«Yo tengo 64 años y esta es mi tercera boda, él tiene 47 y es la segunda... Pero ha sido única»

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RUBÉN RODRÍGUEZ | FOTO·ERRE

María le lleva a Juanjo 17 años, «pero tenemos tan claro lo que somos que con nosotros no pueden», dice esta pareja que, tras 12 años, se dio el sí quiero en el hotel en el que durmió Rosalía tras su concierto en A Coruña: «Cambié de suite y le dejé la mía», cuenta la novia

14 feb 2024 . Actualizado a las 16:03 h.

«Llevo llorando desde que me desperté, estoy superemocionada», confiesa María, aún con la piel de gallina tras su boda de película con Juanjo. Esta pareja se hizo viral en YES cuando contó su historia de amor a prueba de bomba —y de prejuicios— en el 2021. Ella, que tiene 64 años, le lleva 17 a él, de 47. Ambos accedieron a contar en esta revista su relación, que el pasado sábado 30 de julio sellaron con un enlace de los que hacen época por muchos motivos. El primero, porque la novia le cedió su habitación a la mismísima Rosalía.

El secreto mejor guardado de la actuación de la artista en A Coruña, que no era otro que el hotel en el que se hospedaría, quedaba al descubierto por una foto de los seguidores más avispados cuando la estrella y su pareja, Rauw Alejandro, se disponían a entrar en el Noa Boutique Hotel de Santa Cruz. Pero María lo supo antes que nadie. Ella y Juanjo reservaron el hotel para su fiesta de sábado a domingo, ocupando cada una de sus 32 habitaciones con los invitados.

La novia posa junto a sus seis damas de honor
La novia posa junto a sus seis damas de honor RUBÉN RODRÍGUEZ | FOTO·ERRE

«Pero yo el viernes ya dejé a Juanjo en casa con Pupy, nuestra pomerania, y me fui a dormir allí en la víspera de la boda. Por eso me llamaron antes del hotel, para preguntarme si me importaba dejarle mi suite a Rosalía la noche del viernes y dormir yo en la de al lado, y les dije que sí. Así que puedo decir que dormí con Rosalía, o ella conmigo, porque estábamos pared con pared. Iban seguidas mi habitación, la suya y, a continuación, la de mis hijos», relata.

UN ENLACE PARADISÍACO

La boda estuvo repleta de anécdotas desde primera hora de la mañana, pero en cuanto el reloj marcó las seis y comenzó la ceremonia, justo en la misma fecha en que los novios se conocieron hace 12 años, todo salió rodado. El calificativo de paradisíaco se queda corto para definir la espectacularidad del enlace, que se celebró en la terraza superior, en lo alto del edificio, y estuvo aderezado con música en directo y una impresionante puesta de sol.

«Es la primera boda de estas características que se celebra allí, y tengo que destacar a Merychel, la directora de eventos, que estuvo a nuestro lado en todo, al igual que tenemos que agradecer también al chef Alejandro Ares por su magnífico menú», dice la novia. Pero la cosa fue a más por momentos. David, su decorador de Estudio DSR, trabajó desde la madrugada del viernes para vaciar absolutamente todo el restaurante, incluido el mobiliario, y redecorarlo por completo para la cena posterior. Lo mismo hicieron con parte de la terraza del paseo marítimo, donde instalaron su propio espacio chill out. Llevaron hasta la cubertería. Instalaron lámparas y un porche iluminado en el exterior. Hasta lanzaron fuegos artificiales, lo que hizo que más de un viandante se preguntara qué fiesta patronal había ese fin de semana en Santa Cruz.

Tres padrinos presidieron el enlace, los dos hijos de María y el de Juanjo, detalla el novio, que tiene grabada a fuego la entrada de su mujer, guapísima con un vestido de Demetrios, su diseñador favorito, que consiguió en Lovely by Isabelle. «Yo entré allí del brazo de uno de mis hijos, que iba con su uniforme de gala del Ejército, y con una recua delante. Mi hermana, mi sobrina, mi amiga íntima, mi ahijada... Llevé seis damas de honor y a Pupy, que iba ideal con su hortensia en el cuello». También memorable fue la entrada de ambos en sidecar desde el castillo de Santa Cruz tras las fotos. «Estaba el paseo lleno de gente. Yo vergüenza no tengo, pero me daba la risa», asegura ella divertida.

Las familias y amigos de ambos —asistieron alrededor de 130 personas a la celebración— también dieron el resto. El tema que entonó el padre de Juanjo, tenor de Follas Novas, enmudeció a todos. Lo mismo hizo el padre de María, que con 89 años volvió a tocar el saxofón tras muchos años sin hacerlo. Mención aparte merece la actuación de la novia y sus amigas, las Tinas. «Subimos como locas a vestirnos de flecos y bajamos corriendo a hacer una coreografía con una canción de Tina Turner, de la que soy fanática», relata María, que con tantas sorpresas tuvo que dejar alguna en la recámara: «Cariño, también quise sorprenderte cantando la de Eres, de Dani Martín, ¡pero es que no me dio tiempo!».

A las cinco de la madrugada se fueron todos a sus habitaciones, pero aún quedaba el fin de fiesta al día siguiente, con un brunch que se prolongó hasta las cuatro de la tarde y que tuvo su propio dress code con todos vestidos de blanco. «Fue una pasada, nadie se quería ir», señalan los novios, que ayer mismo iniciaron su luna de miel tomando un crucero que les llevará en los próximos días a Italia, parte de Turquía y Grecia.

No faltó absolutamente de nada en su boda. Especialmente, no faltó la ilusión. Y eso que no era la primera para ninguno de los dos. «Yo tengo 64 años y es la tercera, él tiene 47 y es la segunda... Pero ha sido única», dice ella. Él la secunda. «Es que nosotros no nos cortamos en nada, vamos a tope con todo». Fue la pandemia la que les animó a dar el paso. Llevaban años hablándolo, pero no encontraban el momento, «hasta que yo le dije a Juanjo: 'Cielo, después de ver cuánta gente perdió a sus seres queridos, que gracias a Dios a los nuestros no les pasó nada, me gustaría casarme con nuestros padres de testigo'». Y vaya si lo hicieron. No les falló ni el tiempo. «El sol lo adornaba todo», dice él. «Cariño, lo adornabas tú, mi amor», le responde ella. La devoción entre ellos se palpa durante toda la conversación.

«¿ESTE ES TU HIJO?»

«Llegó la víspera de la boda y quiso que durmiéramos separados», señala Juanjo. «Es que yo soy tradicional. Claro, la edad...», dice María, que no rehúye esta cuestión: «La vida es muy puñetera, y a lo mejor llega un momento... Yo estoy preparada para eso, él no quiere que lo diga, pero lo estoy. La edad es la edad. Llegará un momento en el que él seguirá siendo espectacularmente guapo y yo seré una anciana a su lado. Es que es así, hay que ser realista». «Mañana tengo un accidente e igual estoy peor que ella», le contradice su flamante marido, que quiso recoger en sus votos las dificultades de su comienzo. «Fue supercomplicado, porque yo tenía 35 y ella 51. Tuvimos que aguantar tonterías, como estar tomando algo y que venga alguien y le diga a María: '¿Estás con tu hijo?'. Es complicado, es la verdad, y siempre lo dijimos». «Pero es que yo tengo una edad fisiológica de 64 años y una mental de treinta y algo o 40, porque tengo la mente muy abierta», añade ella riéndose. «El amor no tiene edad. Tenemos tan claro lo que somos, cómo somos y dónde estamos, que con nosotros no pueden», zanjan. A la vista está que no. Enhorabuena, pareja.