Ana Vidal, psicóloga: «A las personas altamente sensibles no se les escapa ni una»

FRANCISCA PACHECO GONZÁLEZ / S. F.

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Sandra Alonso

No es una patología, una enfermedad o un trastorno. Es un rasgo de personalidad con el que se nace y que, además, es hereditario. A día de hoy, la estadística indica que un 30% de las personas en el mundo son altamente sensibles (PAS)

22 jul 2022 . Actualizado a las 10:37 h.

Hay cuatro pilares fundamentales que definen a una persona altamente sensible, y Ana Belén Vidal los conoce bien. Ella los ve en los pacientes que atiende, pero también los vive en primera persona cada día.

El primero, y más importante, es la alta empatía, la capacidad de ponerse en la piel de los demás, de conectar emocionalmente con las situaciones. El segundo es una gran sensibilidad hacia las sutilezas, la intensidad al percibir, tanto a nivel físico como emocional. La tercera característica es el procesamiento profundo de información, la tendencia a analizar, investigar y cuestionarlo todo. La última es la sobreestimulación, una consecuencia de las tres primeras características. Al captar gran cantidad de información desde su entorno, las personas altamente sensibles suelen sufrir un agotamiento por saturación que los puede llevar, incluso, a padecer trastornos psicológicos. 

—¿Están las personas altamente sensibles más expuestas a sufrir este tipo de trastorno?

—Si no saben que son altamente sensibles, entonces sí. Si lo sabes, es como si te sacaras una venda de los ojos, porque entiendes lo que te pasa y tienes más herramientas para enfrentarlo. A veces una persona altamente sensible que no sabe que lo es tiene una tendencia a tener baja autoestima, porque se compara con los demás y se ve diferente, no inferior, pero sí diferente, y socialmente, ser diferente está penalizado. Cuando una persona altamente sensible no lo sabe, intenta llevar el ritmo de los demás y anula sus verdaderas capacidades. Entonces es muy habitual acabar con trastornos depresivos, de ansiedad o de estrés.

—¿Hay situaciones que las personas altamente sensibles deban evitar?

—No es que tengan que huir de las emociones como el miedo, el enfado, la ira o la tristeza, pero sí es cierto que, como las viven de manera más intensa, tienen que aprender a gestionarlas de manera adecuada, porque todas las emociones son necesarias y tienen una finalidad. Entonces, no hay que evitar situaciones, sino adaptarlas a tus necesidades y capacidades. Eso lo deberíamos hacer todos, pero sobre todo las personas altamente sensibles.

—¿Cómo pueden afectar, entonces, las situaciones de tensión cotidianas familiares o laborales?

—Afectan más, y da igual si la persona es protagonista o si está simplemente viéndolo, porque lo va a vivir como si fuera en primera persona. Es más, puede pasar lo mismo, incluso, si la persona está viendo una película, por ejemplo. El subconsciente de la persona altamente sensible no diferencia espacio-tiempo, para ella todo es real y está sucediendo en tiempo presente. La actividad cerebral del sistema límbico y la amígdala es muchísimo más alta en una persona altamente sensible en escenas de más tensión o de felicidad, por ejemplo, porque su subconsciente está generando información como si le estuviera pasando en primera persona.

—Situaciones como las que vemos en los medios estos días, como la guerra o la pandemia, también pueden ser un obstáculo, entonces…

—Sí, afectan mucho a las personas altamente sensibles. Tanto así que, casi por intuición, se apartan de la sobreinformación en este tipo de situaciones, porque si no, lo viven de una manera tan angustiante que se quedarían paralizadas, porque es una sobreestimulación. De hecho, uno de los consejos que damos es seleccionar un tipo de información que sea comprobada y rigurosa. No hace falta que te llenes constantemente de esta información. Define cuál es tu rango de acción e intenta desconectar, porque si no, no puedes seguir con tu vida.

—¿Para eso es necesario ir a terapia?

—Muchas veces no necesitan terapia propiamente dicha, pero sí les viene muy bien contrastar sus pensamientos con otra persona que les haga de espejo, porque piensan tanto que en determinados momentos se colapsan. Entonces tener la tranquilidad de contar con alguien que sea objetivo y que te entienda es un buen apoyo.

—¿Ser altamente sensible es, entonces, una fortaleza o una debilidad?

