Los huesos de Kim Kardashian confirman la pesadilla: vuelven los 2000 y la anorexia

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La moda es cíclica, pero esta vez ha traído de vuelta al horror de hace dos décadas. Los expertos alertan del aumento imparable de los trastornos de la alimentación

24 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La estética de los 2000 lo inunda todo. Puede parecer inocente ese tiro bajísimo que deja la cintura del pantalón a la altura de la pelvis y que impera en las colecciones de moda de este otoño-invierno. Con él, también lo hacen los abdómenes planos tipo tabla de planchar. Todas las prendas superiores son crop, es decir, están diseñadas para enseñar ombligo. Hasta los pantalones se apunta al cut out, esa tendencia a recortar agujeros en los tejidos que dejan al descubierto parte de la piel e, incluso, de la ropa interior. El strass en los tops es otra vez lo más top, devolviendo al presente looks propios de la mejor Paris Hilton de la época. Por cierto, ella misma acaba de cerrar el desfile de Versace con un vestido vintage como los que lucía hace 20 años, de purpurina rosa y con zapatos de punta bien afilada.

No hay lugar para la sorpresa. De nuevo, el último grito es volver atrás. El problema es que en ese retroceso, toda una generación regresa también al recuerdo de una adolescencia millennial marcada por figuras lánguidas, escuálidas y ojerosas. Una esquelética Kate Moss y su famoso «nada sabe tan bien como estar delgada» era el gran referente de cualquier catálogo de moda. Estrellas infantiles y adolescentes como Hilary Duff, Lindsay Lohan o Mary Kate Olsen admitieron, años después, haber padecido anorexia y/o bulimia. Y hoy, rozando casi el 2023, la mujer que ha marcado el canon de toda una época luce huesos. Kim Kardashian ya no quiere curvas. Lejos quedan aquellas portadas voluptuosas. La celebrity representa ahora la amenaza viva de la popularización de la anorexia.

Su afán por perder kilos comenzó cuando adelgazó ocho en tan solo tres semanas para entrar en el vestido de Marilyn Monroe en la última gala del Met. Como si el espíritu de una atormentada Marilyn la embriagase, esa obsesión en lugar de ceder, se agravó. Cambió su melena característica por una rubia platino y eliminó de su dieta todo rastro de grasa o carbohidrato. El resultado es más que evidente. Kim Kardashian ya no es Kim Kardashian, sino un recuerdo de que los ciclos de la moda pueden traer de vuelta otros más peligrosos.

Las consecuencias para quienes crecieron entre las décadas de los 90 y los 2000 entre esas portadas con mujeres blanquecinas, encorvadas, esqueléticas y casi fantasmagóricas, tan apáticas como frágiles, fueron devastadoras. El aumento de los trastornos de la alimentación se dispararon, triplicándose los casos. Después de muchas campañas informativas y de concienciación, resulta más que lamentable reconocer que vamos camino de lo mismo.

«El repunte lo estamos viendo desde el 2021. Estuvimos teniendo una media de consultas de valoración de tres pacientes por semana; y ahora, en febrero de este año, hemos tenido que hacer una lista de espera por primera vez en los 25 años que llevamos trabajando como asociación. Las instalaciones se nos están quedando pequeñas», indica Alba Martínez Álvarez, psicóloga de ABAC, la Asociación de Bulimia y Anorexia de A Coruña. Añade que esa lista de espera, lamentablemente, no deja de crecer: «Cada mes se van incorporando a ella entre 12 y 13 pacientes, y a medida que íbamos llamando, muchas de estas personas se habían tenido que buscar otros recursos. Incluso nos hemos encontrado con personas que durante ese tiempo en que no hemos podido atenderlas han tenido que tramitar un ingreso hospitalario».

«Abrimos lista de espera y hay más niños y hombres con trastornos»

El afán por adelgazar no ha variado en exceso las peticiones en los quirófanos. Así lo confirma el cirujano plástico Javier Valero. «En la clínica venimos notando un aumento de la liposucción de alta definición, pero es una progresión que ya venía creciendo desde hace 3 o 4 años. Quienes la piden son sobre todo mujeres y hombres deportistas», indica el especialista, que añade que en Galicia y en España nunca hemos sido tanto de injertar grasa al estilo Kardashian como de reordenarla: «Sigue habiendo interés por los injertos de glúteo, pero el origen primario de la mayoría de esos injertos es quitarse grasa de otras zonas del cuerpo. Y después, en vez de tirarla, a veces se pone ahí».

