dos opciones, uno me paga lo suficiente para vivir bien, pero me permite viajar, y uno que me paga el doble, pero me exige quedarme en una sola ciudad, elijo el primer trabajo. Mi libertad no tiene precio», asegura.

«En lo único que estoy enfocado es en disfrutar la vida. Si tengo una trabajo que me lo permita, es suficiente. Luego veré qué pasa, o si cambio de opinión, pero por lo pronto, no pienso en dejar de viajar», concluye.