¿Cuánto cuesta una boda en Galicia?

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Dar el sí quiero ha subido de precio, las parejas ya no quieren algo íntimo, sino todo un festival: «foodtrucks», animación, y una fiesta que deje huella. Recuperar el desembolso es, en estos tiempos, una tarea imposible

10 ene 2023 . Actualizado a las 17:17 h.

Una rápida búsqueda en internet de la palabra boda ofrece más de 300 millones de resultados en apenas 30 segundos. «¿Quién paga la boda?», o «¿cuánto cuesta un evento de este tipo para cien personas?» están entre las preguntas más tecleadas. Este sigue siendo el tormento de quien firma el cheque. Las parejas lo hacen, con gusto, aunque la cuenta del banco se resienta. Ahora ya no son los invitados los que, con sus regalos, cubren todos los gastos. Este colchón económico solo sirve para amortiguar en la mayoría de ocasiones uno de los días más importantes de la vida de uno. La realidad es que una boda puede valer tanto como uno quiera, aunque tiene un coste mínimo que todo español se ve obligado a apoquinar.

En Galicia, de media, y para 130 invitados, 21.443,90 euros. Una cifra que puesta en contexto supone, aproximadamente, unos 177 euros por persona. Así lo publicaba el Libro imprescindible de las bodas en el 2019. Dato que se queda por encima de la media española, situada en torno a los 20.500 euros. Al menos, sobre el papel. «El precio va a depender del tipo de boda que la gente quiera. Sigue existiendo la clásica, y más sencilla, en la que bastarán unos 20.000 euros. No obstante, nuestro cliente medio se gasta más o menos 40.000», explica Patricia Fragio, cofundadora del servicio de asesorías de eventos Love Lovely. Casi el doble. Un dato con el que coincide Yolanda Vieito, de Con tacones y de boda. El coste medio de los eventos que su firma prepara oscila entre los 35.000 y 40.000 euros. «Existen muchas formas de hacer una boda. Si alguien prepara una más sencilla que solo incluya comida y barra libre, sí puede acercarse más a los 21.000 euros estimados», señala.

Esta descripción poco tiene que ver con las que ahora son tendencia. Decoración, puesta en escena, música en directo, photocall, fincas en lugar de restaurantes, fotógrafos especializados y un largo etcétera que convierten el enlace en un auténtico sarao. «Desde hace unos años se viene dando cada vez mayor peso a la fiesta. Pero desde la pandemia, lo hemos notado muchísimo más. Son varios los clientes que lo primero que nos han dicho es que, como llevan tiempo sin juntarse toda la familia, quieren una fiesta de verdad», destaca Fragio. Dentro del sector está más que comprobado: «La forma de celebrar ha cambiado», constata la experta.

Rosa Taboada para Con tacones y de boda.

Menos invitados

Hay muchos ejemplos que materializan esta transformación: «Ahora se busca abrir la fiesta con música en directo, con disyoqueis residentes en discotecas. Ya no son los típicos que solo se dedicaban a bodas. También se le da mucha importancia a la animación, a los aperitivos con foodtrucks, a las preparaciones en directo o a la recena», describe Yolanda Vieito. Una esencia que ella define con tres palabras: «Es un minifestival».

Para aportar la guinda al pastel, y al cheque final, la originalidad en los eventos prima y mucho. «Quieren que el suyo sea memorable», explica la cocreadora de Con tacones y de boda. Nada de pasar el verano yendo a una tras otra en cadena. Así, no es de extrañar que el precio final vaya subiendo más y más.

La partida con mayor protagonismo del presupuesto total se la lleva el banquete. «El precio por persona suele rondar los 165 euros, incluyendo barra libre de cuatro horas dentro del menú», expone Yolanda Vieito. En este caso, los costes se han incrementado particularmente en los últimos tiempos y son varios quienes han tenido que sumar un pellizco a las cantidades ya pagadas: «Conocemos a una pareja que tuvo que dar al banquete el aumento del 3 %», asegura Fragio.

El desglose continúa con la decoración, que si bien depende mucho de cada celebración, «puede oscilar entre los 6.000 y 8.000 euros». La fiesta también supone un gasto a destacar: «Un DJ normal suele estar en los 600, más las horas extras. Con todo, si la pareja quiere seguir la tendencia de montar una fiesta parecida a un festival, estaríamos hablando de un precio que parte de los 2.000», reconoce la wedding planner. Eso sí, incluye todo aquello que podamos imaginar. Desde iluminación, a efectos especiales o animación. Lo esencial para acabar el día con una noche de cuento.

Rosa Taboada para Con tacones y de boda.

A esto, El libro imprescindible sobre las bodas le suma otros gastos como un videógrafo, con un coste de 950 euros, el fotógrafo por 1.500, la floristería por 600, o las invitaciones por 250. Sumatorios que para las expertas quedan lejos de la realidad. Precisamente, en esta última categoría, lo digital está cobrando protagonismo. El documento destaca que, aproximadamente, el 13 % de los encuestados recurrieron al correo en línea. Ocurre lo mismo con la tendencia Save the date, una preinvitación, que alerta del día concreto de la celebración. Ya lo dice el dicho, más vale pájaro en mano que ciento volando.

200 euros de regalo

Una vez que queda claro lo que pagan los novios por el día de su vida, ¿cuánto debe aportar cada invitado? Más de lo que muchos piensan. Con la inflación, y, teniendo en cuenta el espíritu de este tipo de celebraciones, «yo diría que regalar por debajo de 200 euros se queda muy escaso. Esa cifra es la básica», precisa Fragio. Yolanda coincide en este dato, «con el que al menos cubres el cubierto y un poco más», explica. Sin embargo, no todo es pesimismo. Unos invitados compensarán a otros. «La familia siempre da más, y de esta forma se iguala lo que uno da por arriba, otros, por abajo», reconoce la organizadora de eventos.

Tal y como indica la enciclopedia de las bodas, existe un porcentaje que acuden a la boda sin regalar. En concreto, un 5,5 % de los invitados, o lo que es lo mismo, dos personas. Sea como sea, el momento de los sí quiero se está transformando. Atrás ha quedado la idea de pensar que los novios pagarán la boda con los regalos. «Este ha dejado de ser el planteamiento. Las parejas se fijan un presupuesto y saben lo que pueden asumir», apunta Yolanda. Cuando los novios se sientan a preparar su compromiso, también hacen un trabajo de concienciación: «Tienen que ser consecuentes con lo que están haciendo», señala Fragio. Así que a la hora de pagar, los pies en la tierra. «Hemos tenido una pareja que ha donado el 100 % de los regalos», explica, y añade: «Valoran el hecho de que quieren celebrarlo, y no lo hacen en base a los obsequios de la boda», concluye.

De igual forma, y paralelo a la manera de casarse, el perfil de la pareja también ha ido evolucionando. La edad media para que ellas pasen por el altar son los 32 años, ellos suelen dar el paso a los 34. Los invitados también son cada vez menos, y sobre todo, más jóvenes. Antes era habitual que los padres añadiesen a sus amigos a la lista, una costumbre que ha quedado para la historia.

El 72,8 % de los encuestados en El libro imprescindible de las bodas se sigue pidiendo matrimonio. ¿Cómo lo hacen? Más de la mitad hincando la rodilla. Sin embargo, el tópico frente a una puesta de sol propio del imaginario popular se aleja bastante de la realidad, pues la mayoría de las pedidas continúan haciéndose en casa.