Xuan Lan, experta en bienestar: «El yoga ayuda a evitar conflictos de tráfico y de patio de colegio»

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La profesora de yoga y experta en bienestar Xuan Lan.
La profesora de yoga y experta en bienestar Xuan Lan.

«Irse a la playa no es perder el tiempo, es un deber», señala Xuan Lan, el gran referente del yoga en España. Ella dio un giro radical a su vida para parar y enseñarte a respirar, a fortalecer la espalda y a dormir mejor. Aquí sus pautas de «higiene mental» para niños y adultos

23 may 2022 . Actualizado a las 15:52 h.

Si la higiene física es un hábito, ¿por qué no lo es la higiene mental? La profesora de yoga Xuan Lan, con casi dos millones de suscriptores en su canal de YouTube y 600.000 seguidores en Instagram, subraya este concepto central, higiene mental, materia, en general, pendiente de nuestro bienestar.

¿Descuidamos a menudo la higiene mental? «Como no la vemos, no le damos tanta importancia», explica esa parisina con raíces vietnamitas que descubrió el yoga en Estados Unidos tras estudiar finanzas en Francia. Después de trabajar nueve años en un banco en Barcelona, lo dejó para empezar de cero. Xuan Lan, que se dio a conocer cuando impartió clases en Operación Triunfo, es la fundadora de XLY Studio Online, la mayor plataforma de yoga, bienestar y meditación en español para hacer yoga desde casa.

¿Con cinco posturas de yoga podemos vivir mejor? «No es tan sencillo, pero sí hay posturas que nos ayudan a la digestión; hay posturas de apertura de cadera que te permiten una mayor movilidad; hay otras para abrir la caja torácica y respirar mejor», avanza.

El saludo al sol es un movimiento dinámico esencial, subraya. «Si alguien te dice: ‘Yo no tengo tiempo de hacer yoga', yo le invito a hacer cinco saludos al sol por la mañana, tres minutos de respiración y con esto ya puede empezar su jornada», añade.

—¿El yoga es imprescindible para nuestro bienestar?

—Más que el yoga, lo importante es cuidar tu bienestar, que eso sea un hábito. Si eliges el yoga como uno de tus ejes, hay muchas técnicas accesibles. Primero, es necesario cuidar de tu bienestar integral. No es solo la salud física o solo la mental; es un conjunto. Yo recomiendo el yoga porque es la disciplina que practico. Habrá quien prefiera nadar, quien diga: «Prefiero nadar. Medito mientras estoy nadando». Está bien.

—¿Nadar o tomarse una hora al día para meditar valdría igualmente?

—Nadar, meditar y el yoga tienen beneficios distintos. El yoga permite estar en contacto con lo que pensamos, decimos y sentimos.

—¿Sabemos respirar? A veces, el malestar y el estrés empiezan por aquí...

—Te doy la razón. Respirar es una función vital que nos permite oxigenar nuestro cuerpo, células, tejidos, músculos y, sobre todo, el cerebro. Cuando ves a un bebé respirar, ves que su barriga se mueve. Es decir, está utilizando toda la capacidad de su cuerpo para que el aire entre, llene los pulmones y pueda salir. Un adulto pierde esa capacidad por las emociones.

—¿Cuáles son los principales efectos de no saber respirar bien?

—Primero: no oxigenamos bien cuerpo, tejidos y cerebro. Segundo: no estamos conectados con lo que representa la respiración. Si una persona se lleva un susto, deja de respirar. Es algo espontáneo, de lo que no somos conscientes. Cuando alguien está estresado, acorta su respiración. Cuando no estamos muy bien, la respiración es irregular y superficial. Cuando hacemos yoga, mediante la práctica de unos ejercicios, observamos los cambios de ritmos en la respiración. Esto nos permite darnos cuenta de nuestro estado emocional. Una persona puede estar estresada sin darse cuenta. La idea es que el yoga nos ayude a reconocer estas emociones y conectar con ellas. No se trata de quitarlas y decir que somos superzén. Se trata de darnos cuenta de que las podemos gestionar. El pranayama, para el control de la energía vital a través de la respiración, ayuda en un bloqueo emocional. Puedes hacerlo con diferentes objetivos: para ser más enérgico, para favorecer las digestiones, para calmarte, para ayudarte a dormir. El hecho de aprender a respirar, de utilizar músculos como el diafragma, hace que identifiques si te encuentras en un estado de miedo, de estrés, de excitación... El hecho de ser consciente de esto nos permite, en lugar de reaccionar por impulso, decidir qué tipo de actitud queremos tener ante una situación.

