Javier Valero, cirujano plástico: «Aquí viene gente a regalarse rellenos de ácido hialurónico por el cumpleaños»

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ANGEL MANSO

«No damos abasto», asegura el especialista, que ha triplicado su carga de trabajo ante la altísima demanda. «La paciente más joven a la que operé las mamas tenía 17 años», señala

09 jun 2022 . Actualizado a las 08:38 h.

No le gusta el concepto de lista de espera, «porque yo opero por las mañanas, por las tardes y, si es necesario, los sábados por la mañana también», indica el cirujano plástico Javier Valero desde su clínica de A Coruña. Pero lo cierto es que, salvo que haya alguna urgencia derivada del estado del paciente, hay que aguardar entre dos y tres meses para que sea él quien sostenga el bisturí. Los gallegos, asegura quien fue jefe del servicio de Cirugía Plástica del Chuac entre los años 2011 y 2021, se han lanzado a la estética: «También los hombres, pero para ellos dar la cara todavía es un tabú». 

—Tras el confinamiento vuestro trabajo se duplicó, ¿ahora mismo...?

—Es que seguimos así, no damos abasto. Hasta ahora trabajábamos en la clínica como cirujanos la doctora Palacios y yo, pero el verano pasado contratamos a un cirujano más, y ahora estoy a punto de contratar a otro. Yo tengo un problema, y es que la mayor parte de los pacientes quieren operarse conmigo, pero la demanda de trabajo es tal que la gente que no quiera esperar dos o tres meses a que pueda atenderla, habitualmente se opera con uno de mis compañeros.

—Entonces sí hay un bum.

—Sí, claro que sí, hay un bum. Lo hay aquí y en Estados Unidos, y yo he intentado ver por qué. Unos opinan que es porque la gente ha ahorrado durante la pandemia, pero eso no puede ser, porque ese ahorro yo pienso que ya se ha ido en esta situación de precrisis o de crisis en la que estamos. Yo creo que fue más el golpe psicológico que supuso la pandemia, de decir: «Hay que disfrutar un poco de la vida, porque puede pasar cualquier cosa».

 Los hombres no quieren reconocer que se hacen ciertas cosas, les da rabia

—¿En cuánto está tu media?

—Yo, cuando opero, intervengo a dos pacientes al día. Ahora estoy operando entre tres y cuatro días a la semana, que antes eran dos. Intento no operar muchas más horas, porque creo que cuanto más tiempo seguido estás, más riesgo tienes de cometer errores. Hay que limitarse. Una cirugía que acaba a las ocho de la tarde me parece razonable. Todo lo que va más allá de esa hora, empezando a las 15.30 o 16.00, me parece que ya empieza a ser tiempo de más. Salvo que sean cirugías de ocho horas.

—Se ha democratizado esto.

—Sí, ocurre desde hace tiempo. Hay gente de todos los estratos y de todos los niveles sociales, ya no solo económicos, sino que ves personas de todas las ideologías. Antes era algo reducido para un grupo de personas adineradas, y ahora no es así. Como dices, está más democratizado. También influyó el hecho de que hubo una publicidad de grandes compañías, que igual no eran lo ideal y acabaron quebrando, pero que hizo pensar a la gente que esto estaba al alcance de todo el mundo.

—¿Hay padres que regalan una operación a una hija o a un hijo?

—Yo no lo he visto. Lo he leído muchas veces, y sé que en Estados Unidos, sobre todo en el sur, estuvo de moda al cumplir los 16 años, creo. Pero en España es un tema muy excepcional. Es posible que unos padres paguen una operación de una hija, pero habitualmente porque tiene algún motivo importante para operarse. Y normalmente no lo hacen porque sí, ni como un simple regalo. Lo que sí encontramos es que vienen a hacerse regalos de medicina estética, como gente que se regala un relleno de ácido hialurónico por el cumpleaños, sobre todo hijas a madres, ese tipo de cosas.

—¿Cuál fue el paciente más joven en pasar por tus manos?

—Si hablamos del más joven, yo esto no lo considero una cirugía estética. Los niños que tienen lo que se denomina orejas de soplillo, que se operan con frecuencia a los 8 años. Yo esa otoplastia no la considero estética, sino reparadora, porque produce unos problemas sociales muy importantes. Igual Hacienda sí que lo considera estética, pero yo creo que no lo es, sino que es algo que para los niños puede ser muy necesario. La crueldad con ellos en los colegios es tremenda. Quitando esto, yo una vez operé a una chica de 17 años de unas mamas. Al principio, cuando me dijo la edad, no pensaba operarla ni de broma. Pero es que luego la vi, y tenía una mama que era del tamaño de una sandía y la otra de un melón. Y la pobre estaba absolutamente destrozada psicológicamente, porque le amargaban la vida. Venía con sus padres. Me decía que cuando pasaba por delante de las obras, le decían barbaridades. Espero que eso no siga pasando. Tenía muchísimo pecho, brutal, era algo desmesurado para su edad y para su forma. Esa fue la cirugía estética más precoz que hice.

