César, anticuario de Lugo: «Tiven un reloxo que pertenceu ao marido de Isabell II»

L. CANCELA

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Xaime Ramallal

El suyo es un oficio de cazatesoros profesionales, adaptados al siglo XXI. Trabaja a través de internet y cumple con los encargos de sus clientes internacionales. ¿Tienes algo en tu casa que le sirva?

22 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Manolo Piñeiro es un cazatesoros modernizado. Del siglo XXI. Es responsable de César Antigüedades, un negocio con más de 50 años de historia que ya regentaba su padre, y al que él se dedica desde hace 22. Su trabajo bien puede ejemplificarse con los profesionales de la subasta que aparecen en televisión. Eso sí, la realidad siempre supera a la ficción. Tiene clientes en España, en Portugal, en Francia y hasta en Europa del Este, «aínda que pola situación bélica e económica, ese público está paralizado», explica.

Ahora lo que demanda son tesoros. De hecho, da facilidades a quienes hagan la primera oferta. «Buscamos produtos para abastecer as demandas da clientela», cuenta. La operación es sencilla. Digamos que Miguel (cliente ficticio) tiene en propiedad una colección de cubertería de plata. Una joya de principios del siglo XX conservada como el primer día.

«A xente chámanos e proponnos un produto. Como adianto, poden mandarnos unha foto do que teñen, e nós dicímoslle se nos interesa ou non». En caso afirmativo, alguien del equipo de antigüedades se desplaza al domicilio, sin ningún tipo de compromiso, y pone sobre la mesa una oferta. ¿Por qué vende la gente objetos tan preciados? «Traballamos moitas herencias, por exemplo», responde Piñeiro. Objetos con mayor o menor valor en el mercado pero con un alto impacto cultural o histórico.

El catálogo es amplio y da para rellenar muchas hojas. Bargueño, piezas de marfil, de plata, de oro, cerámica de Sargadelos moderna, cerámica de Sargadelos antigua, de O Castro, relojes con historia, arte religioso y sacrorromano, grabados o pinturas, y hasta monedas y billetes. El cliente tiene mucho que ofrecer y estos cazatesoros lo saben. Puede decirse que son nómadas, porque no tienen un punto de venta físico. «Todo vai por internet», dice. Su web es https://www.antiguedadeslugo.com/. Son anticuarios adaptados a los nuevos tiempos. Pese a todos los cambios, mantienen su esencia: «É un traballo apaixonante e moi bonito. Pero non ten horarios. Poden chamar un domingo e eu teño que contestar», apunta. No hay dinero que lo pague. Las experiencias valen más. Con la mercancía a la que tienen acceso, «todos os días aprendemos algo novo».

En su lista de reliquias existen objetos dignos de museo. «Pezas de Sargadelos moi antigas, pezas de marfil dunha categoría moi potente... Tamén tiven un reloxo que pertenceu ao marido de Isabell II, ou un vaso que fora de Napoléon Bonaparte», explica. Ya no la tiene. «Hai que poñelas no mercado para que o negocio siga funcionando. Pero non podo negar que nos gustaría quedarnos moitas cousas», concluye.