Silvia Pellegrini, 68 años: «A mi edad, Tinder es lo único que hay»

Alejandra Ceballos López / S.F.

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Silvia Pellegrini abrió Tinder y en esta red conoció a un gallego de Pontevedra, con el que la relación no cuajó, pero pronto se reencontrará en Málaga con otro hombre con el que conectó a través de esta app

09 ene 2023 . Actualizado a las 18:55 h.

Desde noviembre del 2021, Silvia Pellegrini comenzó a planear su viaje a Europa. Unas vacaciones con la menor de sus hijas la llevó desde Madrid a A Coruña, pasando por París, Barcelona y Málaga. Llegó a la ciudad gallega en febrero del 2022 para visitar a su amiga Mechi, quien desde hace 25 años vive en Galicia.

Hoy está de vuelta a su país natal. Vive en San Carlos de Bariloche, en la Patagonia, pero al otro lado del océano no solo encontró una vida más adaptada para las personas mayores, sino un amigo, como lo llama ella: otro argentino, radicado en Málaga a quien conoció por Tinder.

Este septiembre Silvia cumplirá 70 años y ha visto el cambio de las interacciones, cómo la ciudad no se ha movido con su cuerpo y cómo la forma de relacionarse va evolucionando en un país que parece dejar la vida social y exterior a los más jóvenes.

Pero ella no se ha quedado atrás. Su profesión como maestra la obligó a mantenerse al día con la tecnología y las redes sociales. En plena pandemia, en el 2021, sus hijas le abrieron una cuenta de Tinder. «Ellas y mis amigas se reían, porque a esa edad no se animan a algo así», comenta la argentina, pero se lo abrió para entretenerse; es jubilada. 

«Quise tener una experiencia nueva. Me gustó mucho que internet es más rápido. Solo te pasas el número de teléfono y ya estás conectado. Por supuesto, cuando empiezas a hablar con alguien te das cuenta de que no quieres conocer a todos los hombres en persona, pero hay otros a los que sí», relata.

Alguien con quien conversar

A pesar de los prejuicios que puede haber hacia esta app de citas, Silvia insiste en compartir su experiencia, que ha sido muy positiva. Con cerca de 78 millones de descargas, Tinder sigue siendo la alternativa favorita de muchos para conocer gente nueva o incluso encontrar pareja en un mundo mediado por la tecnología.

«Como vivo en una ciudad que es turística, era una oportunidad para salir a tomar algo y conversar con personas mayores.Tener conversaciones de mi edad: ‘Me duelen las rodillas, estoy tomando tal medicamento'. La edad cuenta mucho, no es como allá (España) que hay mucha gente mayor que tiene costumbres de salir todos los días, se los ve en la calle tomando una cañita, un café, charlando… Acá parece reservado para los jóvenes».

«Hay que tener precauciones, claro. Lo ideal es quedar fuera de casa, conviene no montarse en los autos la primera vez e iniciar la relación a través del teléfono. Hablando te vas dando cuenta del tipo de persona que es el otro, lo que hace y qué intenciones tiene, pero claro que lo recomendaría», comenta con soltura.

Silvia tiene claro que lo que busca es una amistad, alguien con quien tomarse una cerveza, o, por qué no, irse de viaje. Ha contactado con varias personas, pero solo se atrevió a quedar con dos. «Uno era un señor de Pontevedra. Estuvimos hablando dos semanas todos los días hasta que un domingo pudo viajar a A Coruña y nos vimos. Fuimos a Cuatro Caminos, estuvimos juntos unas horas, pero luego me confesó que estaba buscando una esposa latinoamericana —dice que las españolas son muy independientes—.Tiene un hijo de 3 años que es autista y a pesar de no necesitar ayuda con él, sí quiere compañía. Yo le dije que no estaba buscando ni matrimonio ni sexo, simplemente una amistad, pero es muy difícil, muchos hombres no lo entienden. A esta edad algunos son muy machistas», relata.

En Málaga, en cambio, alguien sí cumplió con sus expectativas, que tampoco son muy complicadas: salir a comer a un lugar lindo, escuchar música de su época, beberse una cerveza y poder conversar. «Hablamos horas y no me aburro. Incluso cuando nos llamamos por WhatsApp, que es medio lento, paramos los dos a la vez hasta que oímos la voz del otro y me siento muy cómoda; siempre tenemos algo para responder, contar o escuchar», cuenta con una sonrisa.

Han pasado bastantes años desde las épocas de coqueteo de Silvia, las de las discotecas y los bailes lentos, cuando no había móviles y la galantería o los amigos en común eran el camino para conocerse; aquellos años en los que conoció a su esposo, quien falleció en el 2020.

Tiene dos hijas, una de 33 y una de 36, la vida resuelta y mucha vitalidad para seguir explorando el mundo. En su descripción de Tinder pone que solo busca amigos, que le gusta la cerveza y salir a comer. Le encanta el bacalao, el pulpo y la paella. Descarta a los hombres que no comparten esos gustos, a los que buscan esposa o a los muy activos. «Yo les cuento que estoy excedida de peso y tengo una vida sedentaria», menciona con sinceridad, pero también insiste en que le gustan los paseos, salir a caminar, conocer lugares nuevos y que los hombres sean atentos.

Recuerda con cierta nostalgia los bailes lentos y el glamur de las discotecas de aquella época en la que conoció a su esposo. «Creo que la gente de mi edad está sola, está discriminada. No hay lugares donde encontrarse y conocerse. A mi edad Tinder es lo único que hay», reflexiona.

A sus casi 70 años tiene la vitalidad y la valentía que muchos no tienen a los 30. Planea conseguir la ciudadanía italiana, por el origen de su abuelo materno, seguir viajando y venir a Europa a terminar sus días en países más adaptados para personas mayores, como ella. «En España hay otra mirada de la tercera edad, no hay discriminación y hay una adaptación muy importante de los servicios públicos, desde el autobús para que nos podamos subir y bajar sin tener que elevar tanto las piernas. Está todo preparado, hay muchas rampas, te dejan llevar los perros…», enumera.

Por su parte, Silvia sigue disfrutando de sus aventuras de Tinder, a pesar de que crea que no puede encontrar el amor. «Me parece difícil. Querer a alguien, sí, pero ese flash donde quedas prendida emocionalmente con alguien, no sé. Yo creo que también se debe a la parte física, porque a esta edad, al igual que el sexo, está bastante en decadencia», continúa.

Con todo esto en la mochila, ha comprado billetes para volver el 5 de octubre, justo al término de los 6 meses que debe esperar legalmente para volver a la Unión Europea; no tiene residencia. Una vez aquí, se encontrará con ese amigo en Málaga, que ha prometido ayudarla a alquilar un piso, se dará un paseo, buscará agilizar los trámites de la ciudadanía y volverá a Tinder. A lo mejor se da de bruces con ese flash que la deje prendida para siempre.