Juan Carlos Díaz, examinador-coordinador de Tráfico: «A algún alumno lo suspendí antes de que arrancara el coche»

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ANGEL MANSO

«Eso de 'por la forma de sentarse la persona ya sé si va a aprobar o a suspender', es un mito», dice el examinador, que hace un repaso por los errores más comunes al volante y afirma que «sacarse el carné a los 18 años ya no es una prioridad»

08 oct 2022 . Actualizado a las 10:28 h.

Si los conductores experimentados tuvieran que volver a examinarse del carné de conducir, el grueso suspendería. Y no por un mal manejo del coche, sino por una conducción pasota. «Se hacen cosas como no señalizar, o cruzar las glorietas por una supuesta comodidad. Entonces uno se va dejando, cogiendo malos hábitos, y se acostumbra», asegura Juan Carlos Díaz, que a lo largo de sus 33 años como examinador-coordinador de Tráfico, ha visto de todo.

—¿Cuál es el error que más comete la gente en el práctico?

—Las glorietas a algunos se les atragantan, es una cosa que parece tan sencilla... Y, sin embargo, se les atragantan a los conductores también. Los alumnos a veces pecan mucho de lentos, por ir a la defensiva. El miedo a hacerlo mal les lleva a no asumir riesgos y a atascarse un poco.

—¿Por qué a veces mandáis aparcar y otras no?

—El aparcamiento es algo que debemos pedir, lo que pasa es que a veces no es fácil encontrarlo, entonces tampoco condicionamos el examen a buscar un sitio para aparcar. Si se puede bien, procuramos hacerlo, pero si no, tampoco pasa nada. Si la falta de plazas de aparcamiento es un problema de las ciudades, para examinar también.

—¿Que el profesor toque el freno es un suspenso automático?

—Sí, es raro que no se genere un suspenso, porque se entiende que se ha producido una situación de riesgo, y no le ha quedado más remedio que intervenir. Si arriesgas y provocas un daño físico a alguien, o material, el resultado es un suspenso, y va a haber que reparar el coche. De todas formas, los profesores suelen esperar al último momento. Ellos conocen bien al alumno.

—¿Hay un tope de intentos para presentarse al examen?

—No, no hay ningún tope. Hay gente que tarda años incluso, que para y a lo mejor después vuelve. Lo que pasa es que examinas a tanta gente que tampoco es que los recordemos muy bien.

—¿Notas que hay menos gente de 18 que va directa a sacárselo?

—Sigue habiendo quien lo hace recién cumplidos los 18, pero la gente ahora igual espera un poquito más. Tenemos de 19, de 20, de 21... Pero no hay aquella ansia que había antes, que cumplías los 18 años y ya tu afán era sacar el permiso de conducir. Yo creo que ya no hay tanto interés en el carné, sino que incluso muchos vienen casi por obligación. Sacar el carné a los 18 ya no es una prioridad como era antes.

—¿A qué se debe?

—Yo creo que ahora los jóvenes usan más el transporte público, se apañan bien. Ya no ven el coche como ese símbolo de libertad que era antes, ahora utilizan otro tipo de medios. Hay chavales que viven en la ciudad y que ya no lo necesitan, por lo que lo van aplazando. Desde luego, hoy hay otra cultura y otras prioridades, como son los dispositivos electrónicos.

—¿Cómo podemos saber que estamos preparados, que es el momento de presentarse al práctico?

—Normalmente, las personas se adelantan. El profesor es quien conoce al alumno, y los alumnos harían bien en dejarse aconsejar por él. Si el profesor te dice: 'No estás preparado todavía', seguramente sea verdad. Además, el alumno debe sentir que domina el coche y la situación. Por muy bien que el examinador le trate, es un momento de tensión en el que necesita tener seguridad para poder hacerlo con solvencia. Si lo hace así, es que está preparado. Realmente la conducción es una cosa bastante sencilla, porque son una serie de hábitos y cosas repetitivas que tienes que conseguir que te salgan ya sin pensar, automáticamente. Ya no solo el manejo de los mandos, sino la observación.

—Al principio es difícil que todo eso salga de forma fluida.

—Si tú tienes que hacer un cambio de carril y ya estás pensando si tienes que mirar o no... Eso tiene que ser automático. Y precisamente eso es muchas veces lo que falta, porque se escatima en las prácticas. No todo el mundo lo hace, pero hay mucho de 'si puedo ahorrarme unas practiquillas, me las ahorro'.

—Es que el carné también ha subido mucho, ¿no?

—Cierto, pero hay que ver también que cuando uno coge un coche, aunque sea un cochecillo de segunda mano o un vehículo modesto, va a tener que gastar en él continuamente, porque va a tener que echarle gasolina todos los meses, de vez en cuando tiene que cambiar las ruedas, si se le da un golpe hay que arreglarlo... El vehículo consume muchísimo dinero. Al lado de esto, la inversión de una buena preparación es un coste muy pequeño que, además, te vale ya para toda la vida. Evidentemente, no eres un conductor con experiencia, pero si sales de una autoescuela bien preparado, tienes una buena base sobre la que luego ir aumentando tu nivel de conducción.

