No cambié, no cambié

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE VOZ AUDIOVISUAL

YES

17 sep 2022 . Actualizado a las 13:58 h.

Con sus insultantes 19 años colgados de la sonrisa, Carlos Alcaraz prometió el lunes que su formidable victoria en Nueva York no lo va a cambiar. Se anticipa el chaval al repelús que suscita la vanidad del triunfador, a quien de alguna forma le exigimos que disimule su naturaleza extraordinaria para que lo sigamos queriendo. Nadie molesta más que esa gente que va por la vida con los talentos o los privilegios al aire, abusones del éxito o los fueros que te restriegan sus ventajas por los morros. El trato es que los elegidos sean campechanos aunque sus vidas reales no se parezcan en nada a las nuestras y en la intimidad, ya sin disimulos, aflore quienes de verdad son y a qué se dedican. Aún retumba aquel «somos gente normal» que reclamaba para sí el primer Pablo Iglesias, una reivindicación machacona que por sí misma ya constataba que había dejado de ser gente o de ser normal. Ya se sabe que se presume de lo que se carece.

En Alcaraz conmueve ese anhelo por seguir siendo el de siempre, aunque tengamos la certeza de que ya es imposible que lo sea. Emprende el chaval una vida nueva en la que tendrá que cambiar cosas cada día para que los demás pensemos que la ternura y el candor que derrochó el lunes se mantienen intactos. Se tendrá que trabajar esa tensión de gatopardo, lo tendrá que cambiar todo si quiere que todo siga igual.

No todo el mundo triunfa en ese entrenamiento de la normalidad que permite a los elegidos tener por un rato una apariencia corriente y conectar desde abajo con todos los demás. A algunos se les escapa el meñique cuando menos conviene destrozando con un gesto mínimo todo el camuflaje. Esa mano voladora de Carlos III indicando a un ujier al que ni mira que retire unos tinteros de la mesa en la que firmó su proclamación como rey de Inglaterra lo radiografía de una manera flagrante y retira la cortina de normalidad con la que también allí intenta la monarquía mantener su pacto con la democracia.