Delgada y con pecho

El cirujano confirma cuál es el canon de belleza femenino que manda: «Mujer delgada y pecho más grande, carta ganadora. Hubo una época con más curvys y aumento de glúteos, de gente que decía ‘no me toco nada, pero sí que estrecho un poco la cintura y mantengo la grasita de las caderas... Pero no es la norma, ahora las mujeres quieren estar delgadas y tener un pecho terso y llamativo».

Que el ciclo de la moda ha traído de vuelta los 2000 lo ve claro el diseñador gallego Julio Vila, que, no obstante, considera que hoy hay muchas más opciones que antes. «Las tendencias vuelven una y otra vez, por eso en tienda te encuentras el tiro bajo, pero sigues teniendo el alto. El pantalón pitillo, que para mí dejó de llevarse hace ya muchas temporadas, también lo sigues viendo... Tienes todas las opciones», señala el experto, que, sin embargo, reconoce que el tallaje sigue siendo una asignatura pendiente: «Lo de los tallajes curvy parece más una campaña para quedar bien con el cliente, porque tú vas a las tiendas y hay muy pocas prendas de esas tallas que ellos dicen que sí que tienen. También entras en las webs y son todo modelos superdelgadas, salvo una o dos a mayores de talla más grande o de más edad». Vila ve una mayor vocación inclusiva en las pasarelas de las firmas de lujo, y asegura que se relaciona con mujeres que afortunadamente llevan el famoso crop top luciendo abdomen sin complejo alguno.

No es el caso de muchas otras que están pidiendo auxilio bajo la amenaza de esa talla cero que se popularizó en los 2000. «Tenemos que pensar que es una talla como tres veces menos que la 32, una XXXS que nos hace pensar en un cuerpo infantil o prepuberal. Quieren decirnos, especialmente a las mujeres, que tenemos que ocupar poquito», dice la psicóloga de ABAC, que muestra su preocupación, sobre todo en el caso de los más jóvenes, por que influencers como Kim Kardashian estén adelgazando a pasos agigantados: «Estamos notando el aumento de trastornos en edades cada vez más pediátricas, incluso 11 añitos, promovidos en gran parte por una exposición más temprana a pantallas y redes. Hoy cualquier niño las consume antes de los 10 años, e incluso muchos colegios fomentan el uso de tablets para estudiar, pero que al fin y al cabo ellos también las usan para acceder a internet. La industria de la moda y de las redes puede ser una combinación muy explosiva, y de hecho, los pacientes nos muestran muchas modas de TikTok, y nos enseñan perfiles de Instagram de famosos y de cuerpos muy enfermos, con imágenes photoshopeadas y con un millón de filtros que les hacen tener unos problemas de autoestima brutales».

Aunque los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) afectan más a mujeres que a hombres, la especialista da datos significativos. El 30 % de los casos que tratan se corresponden con un diagnóstico de anorexia nerviosa restrictiva, y casi otro 38 % con un TCA no identificado, con síntomas que no permiten clasificarlo, pero que suponen un problema. «Ahora mismo no nos encontramos ningún tipo de barrera, ni en cuanto a edades, ni a género, ni a nivel socioeconómico ni a ninguna otra variable. Y lo que estamos notando es el aumento de esas edades cada vez más pediátricas, y en la prevalencia masculina», asegura Alba Martínez.

Las consecuencias

El rastro de la pandemia, que ha sido un auténtico caldo de cultivo para el agravamiento y el debut de este tipo de trastornos, sigue emergiendo ahora. Eso, mezclado con este retorno al pasado más oscuro de la delgadez extrema, tiene unas consecuencias demoledoras, advierte el equipo psicológico de ABAC. Por un lado, se está normalizando el bajar de peso como algo positivo, a pesar de no necesitarlo por salud. Eso trae de la mano, advierten los expertos, el normalizar también «conductas patológicas, como el ayuno intermitente para bajar de peso, la restricción alimentaria o el mal uso de dietas». Además, se van a generar enormes sentimientos de culpa por no poder llevar a cabo la dieta o restricción pertinente, lo que desencadenará sentimientos de incompetencia, de ‘yo no valgo'. Por último, quien lo sufra sentirá una insatisfacción enorme por no poder alcanzar el peso marcado por la moda como deseado y válido, que no se corresponde en muchas ocasiones ni con nuestra propia etnia ni con ninguna que exista en el planeta, sino con cuerpos enfermos. Esto actúa como caldo de cultivo para agravar patologías que ya están instauradas, y sirve como pequeñas semillas para otras, apuntan los profesionales.

«Es una pena que con la información que tenemos volvamos a este movimiento. Si una moda nos va a volver a poner en peligro, no es una moda», alerta Alba Martínez. Más que una moda, es un infierno que se cobra muchas vidas.