María José Jiménez, primera gitana universitaria en Galicia: «No puedes ir al súper sin que te persiga el guardia de seguridad»

YES

-

También es feminista y lucha por acabar con la discriminación que sufren a diario. Pide que sean ellos los que tengan su propia voz: «En España hay un antigitanismo brutal»

26 jun 2022 . Actualizado a las 21:30 h.

Hay que ser honestos. Y pensar si alguna vez hemos tenido prejuicios o hemos discriminado a alguna persona por el simple hecho de darnos cuenta de que es gitano. La respuesta en el 99 % de los casos será sí. Un sí rotundo y con mayúsculas. Por eso es necesario que personas como María José Jiménez levanten la voz. Para decir cómo se siente su comunidad y para explicar también qué es lo que se pretende lograr en esta revolución que ella y otras personas están liderando.

María José es gallega, nació en Lugo pero siempre vivió en Ourense, donde sus padres residen y viven de la venta ambulante, como mucha gente de su comunidad. Pero esto no ha impedido que siempre estuvieran muy comprometidos con la formación de sus hijos. De hecho, María José ha sido la primera mujer gitana de Galicia que ha tenido acceso a la universidad, y además de titularse en Trabajo Social hace ya más de 20 años, también logró el grado en Humanidades. Su hermana fue la segunda y su otro hermano también se ha podido formar profesionalmente. Solo este simple hecho, ya tiraría por tierra gran parte de los prejuicios que la sociedad tiene con esta comunidad.

El día a día

Y aun así, cada día sigue sintiéndose discriminada por el simple hecho de ser gitana. Pero no solo le ocurre a ella, dice que es un mal común. Y pone ejemplos: «Puedo ponerte millones de situaciones reales, mías, de mi familia, y de la comunidad gitana. Los ejemplos son múltiples. No puedes entrar en un supermercado sin que un guardia de seguridad te persiga por los pasillos, sin dejarte hacer la compra de una manera normalizada. Cuando intentas alquilar una vivienda, aun teniendo nóminas y aval bancario, se te niega el acceso a un bien básico por el simple hecho de ser gitana o de llevar apellidos que están vinculados a la comunidad gitana. Cuando intentas hacer una entrevista de trabajo, en igualdad de condiciones que el resto de las mujeres, tampoco se facilita ese espacio de igualdad....».

«He tenido que luchar ferozmente para ser considerada una persona digna, de confianza y profesional»

También denuncia que su comunidad no forme parte de ningún proyecto político, porque no la tienen en consideración, y mucho menos si son mujeres. «Las gitanas no tenemos derecho a cuestionar, no tenemos discurso político, no estamos consideradas como sujeto político de base. Nosotras somos nadie, gritamos en el desierto. Bajo ningún proyecto, ya sea de izquierdas o de derechas, significamos nada. Somos una minoría nacional que no está reconocida, que no aparecen garantizados nuestros derechos en ningún momento y en ninguno de los ámbitos de la vida. Y eso existe cada día. No es algo puntual que te suceda una vez al mes. Y no solo lo sufro yo. Lo sufrimos la comunidad gitana entera en España y en Europa», aclara. Además, no tiene pelos en la lengua para decir que «en España hay un antigitanismo brutal». Pero la verdad es que no hace falta que nos lo diga para saber que es cierto. Otra cosa es que no queramos reconocerlo, porque eso supone sacarnos los colores públicamente: «Los cuestionamientos, las dificultades, los hándicaps y el poner palos en las ruedas siempre ha venido de la sociedad y del sistema económico y social que tenemos en Europa. Es un sistema racista. La población gitana es la más discriminada de Europa».

María José es trabajadora social y reconoce que siente una gran satisfacción por poder ejercer su profesión. «Estoy al frente de un departamento de vivienda a nivel nacional, con un equipo de trabajadores a mi cargo importante y desarrollando una labor de intervención en vivienda para aquellas familias en situación de vulnerabilidad social», explica. Y lo aclara porque su cargo como presidenta de la asociación Gitanas Feministas por la Diversidad, «nunca ha estado vinculado a una dependencia laboral». «Llenar mi nevera no depende de mi activismo y mucho menos de mi desarrollo profesional y político», dice.

Una luchadora

Nadie le ha regalado nada. Todo lo contrario. Y aun así, asegura que ella no ha roto estereotipos por el hecho de ser mujer, universitaria, feminista, tener su profesión y encima un discurso propio. Porque hay más mujeres gitanas como ella. «Sinceramente, no he roto ningún molde. Pero sí he tenido que luchar ferozmente durante muchos años de mi vida, en distintos ámbitos, para ser considerada una persona digna, de confianza, profesional y con ciertas actitudes a nivel personal. Siempre tenemos que estar demostrando», asegura. También indica que en esta revolución interna que se está llevando a cabo quieren tener su propia voz: «Nadie mejor que la comunidad gitana sabe qué es lo que se necesita, qué es lo que falla y qué es lo que se debe cambiar. No necesitamos al payo blanco corporativista que se ponga al frente de fundaciones millonarias repartiendo la causa gitana y vendiéndola al mejor postor. Eso también es un mal que sufrimos desde los años 70 en España».