—¿Es tomar el control?

—Es tomar el control en las reacciones. Yo el enfado no lo puedo controlar. Si estoy en el coche, está lloviendo, no veo el coche que está delante, freno y choco... me enfado, sé que voy a perder tiempo, el otro también se enfada y sale del coche... Dos personas se van a enfadar y se van a gritar bajo la lluvia. Una persona que trabaja su respiración, que hace yoga y trabaja esa parte mental no va a gritar, por enfadada que esté. Hay un entrenamiento mental previo, que nos permite no controlar la emoción, pero sí la actitud. Esa persona respirará mejor y, en lugar de hablarle al otro a gritos, buscará una voz calmada para intentar resolver las cosas de la forma más razonable posible.

—El contexto no ayuda a la calma. Y sumamos el historial personal.

—Sí, la pandemia es dura. Hay unas consecuencias de estos dos años. La información política es violenta: Ejércitos, tanques, muertos. En una situación como la actual, no puedes anticipar tus emociones. Desde la pandemia, hay un problema creciente de salud mental. Los jóvenes no han tenido la atención que deberían, y están alterados por esa vida digital. Hemos pasado, en muchos casos, del todo presencial al todo teletrabajo y hay que encontrar un equilibrio. Una psicóloga que me ha ayudado a hacer un programa online de cuidado en casa me decía que el teletrabajo total crea una especie de aislamiento. Somos seres sociales.

—¿Por qué entonces nos pesa tanto a veces la vida social en el trabajo?

—Para mí, no hay que obligarse a la vida social en el trabajo, pero deberíamos tener en el entorno laboral personas con las que llevarnos bien, para ir a tomar un café a la máquina y contarnos lo que hemos hecho el fin de semana... Ese intercambio puede enriquecer nuestra vida. Ahora, en todos los ámbitos del mundo, hay que elegir, elegir a esas personas con las que nos entendemos, con las que hay esa química.

—¿Qué es lo básico para empezar en el yoga y qué yoga es el más adecuado? ¡Necesitamos un mapa o un GPS!

—Pasando de nombres, hay tres grandes categorías: la primera categoría es la del yoga de las posturas pausadas (te quedas en una postura y puedes sentir cómo reacciona tu cuerpo; es el hatha yoga, que no te hace sudar pero puede ser intenso); luego están los yogas dinámicos (que mantienen el cuerpo en movimiento y en calor; es el mundo del vinyasa, y aquí hay un montón de métodos y marcas registradas), y luego están los yogas pasivos (estás en una postura dos o tres minutos, usas accesorios y dejas que el peso del cuerpo y la gravedad te ayuden a entrar en profundidad en esas posturas). Dentro de los yogas pasivos, está el restaurativo, calmante para dormir; el yin yoga, basado en la medicina china, que trabaja los estiramientos profundos. Hay yoga específico prenatal, posnatal, para niños...

—¿El yoga nos va bien a todos?

—A todos. A deportistas, a gente con lesiones... El yoga se puede adaptar a toda necesidad. Se han aplicado métodos del yoga, por ejemplo, para ayudar a los niños a mantener la atención en clase.

—¿Los niños deben hacer yoga?

—Por supuesto. Las profesoras de yoga para niños me comentan los cambios de actitud, cómo favorece la atención y la relajación. Yo se lo recomiendo a todos, niños y adultos. Si pudieran meditar estando en silencio unos minutos antes de empezar la jornada, estoy convencida de que, de esta manera, habría menos conflictos en el patio del colegio.

—¿Qué otros problemas o dolencias nos ayuda a aliviar el yoga?

—Hay muchos beneficios, pero los efectos no son iguales en todos. De manera general, el yoga ayuda en algunos tipos de migrañas, en problemas del sueño, facilita la concentración y previene la irritabilidad. A veces, la gente piensa que, si se va a la playa a mirar el mar, está perdiendo el tiempo. Y no es así. Apagar el móvil, pasear por la playa, sentir el calor de la luz solar durante 15 minutos es parte de nuestro deber de autocuidado. Igual que comer bien. Debes cuidar tu cuerpo y la parte interior, la parte hormonal. No basta solo con hacer deporte o comer bien; hay que trabajarlo todo en conjunto.

—¿Hay que hacerlo a diario?

