Iria, exmilitar y emprendedora: «Dejar el Ejercito para dedicarme a esto me parecía una locura, pero estamos de paso en el mundo»

Alejandra Ceballos López / M.V.

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CESAR TOIMIL

Está estudiando emergencias médicas como plan B para su retiro del Ejército, pero el hobby de su padre en la pandemia le cambió el rumbo. Ahora se inspira en Ferrol y Valdoviño para hacer joyas

28 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace tres años, si alguien le hubiera preguntado a Iria García a qué se iba a dedicar tras retirarse de las fuerzas armadas, ella contestaría que trabajaría en emergencias médicas (lo que está estudiando) o a algo relacionado con la Administración, que fueron las funciones que desempeñó en el Ejército durante 25 años. Hoy, sin embargo, se ha dado de alta como autónoma y pasa parte de su tiempo entre las ferias artesanales y el taller de bisutería que comparte con su padre, Julio.

Durante la pandemia, mientras muchos se veían obligados a renunciar a sus hobbies, Julio García encontró en el tiempo libre que propició el confinamiento la excusa para trabajar en su taller. Compró rollos de alambre y empezó a hacer pendientes metálicos, luego el pasatiempo evolucionó y comenzó a trabajar con resina y arcilla policromada. Iria, que al principio era solo la modelo de los pendientes, se volvió también una de las principales promotoras de este hobby que se ha convertido en su oficio, mientras el padre pasó a ser el maestro. Así nació As Mans do Avó.

Empezaron en una feria artesanal en Valdoviño, a la que fueron invitados y llevaron pendientes que ya tenían en stock, y la acogida de los clientes fue tal que Iria decidió seguir con el negocio. «Nunca se me habría ocurrido este plan, pero resultó perfecto porque esto es lo opuesto a la vida militar, aquí soy muy dueña de mi tiempo», relata la mujer de 44 años.

A sus 18, guiada por la tradición armamentista de Ferrol, Iria ingresó en las fuerzas armadas, «sin la intención de pasar toda la vida allí», dice, pero los viajes y la gente que conoció en el camino la hicieron quedarse, aunque sí menciona lo difícil que era estar alejada de su familia, especialmente de su hijo.

A poco de retirarse, tenía dos planes en marcha. Sin embargo, la vida la llevó por otro camino. La creatividad de los pendientes como forma de expresión y la posibilidad de decidir sobre su tiempo le permiten llevar una vida más cercana a lo que la hace feliz. Incluso pasa la mayor parte de su tiempo en Valdoviño, atraída por la cercanía de la gente y la riqueza natural, que también inspira algunos de los diseños de su marca de bisutería.

El plan es que As Mans do Avó siga creciendo, con ayuda de su esposo Pablo y de su padre. Si le preguntan sobre la aventura de emprender, no tiene duda: «A mí también me parecía una locura. Esto da mucho miedo. Pero al final estamos de paso en el mundo. Hay que intentar ser feliz. Seguramente no todos tendrán suerte, pero que lo intenten, que no se queden con las ganas de saber qué habría podido pasar».