—¿En qué ciudades examinas?

—Nuestro centro de exámenes está en A Coruña y Ferrol. A veces en Santiago, cuando necesitan ayuda, pero es más ocasional.

—¿Y en qué ciudad es más difícil sacarse el carné?

—No es que sea más difícil en A Coruña que en otra, pero sí que permite hacer un examen muy completo, porque tienes un rápido acceso a autovía y a todo tipo de vías, además de un núcleo urbano bastante completo.

—Pero ese empedrado del centro de Ferrol o las cuestas de Vigo...

—En Ferrol no solemos meternos por esa zona, como tampoco por la Ciudad Vieja de A Coruña. Lo que sí puedo decir es que a un alumno bien preparado le da igual el recorrido, hace el que le pongan por delante.

—Después de tantos años, cuando ves entrar a un alumno en el coche, ¿ya hueles el aprobado o el suspenso?

—Eso de 'por la forma de sentarse el alumno ya sé si va a aprobar o a suspender' es un mito, no es cierto. Además que no puedes hacer eso, porque ya te condicionaría a la hora de calificar. Es imposible saberlo. Hombre, salvo que sea un desastre los primeros minutos y ya pinte muy mal. Pero hay que dejarlo correr, no se puede saber nada más sentarse un alumno si lo va a hacer bien o lo va a hacer mal.

—¿Y alguna vez suspendiste a alguien antes de arrancar? Por no ponerse el cinturón, o algo parecido

—No ponerse el cinturón no es un suspenso. Pero sí se ha dado algún caso, por ejemplo, de que arrancas con la marcha puesta y le das al de delante. O que nada más salir, resulta que no has valorado o no has mirado bien la distancia a la que venía un coche, y como casi creas un accidente, tiene que parar el profesor. No es muy habitual, pero sí me ha sucedido el suspender a un alumno antes de que arranque el coche.

—Si todos los conductores nos volviéramos a examinar años después, ¿suspenderíamos?

—Pues posiblemente sí. No porque no se maneje el vehículo, sino porque se conduce a veces de forma perezosa o cómoda, entre comillas. Y no es que no se sepan las normas, sino que simplemente no se quiere hacer. Por ejemplo, a la hora de señalizar. Algo que puede ser tan importante a la hora de evitar un accidente, y sin embargo no se señaliza. O lo que decíamos antes de las glorietas, que muchos saben que tienen que colocarse en un determinado carril, ir por fuera y avisar con antelación, pero tampoco se hace. Se cruzan las glorietas por una supuesta comodidad, entonces uno se va dejando, cogiendo malos hábitos, y se acostumbra.

—¿Os llama algo la atención en el teórico?

—Sí, a mí me llama la atención en algún caso el déficit de vocabulario. A veces preguntan cosas de simple vocabulario. Por ejemplo, 'cómputo de carriles'. Y te preguntan: '¿Qué es cómputo?'. O '¿qué es perpendicular?'. Pero en general, la gente pregunta poco.

—¿Y cómo darse cuenta de que es el momento de dejar de conducir?

—Es que eso tiene que valorarlo uno, y a veces uno no es la mejor persona para valorarlo. Cuando tu entorno te dice 'mejor que lo dejes', es una señal. Pero también puedes darte cuenta tú mismo, cuando ves que has tenido algún susto o que el coche ya no va por donde tú quieres, sino que te lleva el coche a ti. Entonces, es el momento de dejar el volante. Hay que entender que es difícil para una persona que ha conducido toda su vida, que ha tenido su independencia y no ha dependido de los demás o de otro tipo de transporte. Debería uno dejarlo cuando ya empieza a ser un peligro para sí mismo y para los demás.

—Quedan pocas matrículas de las de antes, pero siguen escuchándose cosas como ‘ahí va uno de Lugo’, o ‘este debe ser de Coruña’. ¿Hay diferencias en la forma de conducir en Galicia?

—Pues no lo sé, yo viajo mucho por la zona de Vigo. Y sí, se conduce más rápido en Vigo que en A Coruña, tienen las glorietas más grandes... Pero yo creo que hay conductores buenos y malos en todos los sitios, no tiene nada que ver con la ciudad.

—¿Con qué mejoraría la circulación?

—Hay una cosa que facilitaría mucho circular, y es la idea de dejar pasar. Si un coche te está pidiendo el cambio de carril, ¿por qué no le vas a facilitar la maniobra? Y lo mismo con la incorporación a la autovía, por ejemplo. Es algo que todavía cuesta en España. Yo estuve en otros países, y la verdad es que cuando estás en un país donde la gente es cívica y trata de facilitarles la circulación a los demás, es una maravilla, porque se circula muchísimo mejor y no llegas más tarde a los sitios, al contrario. Llegas antes y, seguramente, más seguro.