—El equivalente social de sensibilidad es debilidad, pero no es así. Yo siempre lo digo: es una fortaleza, sobre todo cuando lo sabes. Si no lo sabes, sí puede inclinarse la balanza hacia padecer, a sufrir. La gente que no sabe que es PAS tiene baja autoestima y dificultad para enfrentarse a su día a día porque todo lo analiza mucho y le cuesta tomar decisiones, viene la parálisis por análisis. En esas situaciones puede ser una desventaja, pero sabiéndolo es una ventaja.

—¿Por qué?

—Todas las personas, si es algo realmente importante, pueden conseguirlo, pero si es una persona altamente sensible, tiene la ventaja de que es más meticulosa, más observadora, más perfeccionista y no le genera un esfuerzo extra el aprender e interiorizar cosas nuevas. Además, sobre todo, son muy creativos, especialmente cuando aprenden a estar bien consigo mismos. Las personas altamente sensibles tienen momentos de inspiración que pueden resultar en ideas geniales; desde ese punto de vista es una ventaja. Además, las PAS lo disfrutan todo un poco más. Si tú vas a dar un paseo, vas a percibir cosas que otros no, el olor de la hierba recién cortada, la temperatura... Lo disfrutas de manera mucho más intensa.

—Es decir, no es solo sensibilidad emocional, también física...

—En general, sí. Captamos todo tipo de estímulos a través de los cinco sentidos y el sexto, que es la intuición, que también la tienen muy desarrollada. Dependiendo de la persona, uno es más sensible a los ruidos, a los olores, a las texturas. Por ejemplo, hay personas que no soportan comer determinadas comidas por la textura, o que no pueden llevar cierta ropa por las etiquetas o porque les pica. Hay peculiaridades y pequeñas manías, por decirlo de alguna manera.

—Se vive con mucha intensidad...

—Así es. Por ejemplo, las PAS reaccionan antes a sustancias como tabaco, drogas, medicación, café. Con la misma cantidad, una persona altamente sensible va a tener más efecto. A nivel mental son personas más despiertas intelectualmente. Después, a nivel emocional, está demostrado que el sistema límbico y la amígdala tienen más activación en una persona altamente sensible, por lo tanto, viven las cosas con mucha más intensidad, tanto lo bueno como lo no tan bueno. Son personas que son muy observadoras, que captan muchos detalles, incluso cosas que a veces no tienen mayor relevancia. Serían los detectives privados ideales porque no se les escapa ni una.

—Sin embargo, solemos disculparnos cuando somos más sensibles que el resto...

—La persona sensible se disculpa porque cree que incomoda a la persona que tiene enfrente, porque a nivel social tenemos un problema de gestión de las emociones. Nos cuesta. Muchas veces si un niño se cae, salimos corriendo a consolarlo y le decimos que no pasa nada, pero es que sí ha pasado. Se ha caído, se ha hecho daño y está llorando, déjale que llore. Es que tendemos a coartar esa expresión emocional. Nos cuesta permitir las emociones. Una persona altamente sensible se expresa, se emociona, se le llenan los ojos de lágrimas de inmediato y tiene miedo de que la persona que está enfrente se incomode o la mire como bicho raro. Quienes no son PAS suelen calificar a los PAS de dramáticos y exagerados, pero es que no es así. Lo viven todo de forma mucho más intensa.

—¿Crees que deberíamos permitirnos sentir más?

—Totalmente, pero eso es para todos. La sensibilidad es una de las características del ser humano y es lo que nos diferencia. Independientemente de que seas PAS o no, el mundo sería mucho más agradable si nos permitieran conectar con nuestras verdaderas emociones, ya sean agradables o desagradables, y supiéramos qué nos quieren decir, porque una emoción es una pista para nosotros. Tú estás sintiendo algo por una razón. Si escucháramos nuestros sentimientos, este sería un mundo mucho mejor para todos.

—¿Sería mejor si todos fuéramos PAS?

—Lo importante es el equilibrio. Es muy importante que potenciemos nuestra sensibilidad, pero no todos tienen que ser PAS. Si tú eres una persona equilibrada, empática, solidaria, justa, pues genial. Si no eres altamente sensible, tampoco es una desgracia. El objetivo es humanizarnos más, conectarnos más con nuestras necesidades y misiones, por qué estoy aquí.