—No, basta con dos o tres sesiones a la semana, entre 35 y 60 minutos. Hay que buscar tiempo para ti, ese espacio mental de tranquilidad y de silencio. Esto ya tres veces a la semana es buenísimo.

—¿Cuándo se empiezan a notar los cambios?

—Depende de las personas, pero algunos alumnos me decían que, al cabo de tres o cuatro semanas, dormían mucho mejor, que se sentían menos cansados. En unas tres o cuatro semanas, la mayoría de la gente nota un cambio a mejor. Luego, es muy importante la constancia. Pero todos somos distintos, yo no podría generalizar. 

—Tu llegada al mundo del yoga se produjo tras un giro brusco de timón. ¿Cómo fue ese cambio y cómo te condujo a convertirte en profesora de yoga, una de las grandes y más seguidas online? 

—Para hacer la historia un poco corta, diré que empecé en el yoga hace 21 años, cuando vivía en Nueva York. Empecé a practicar una vez a la semana, después fueron dos... Fue algo muy progresivo, no un cambio de un día para otro. Me ayudaba a mantener el equilibrio entre mis jornadas laborales largas. Trabajaba a través de posturas, a través de la respiración. Durante casi diez años que estuve trabajando en un banco, me iba a hacer yoga a las 7.00, antes de entrar en la oficina. Y siempre me ayudó en un entorno laboral muy competitivo, de largas jornadas... Me ayudaba a mantener un equilibrio emocional entre lo personal y lo profesional. Luego, al cabo de diez años de práctica, decidí profundizar a través de un curso en mis conocimientos teóricos. Para poder certificarte y concluir el curso, había que dar clase a amigos y familiares de manera gratuita. Y entonces empecé a dar clases a mis compañeros de la oficina. Para cumplir con mis horas de clase, les decía: "Os regalo una clase de yoga una vez a la semana". Me ayudaron con el feedback de los comentarios y pude acabar mi curso. A raíz de esto, descubrí que me gustaba muchísimo la enseñanza y que podía ser una guía de trabajo, pero sin intención clara... Hasta que un día tomé la decisión: dejé el mundo corporativo y me lancé a la aventura de intentar volcarme en la enseñanza en un centro de yoga para clases particulares. ¡Durante unos años iba corriendo de un centro de yoga a otro, dando muchas clases a la semana! Hasta que decidí combinarlos con las clases digitales y buscar otra manera de difundir el yoga para poder llegar a más gente. Quería que más gente pudiera disfrutarlo. Gracias a las posibilidades de lo digital, tengo un blog de yoga que comencé a escribir hace muchos años sobre eventos multitudinarios, que hacía con miles de personas, con el objetivo de acercar el yoga al máximo de personas posible, para que ellos puedan sentir este bienestar, estos beneficios que yo estoy disfrutando desde hace más de veinte años.

-¿Te ha cambiado mucho la vida el yoga?

-Sí, ahora no solo es mi pasión, es mi trabajo. Hace dos años monté una plataforma de yoga y bienestar que está funcionando muy bien. Grabamos cada semana. Somos un equipo de 15 personas. De trabajadora autónoma, solita dando mis clases, he pasado a montar una empresa para poder producir contenidos de calidad y ofrecerlos a la gente. 

-¿Qué es lo primero para empezar en el yoga, para mejorar nuestro bienestar? El primer paso.

-Tener un mente de principiante. Sin prejuicios como «No soy flexible», «No toco mis pies», «El yoga es demasiado tranquilo, me voy a aburrir», «No tengo tiempo»... Esto son excusas que escucho a menuda. Lo primero es tener una intención firme de hacerlo. A partir de ahí, recomendaría hacer tres sesiones con el mismo profesor y la misma clase. Con vídeos esto es más fácil, no hay el compromiso de tener que moverse a ningún sitio. Empieza con tres clases iguales con el mismo profesor. 

-¿Ayuda a aliviar los dolores menstruales y los sofocos de la menopausia?

-Sí, en mi plataforma tenemos un conjunto de vídeos para la mujer, para la menstruación, los ciclos hormonales. El yoga acompaña otras medidas para aliviar la menopausia. En este caso, va bien un yoga dinámico. Hay que prevenir problemas con la alimentación y también con la parte mental. Porque de repente tendremos cambios de humor que, si lo hemos trabajado previamente con prevención, llevaremos mucho mejor. No hay que esperar que llegue la menopausia, es algo que debemos empezar a trabajar antes, es parte de nuestro deber de autocuidado y bienestar.