—¿Qué es lo básico para empezar en el yoga y qué yoga es el más adecuado? ¡Necesitamos un mapa o un GPS!
—Pasando de nombres, hay tres grandes categorías: la primera categoría es la del yoga de las posturas pausadas (te quedas en una postura y puedes sentir cómo reacciona tu cuerpo; es el hatha yoga, que no te hace sudar pero puede ser intenso); luego están los yogas dinámicos (que mantienen el cuerpo en movimiento y en calor; es el mundo del vinyasa, y aquí hay un montón de métodos y marcas registradas), y luego están los yogas pasivos (estás en una postura dos o tres minutos, usas accesorios y dejas que el peso del cuerpo y la gravedad te ayuden a entrar en profundidad en esas posturas). Dentro de los yogas pasivos, está el restaurativo, calmante para dormir; el yin yoga, basado en la medicina china, que trabaja los estiramientos profundos. Hay yoga específico prenatal, posnatal, para niños...
—¿El yoga nos va bien a todos?
—A todos. A deportistas, a gente con lesiones... El yoga se puede adaptar a toda necesidad. Se han aplicado métodos del yoga, por ejemplo, para ayudar a los niños a mantener la atención en clase.
—¿Los niños deben hacer yoga?
—Por supuesto. Las profesoras de yoga para niños me comentan los cambios de actitud, cómo favorece la atención y la relajación. Yo se lo recomiendo a todos, niños y adultos. Si pudieran meditar estando en silencio unos minutos antes de empezar la jornada, estoy convencida de que, de esta manera, habría menos conflictos en el patio del colegio.
—¿Qué otros problemas o dolencias nos ayuda a aliviar el yoga?
—Hay muchos beneficios, pero los efectos no son iguales en todos. De manera general, el yoga ayuda en algunos tipos de migrañas, en problemas del sueño, facilita la concentración y previene la irritabilidad. A veces, la gente piensa que, si se va a la playa a mirar el mar, está perdiendo el tiempo. Y no es así. Apagar el móvil, pasear por la playa, sentir el calor de la luz solar durante 15 minutos es parte de nuestro deber de autocuidado. Igual que comer bien. Debes cuidar tu cuerpo y la parte interior, la parte hormonal. No basta solo con hacer deporte o comer bien; hay que trabajarlo todo en conjunto.
—¿Hay que hacerlo a diario?
—No, basta con dos o tres sesiones a la semana, entre 35 y 60 minutos. Hay que buscar tiempo para ti, ese espacio mental de tranquilidad y de silencio. Esto ya tres veces a la semana es buenísimo.
—¿Cuándo se empiezan a notar los cambios?
—Depende de las personas, pero algunos alumnos me decían que, al cabo de tres o cuatro semanas, dormían mucho mejor, que se sentían menos cansados. En unas tres o cuatro semanas, la mayoría de la gente nota un cambio a mejor. Luego, es muy importante la constancia. Pero todos somos distintos, yo no podría generalizar.
—Tu llegada al mundo del yoga se produjo tras un giro brusco de timón. ¿Cómo fue ese cambio y cómo te condujo a convertirte en profesora de yoga, una de las grandes y más seguidas online?
—Para hacer la historia un poco corta, diré que empecé en el yoga hace 21 años, cuando vivía en Nueva York. Empecé a practicar una vez a la semana, después fueron dos... Fue algo muy progresivo, no un cambio de un día para otro. Me ayudaba a mantener el equilibrio entre mis jornadas laborales largas. Trabajaba a través de posturas, a través de la respiración. Durante casi diez años que estuve trabajando en un banco, me iba a hacer yoga a las 7.00, antes de entrar en la oficina. Y siempre me ayudó en un entorno laboral muy competitivo, de largas jornadas... Me ayudaba a mantener un equilibrio emocional entre lo personal y lo profesional. Luego, al cabo de diez años de práctica, decidí profundizar a través de un curso en mis conocimientos teóricos. Para poder certificarte y concluir el curso, había que dar clase a amigos y familiares de manera gratuita. Y entonces empecé a dar clases a mis compañeros de la oficina. Para cumplir con mis horas de clase, les decía: "Os regalo una clase de yoga una vez a la semana". Me ayudaron con el feedback de los comentarios y pude acabar mi curso. A raíz de esto, descubrí que me gustaba muchísimo la enseñanza y que podía ser una guía de trabajo, pero sin intención clara... