Olatz tiene una relación abierta: «La gente cree que el poliamor va de tener sexo a destajo y no»

ALEJANDRA CEBALLOS LÓPEZ / S. F.

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«Hay que pegarle un petardazo al amor romántico», apunta esta mujer que tiene una relación no monógama en la que tienen cabida más de dos personas

08 sep 2022 . Actualizado a las 10:47 h.

En el 2012, Olatz Garai (1983, Vizcaya), a la que desde chavalita «le chirriaban» muchas cosas del amor romántico, salió de su última relación monógama para no volver jamás a la idea tradicional que tenemos de una pareja.

Antes, en el 2011 se embarcó en la lectura de La construcción sociocultural del amor romántico, de Coral Herrera, y comenzó un camino de dudas y crecimiento personal. Una trayectoria a la que se sumó Jorge, el compañero con el que vive actualmente pero al que prefiere no llamar pareja, como parte de eso que ha ido desmontando.

«Casi con 40 años conocí el poliamor y dije: ‘Se pueden hacer las cosas de otra manera’. Y ahí entendí muchas que me cuestionaba. No es un camino fácil, pero es superenriquecedor», reflexiona. Después de terminar con una pareja en el 2012, empezó a vivir su sexualidad con una libertad que antes no se había permitido y ya no se imaginó volviendo a tener un compañero de la misma forma.

Conoció a más personas que disfrutaban de relaciones abiertas y finalmente, hace tres años, se enamoró de Jorge y los dos se fueron a vivir juntos rompiendo los estereotipos que tenían fijados. «Nos reímos muchísimo, además, fue muy bonito estar en el mismo punto vital de querer explorar y cuestionar las relaciones de pareja. Ha sido un camino que hemos hecho los dos a la vez, pero se han ido incorporando otras personas y hemos ido evolucionando con muchísimo amor», explica.

 El amor de la vida

Olatz primero entendió que no se trataba, como piensa mucha gente, de que el poliamor va «de ir follando a destajo y luego volver a casa y que te esté esperando tu pareja. No es así». Va, como dice ella, de «pegar un petardazo a lo que entendemos como amor romántico y al concepto que tenemos de compañero. Como consecuencia, se pueden tener o no más parejas. El poliamor va del cuidado a todas las personas con las que entablas una relación, aunque sean de una sola noche. Esas historias también son serias. Lo que pasa es que, en general, nos las tomamos como si no fueran importantes porque duran poco».

Olatz entendió que esto de las parejas de los cuentos de hadas y las canciones románticas nos hacen más mal que bien. «Idealizamos mogollón. Pensamos: ‘Ay, le gusta el mismo árbol que a mí’, y nos venimos arriba. Creer en la persona ideal no es una cosa real. Hay gente que lo pasa mal porque no encuentra eso que supuestamente tiene que ser y se termina frustrando porque la persona ideal no existe. Tiene que ser mucha casualidad y has de tener mucha suerte para que, con la cantidad de seres humanos que hay, justo conozcas al amor de tu vida en un encuentro. Además, esperas que esa persona sea tu compañero sexual y sentimental, con el que convives, con el que tienes proyectos y, además, el compañero que debe sostenerte cada vez que tienes un problema», apunta. «A mí me pareció muy liberador dejar de exigir todo eso. ¿Por qué debe ser Jorge el que me apoye siempre? A lo mejor tiene más sentido llamar a mi amiga Jéssica, a la que conozco desde hace 20 años, para una determinada situación», reflexiona.

En lugar de poner tanta responsabilidad en sus parejas, Olatz ha decidido dar importancia y repartir necesidades entre sus amigas y familiares. Les dedica tiempo, comparten vacaciones y ha hecho de sí misma el amor de su vida. La relación con Jorge, sin embargo, al principio sí obedeció a lo que se construía desde la «mononorma», como la llaman los teóricos, pero ahora ha cambiado.

«Al inicio —señala— lo llevaba a comer a casa de mi madre y teníamos una relación poliamorosa jerárquica, es decir, el vínculo entre Jorge y yo era el principal, y las otras relaciones tenían menos importancia, que por supuesto ambos acordábamos, pero con el tiempo nos hemos ido despegando y eso a la larga te quita mucho estrés», cuenta.

Ahora ella exige menos de Jorge y los dos se necesitan menos entre sí, sin que eso mengüe el amor que se tienen. Olatz explica que ha sido muy sido reconfortante incluso para ella, que en un principio exigía cosas de su pareja basadas en lo que le había enseñado la sociedad.

 Celos, malditos celos

Contrariamente a lo que creen muchos, estas relaciones poliamorosas implican, desde el punto de vista de Olatz, mucha madurez, confianza mutua y, sobre todo, comunicación. «Yo tenía el síndrome de la buena poliamorosa: creía que no debería sentir celos y ser superempática. De tal manera que si Jorge estaba con Yolanda —su otro vínculo [la persona con la que sale actualmente]— me daba cosa escribirle y pensaba: ‘Jo, déjalo, están ellos a su rollo', pero en realidad yo lo pasaba fatal. Después aprendí que si le mandaba un mensaje y él me contestaba, yo me quedaba más tranquila. Es importante decirle al otro: ‘Oye, estoy agobiada, me pasa esto’ y que tu compañero te escuche. Ayuda muchísimo», relata insistiendo también en no idealizar este tipo de relaciones o confundirlas con un pase libre para ser irresponsable con tu pareja o con los demás.

El poliamor va, por lo que cuenta ella, de pensarse, leer, consultar, llegar a acuerdos, conocer los límites propios, los del otro y construir lo que es bueno para cada vínculo, saber que no todas las relaciones funcionan igual. «Aquí no tienes referentes, hay que desmontar muchas cosas —añade Olatz—. Yo tengo mis libros, que son como la Biblia. Por ejemplo, con Brigitte Vasallo, que es una escritora de Barcelona, he aprendido acerca de las redes afectivas, a no poner toda la carga sobre un solo vínculo, como plantea el amor romántico, sino a saber que hay más gente ahí para mí. Es lo contrario al egoísmo. Hay que ser muy generoso», relata. Por consiguiente busca evolucionar a lo que ella y los autores denominan «anarquía relacional», es decir, a un estado donde todas las personas tienen el mismo peso. Con la posibilidad, o no, de tener relaciones sexoafectivas con terceros.

«La gente piensa que soy una pringada porque Jorge anda con otra persona y yo no. Pero yo no salgo todavía con alguien porque no se ha dado el momento, porque no quiero, porque me estoy dedicando a mí misma, pero si aparece, me daré esa oportunidad», explica.

Así como apunta que ser no monógama no implica no poder tener planes a futuro con Jorge. «Tengo proyectos con él tan importantes como seguir viviendo juntos, tener animales de los que nos responsabilizamos por igual. Tenemos acuerdos, como los que tendría con cualquier otro, pero sé que Jorge se puede ir, o que yo me puedo ir en cualquier momento, que el vínculo puede cambiar, si bien por ahora hay muchísimo amor. Solo que hay que revisar cómo amamos», concluye.