Aquí sirven tinto del país, blanco y albariño. En taza o en copa de cristal, según se quiera. Y además del vino, y de la amplia y acogedora terraza, con cruceiro y hórreo de piedra, triunfan las tapas de este lugar. Sobre todo, la empanada casera y las empanadillas. Aunque el diminutivo está de adorno, porque el tamaño es casi como si se tratara de un bocata. Y no la fríen, sino que va al horno. La de bacalao con pasas es la reina. «Sí, las empanadas gustan mucho. Ahí es mi madre, Isabel Crespo, la que hace la masa y el relleno. Es todo casero. Las empanadillas las hacemos de atún, bacalao o zorza. Y la empanada puede ser de bacalao, choco o xoubas», explica Garrido. Este furancho es uno de los establecimientos que el próximo 30 de junio cerrarán sus puertas. Así que quedan quince días de barra libre en Casa Martínez.
Un veterano en O Morrazo
Otro de los furanchos veteranos es el de La Palmera en Miñán, Marín. Para muchos no necesita presentación porque lleva 35 años sirviendo el excedente del vino a todo aquel que se presente en la casa de Perfecto Pesqueira y su mujer, Rosa Pazos. Ellos antes vendían el vino que cosechaban a los bares y casas de la zona, y también de Moaña o de Cangas, pero la obligación de servirlo embotellado en los establecimientos hizo que no tuviera salida todo el vino que hacían. Fue así cómo surgió la idea de montar el furancho. Y así sigue. Año tras año. Es uno de los incondicionales de la zona de Marín.
La terraza y las mesas bajo la parra de esta casa con hórreo son un gran atractivo para todo aquel que va, sobre todo porque tiene unas bonitas vistas al valle y a la ría de Marín. Pero también triunfa el vino. Sirven blanco del país, albariño y tinto. Y, por supuesto, las tapas. Aquí el pincho moruno es uno de los más demandados. Pero también la tortilla, la empanada, el chorizo y los pimientos de Padrón. La Palmera estará también abierto todos los días, menos el domingo, hasta finales de mes.
No nos podemos olvidar de los furanchos de Meaño, más concretamente de Cobas, la milla de oro de estos locales. Desde Vigo hasta O Salnés, se salpican por todas las Rías Baixas. Buen vino, buena mesa, buena compañía y buen tiempo. ¿Se puede pedir más?