Identidad en el cuerpo
Cambiar el nombre es solo el inicio del viaje. En algunos casos, después hay que conversar con el resto de la familia, hacerlo público y, posteriormente, pasar por exámenes médicos, psicológicos y a veces psiquiátricos, para lograr la reasignación hormonal, e incluso cirugías para cambiar los genitales.
«Normalmente te dicen que si te estás hormonando, eres un trans más válido, y no es así. Se trata de que no te sientas menos hombre o mujer por tu aparato reproductor. Yo tengo una mastectomía radical, en un punto se me cayó todo el pelo por el cáncer y no por eso soy un hombre. Hay que normalizar las distintas corporalidades. Ojalá Eider también lo entendiera de este modo», explica Mila, que pese a esta opinión, ya inició los trámites para que su hijo se realice la mastectomía. «Se están reconstruyendo para poder ser quienes son, y quieren verlo reflejado en el espejo», dice.
A pesar de que algunos familiares de Eider llegaron a afirmar que lo suyo era una moda, él ya lleva un año desde que inició la hormonación y no ha faltado a ninguna de las citas que tiene cada 21 días para aplicarse testosterona. «Me avisaron de que tendría cambios de humor y fue duro. A la adolescencia súmale esto. Tenía altos y bajos, además de que él pensaba que iba a ser de la noche a la mañana y eso lleva su tiempo. Para mí también fue complicado ver cómo se transformaba, pero pasó de ser supertímido, incluso le hicieron bullying, a ser superempoderado. A decir: `Aquí estoy yo, quien me quiera bien, y quien no que no me mire´. Verlo libre me hace muy feliz», relata Mila.
En cuanto a N, inició su transición con el corte de pelo, luego hizo pública su decisión, en enero cambió su nombre y está esperando el resultado de los exámenes médicos para iniciar su hormonación.
Las madres, por su parte, saben que tendrán que enfrentarse a burocracias, familiares indiscretos y leyes con las que no están de acuerdo, pero no dudan en apoyar a sus hijos. «Ellos tienen la valentía de reconstruirse desde cero y eso es un aprendizaje para todos. Cuando hay una persona vulnerable en tu familia, terminas viendo el mundo de otra manera más enriquecedora. Lo vivimos como una bendición», concluyen.