Una noche mágica para pedir deseos y cumplir sueños

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Entre las opciones para celebrar las noches de verano en Galicia hay una propuesta especial, que organiza la bodega ourensana Viña Costeira, con la que disfrutar de las lágrimas de San Lorenzo o perseidas. Una cita que aúna arte, gastronomía, vinos y mucha astronomía

23 ago 2022 . Actualizado a las 22:11 h.

Las noches de verano en Galicia son especiales. Prácticamente todas están salpicadas de opciones con las que disfrutarlas al máximo. Como las verbenas y los fuegos artificiales; las citas gastronómicas, de tradiciones populares, de cine al aire libre o de mucha música. Entre las más esperadas, —casi incluso por encima de la visita de Leiva y los Ferreiro al Náutico de San Vicente— están las noches de perseidas.

Es esa lluvia de estrellas que se desliza por el cielo al caer el sol en los meses de julio y agosto, y que puede observarse en todo su esplendor desde puntos como las montañas del municipio ourensano de A Veiga o las islas Cíes y Ons. La verdad es que en el campo gallego hay infinidad de rincones en los que disfrutar de las conocidas como lágrimas de San Lorenzo, un fenómeno que alcanza su mayor esplendor a mediados de agosto. Se trata de partículas de polvo del tamaño aproximado de un grano de arena que deja el cometa Swift-Tuttle en su órbita alrededor del Sol. Se perciben como una increíble lluvia de estrellas fugaces, por eso esas noches son las de deseos pedidos y, muchas veces, las de sueños cumplidos.

Un toque de magia

Hay quien monta el campamento en el jardín para ver las lágrimas de San Lorenzo. Los hay que agarran sudadera y manta, y se van al medio del monte para tumbarse a verlas. Pero entre las opciones para disfrutarlas, también existen algunas preparadas con un toque extra de magia y encanto. Ahí está la propuesta de Viña Costeira. La Noite das Perseidas es una combinación perfecta de arte, gastronomía, viticultura y astronomía, que este año llegó a su sexta edición. El escenario fue el Pazo de Toubes, una construcción del siglo XVIII completamente restaurada, en el corazón de la pequeña aldea de Riobó, en el municipio ourensano de Cenlle. Rodeados íntegramente de viñedos y cobijados lateralmente por la cima de una montaña, los casi 150 invitados disfrutaron de una experiencia para vivir con los cinco sentidos con un precio por persona de 98 euros.

La finca de Viña Costeira se convirtió por una noche en un país de hadas y seres mágicos, que recibieron a los comensales en un jardín salpicado de pompas de jabón en el aire y de copas llenas de burbujas de vino blanco ribeiro. Los tonos naranjas de las últimas horas de sol del día se encargaron de iluminar el momento de los aperitivos. Algunos se asombraban al ver una antigua bodega íntegramente de piedra convertida en una estación de quesos gallegos con todo tipo de picatostes y mermeladas para acompañarlos. Otros preferían esperar en la terraza, a los pies de una mesa redonda donde un cortador de jamón hacía lo que mejor sabe, desnudando con destreza hasta seis piezas de castañas selecta. Mientras, los cuencos donde se servían las propuestas calientes se vaciaban al vuelo y viajaban a toda prisa en las bandejas del personal, que apuraban su camino hacia las cocinas para volver con otros nuevos. Triunfaron los minibaos de panceta con salsa de hierbas, los mejillones de la ría en escabeche de treixadura y las brochetas de langostino crujiente con fruta de la pasión.

Luces de verbena

Después de los aperitivos llegó la cena. La velada estaba perfectamente organizada en la explanada superior del Pazo de Toubes, que abrió reconvertido en restaurante en el mes de marzo. Allí, deslumbraron una enorme terraza iluminada por varias filas de bombillas a modo luces de verbena y un atardecer en tonos rosas que fue el protagonista de las fotos de todos los comensales. El jefe de cocina del Pazo de Toubes, el chef José Carlos Gómez, se encargó de elaborar un menú de tres platos. Arrancó con una corvina en dos cocciones con caldo de mar y berberechos. Le siguió un jarrete meloso al licor café con parmentier. Y lo cerró una tarta de mezcla de quesos gallegos, incluidos los más fuertes, al horno. Todo ello maridado con los vinos Amadeus, Modus Vivendi y Pazo Burbujas de Viña Costeira. No faltó el espectáculo, gracias a la música de la violonchelista Margarida Mariño y a varias actuaciones de danza mezcladas con toques de luz. Además, en el postre, el enólogo de esta bodega ourensana, Manuel Castro, se atrevió a descorchar el espumoso con una copa.

Ya con el sol durmiendo llegó la observación astronómica de la mano del divulgador científico José Luis Oltra. La octava luna llena del año, la que se aprecia con más fuerza y brillo, salió justo en la Noite das Perseidas, lo que impidió avistar cualquier lluvia de estrellas. Por el contrario, los presentes aprendieron sobre ese fenómeno astronómico, situaron y observaron diversas constelaciones de la mano de Oltra. Como cierre y para calmar el frío que dejó la Luna, un vasito de chocolate caliente y hasta el año que viene. Porque con o sin estrellas fugaces, la noche ya fue un sueño cumplido.