Judit, alumna del nuevo grado de Intelixencia Artificial: «Voy a tener muchas salidas, sé que estoy en el momento y el sitio perfectos»

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XOAN A. SOLER

La estudiante, que este año recibió el segundo premio Stephen Hawking con un proyecto sobre Spotify, estudia en la USC y dice que aún hay mucho desconocimiento: «Cuando se habla de esto, se nos viene a la mente el típico robot»

02 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Podemos confiar cien por cien en un robot que diga que una persona padece esto o lo otro? Esa y muchas otras preguntas se hace Judit González Prol, que sueña con ser capaz de responderlas. No es una alumna cualquiera. Este año ganó el segundo premio Stephen Hawking con un proyecto que hizo en el marco de su bachillerato STEMbach en el IES Plurilingüe Rosalía de Castro de Santiago. Lo hizo sobre inteligencia artificial, y ese es precisamente el grado que estrena ahora. Judit es consciente de que la suya es una rama que mayoritariamente se ve como algo desconocido, casi futurista. «A mí desde pequeña me gustó la informática. Ya desde el colegio, cuando te mandaban hacer un proyecto o la típica presentación, a mí me gustaba buscar un programa que lo hiciese más chulo. Siempre tuve ese disconformidad con lo más básico. Y también participé en muchas extraescolares de robótica, impresión 3D... », recuerda.

Precisamente, Judit hizo de la mano de la USC ese proyecto con el que ganó el galardón científico. «Y en concreto, quien me llevó el trabajo era el coordinador de Informática, que ahora es el de Intelixencia Artificial. Me comentó que iban a hacer el grado y me interesó, porque mi proyecto iba sobre algoritmos».

«Piensan en robots»

Cuenta que en la etapa escolar, el contacto con la inteligencia artificial es mínimo. «Y sí, siempre se nos viene a la mente el típico robot, con connotaciones casi malignas», se ríe. Su trabajo tenía que ver con Spotify, «que prácticamente se basa en inteligencia artificial, en recomendaciones». Esa es una parte muy importante de lo que estudian en el grado. Hay otra de matemáticas y mucha creatividad, para buscar soluciones a las cosas de una forma científica.

«Esto busca comprender la realidad de forma matemática, y después implementarlo a aplicaciones de nuestro día a día». Alexa o Siri son un buen ejemplo. También los coches de conducción automática. «El programa que conduce un Tesla está hecho con inteligencia artificial, así que nosotros lo que tenemos que investigar y crear son algoritmos que puedan detectar la realidad a través de una cámara, y que sepan que una persona es un peatón y se mueve de esta manera, que el coche de delante va a frenar o no en función de las luces que ponga... Intentamos recrear las capacidades cognitivas que tiene una persona de forma matemática y, en definitiva, artificial», explica.

Muchos de sus compañeros quieren llevarlo a un ámbito médico, para poder predecir enfermedades o tener diagnósticos mucho más precisos. Sin embargo, a Judit le llama más el ámbito empresarial. «Sí, porque combina también muchas otras capacidades, como el márketing, la publicidad... Por ejemplo, se podrían hacer predicciones de mercado y bolsa mucho más precisas, incluso ya hay algoritmos que invierten solos en bolsa; y luego están las apps que son capaces de detectar lo que te gusta». Claro que uno de los grandes conflictos de la aplicación de la inteligencia artificial en la empresa son los problemas éticos que genera.

«Hay ciertos límites legales que no están plasmados, y que lo limitan. Esto es el futuro, pero es una herramienta que no crece por sí sola sin las demás ciencias», dice. La curiosidad es innata en ella. «Se trata de averiguar por qué suceden las cosas». Los científicos como el que ella está llamada a ser son algo así como los filósofos del algoritmo. «La filosofía para nosotros es muy importante, sobre todo la parte de la lógica, siempre la tenemos que implementar». Sí, lo más puntero se sigue apoyando en las humanidades. «Muchos filósofos con ciertos conocimientos informáticos, como puede ser un máster en big data, están trabajando en grandes compañías internacionales. Y eso pasa porque necesitan a alguien que les pueda dar una visión que vaya más allá de la del simple matemático o el informático. Y lo mismo para la parte ética y social».

Esta alumna brillante forma parte de los 56 con los que cuenta en Santiago la USC en el edificio Emprendia (con especialidad en Tecnoloxías Intelixentes), a los que hay que sumar los 58 de A Coruña en la UDC (Sociedade e Empresas Intelixentes) y los 53 de Ourense con la UVigo (Sistemas de Información Intelixentes). Todos ellos se irán redistribuyendo a partir del tercer curso, cuando escojan especialidad. Es la primera vez que las tres universidades gallegas comparten un grado, en la que es una de sus apuestas más prometedoras.

«Comparado con otros como Derecho, que son unas 170 personas, o Medicina, con 300 cada año, sí que hay diferencia. Pero si nos comparamos con Informática, que lleva unos cuantos años en Santiago y tiene un número de alumnos parecido, te das cuenta de que somos bastantes. Sobre todo sabiendo que es un grado nuevo y una ciencia tan innovadora. Esto es meterse a lo desconocido», señala Judit, que resume a la perfección la enorme proyección de su carrera: «Ya hay muchas salidas, y creo que cuando acabemos el grado todavía habrá más. Es decir, estamos en el momento y en el sitio perfectos, pero queda mucho por hacer».