Ecoansiedad, el temor crónico al cambio climático: «Pasé un año sin ir al súper»

FRANCISCA PACHECO / M. V.

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Cada vez más personas se ven afectadas por un sentimiento de incomprensión y soledad asociado a un miedo incontrolable a las catástrofes climáticas

30 jun 2022 . Actualizado a las 00:13 h.

Desde muy joven, Eva Quiroga manifestó una sensibilidad especial por el medioambiente que la llevó a estudiar Biología en la Universidade de Vigo. A medida que avanzaba en la carrera y conocía los límites a los que estaba llegando el planeta, la ansiedad empezó a crecer. «Ir al supermercado era algo insoportable para mí, porque en mi cabeza visualizaba mucho el impacto de cada cosa. Pasé un año sin ir al supermercado para no sufrir emocionalmente. Yo tuve una fase de autoexigencia extrema, en la que prefería pasar un día entero en tren para evitar coger un avión, por lo contaminante que es». La sensación de soledad e incomprensión fue creciendo en Eva, llegando a sufrir lo que hoy se denomina ecoansiedad. «Tuve una temporada de tristeza muy paralizante y un dolor muy desesperanzador al ver que el panorama global era tan crudo. Eso me llevó a unos estados de depresión y ansiedad tremendos. Para ese entonces yo no sabía que existía este concepto, yo simplemente lo sufría sola, no tenía con quién hablarlo», señala.

 CADA VEZ MÁS FRECUENTE

Como Eva, cada vez son más las personas que sufren de ecoansiedad, producto de las catástrofes ambientales y el cambio climático. «Hace cinco años no era un tema, pero ha habido un cambio de paradigma a nivel social que ha traído a consulta una mayor presencia de esta problemática que antes no se veía», señala la psicóloga Paola Cerviño. Se trata de un concepto relativamente nuevo, que aún no ha sido tipificado como un trastorno mental o una patología, pero que está cada vez más presente, sobre todo en adolescentes y adultos jóvenes.

Esta afección no solo se manifiesta por medio de pensamientos intrusivos sobre el futuro, sino también a través de síntomas típicos de la ansiedad, como taquicardias, ataques de pánico y la necesidad constante de buscar información para intentar reducir el nivel de malestar y crear una falsa sensación de control.

«La persona siente que lo que está ocurriendo está fuera de su control. Ve que las medidas que se están tomando no son suficientes para solucionar el problema y que es algo que inevitablemente va a ocurrir, entonces termina sintiendo una indefensión aprendida, siente que no hay nada que se pueda hacer para solucionar esto y entra en un estado de ansiedad brutal o incluso de depresión», apunta la psicóloga sobre los efectos de la ecoansiedad.

QUÉ HACER AL RESPECTO

Según recomendaciones de Cerviño, para enfrentar este sentimiento de incomprensión, es importante participar de un grupo, ya sea de voluntariado o de activismo, que tenga preocupaciones similares. «Esto genera una resiliencia importante, porque están validando tus emociones personas que entienden esa preocupación y comparten tu dolor. Además hacen algo en conjunto para intentar solucionar el problema», señala. En segundo lugar, apunta, es relevante entender que el problema no está bajo el control de una sola persona. «El atribuirse el problema climático a nivel individual es muy injusto y también es irreal, porque una persona no puede resolverlo, pero sí puede hacer su parte con acciones que puedan generar la percepción de que realmente está haciendo algo».

Finalmente, la psicóloga recomienda intentar conectar con el presente y estar en contacto con el medio ambiente. «Muchas veces estas personas se enfocan tanto en los problemas que se les olvida disfrutar de todo lo que tienen ahora, del contacto con la naturaleza, que es un ansiolítico natural».