—¿Y el mayor?

—Pues hace muy poco me llegaron unos implantes de una mujer de 84 años para una retirada, porque tenía uno roto. Me sorprendió, porque eran de los primeros implantes de mama que se empezaron a poner, desde los años 70, así que llevaba casi 50 años con ellos. Estaban envejecidos, pero los tenía ahí. El aumento de mama es la cirugía número uno.

—¿Cuando con 20 años se retocan mucho la cara, se les echan años encima?

—Estoy de acuerdo. Yo creo que es un problema importante. Hay alguna chica que pide demasiadas cosas, y a la que hay que saber decirle que no. Ya no es que envejezca, sino que el resultado no es bueno. Una persona joven tiene una cara lo suficientemente bonita para que con unos mínimos cambios, en el caso de que los necesite, esté estupenda y no necesite hacerse cirugías constantemente.

—¿A alguien le has dicho «para ya»?

—Sí, es muy frecuente. Pero la gente cuando se lo dices también lo entiende, eh. Yo no sé si es que los gallegos son más serenos, pero lo entienden. Tienes que saber imponerte y decir: «Hasta aquí llegamos».

—¿Y has cambiado la opinión de algún paciente sobre su operación?

—Sí, también pasa mucho. Aunque la decisión es suya, la mayoría se deja aconsejar. Además, si considero que no es razonable o que es una cosa ridícula, no la hago. Por ejemplo, si me pides un tamaño de mama desmesurado, mi opinión es que no debes de hacerlo. Y luego hay pacientes que vienen a por una elevación, pero después ven que con un aumento es suficiente, con cicatrices más pequeñas.

—¿Te llegan con fotos de famosos?

—Ocurre algunas veces, sobre todo con el aumento de pecho. Te enseñan una foto y te dicen: «Yo quiero este tamaño», o «mi amiga se puso 250 gramos y son muy grandes». Claro, pero es que igual es mucho más delgada que tú, o tiene el tórax mucho más estrecho. Y después están los retoques fotográficos y las posturas, porque levantando los brazos todos sabemos que el pecho luce mucho menos caído, y que si la cara está hacia atrás, se ven menos arrugas.

—¿Qué se está haciendo más la gente?

—El aumento de mamas, y después la blefaroplastia superior [párpados]. Y esta segunda sí que ha estado mediada por la pandemia, porque muchísima más gente se ha fijado en el tercio superior de la cara.

—¿Aumentaron las definiciones abdominales y el aumento de glúteos?

—La cirugía de definición abdominal se está haciendo cada vez más, pero no es una cirugía muy frecuente, porque tienes que estar bien previamente. Son pacientes que tienen pequeños acúmulos de grasa y quieren definir bien sus músculos, o el abdomen femenino. En cuanto a los glúteos, cada vez hay menos tendencia a los implantes y más a utilizar la grasa. Pero hubo un momento en que bajó su uso, por el riesgo a que pueda producirse un embolismo de grasa. Los grandes injertos de 3 o 4 litros de grasa, como puede tener alguna famosa en Estados Unidos, están contraindicados. Los moderados sí, pero los desmesurados son peligrosos.

—Los hombres no quisieron dar la cara en este reportaje. ¿Es todavía un tema tabú para ellos?

—El tabú es que los veas. Podrían hablarte de su cirugía, pero mostrar su rostro no. La sociedad es hipócrita, exige y critica más a las mujeres. Ellas tienen que estar perfectas. A una mujer se le exige que tenga cuatro hijos bien cuidados, que sea una profesional, y que además vaya a la peluquería, se dé masajes, haga gimnasia y tenga pocas arrugas. Eso a los varones no se les exige, y por eso no pueden o quieren reconocer que se han hecho determinados tratamientos, porque les da rabia. Ellos se hacen rinoplastias, otoplastias, blefaroplastias... cirugías que no se le van a reconocer, o se les van a notar poco. La liposucción de marcado abdominal sí, porque ya suelen ser de un ambiente en el que está bien visto, son pacientes que van al gimnasio con frecuencia y están en entornos de cierto culto al cuerpo. Pero dar la cara en una revista sí que es un tabú todavía.

—¿Cómo de importante es la motivación que tiene el paciente?

—Para mí es importante, no podría decirte que lo que más, porque sería la seguridad, pero lo es. Puede haber motivos espurios, estar presionado socialmente por algo, desde la pareja hasta la familia... Una persona que se opera porque su marido o su mujer le insiste, porque si no no eres guapo o guapa, es peligroso. Porque las parejas cambian, la vida también, pero las decisiones tiene que tomarlas uno por sí mismo.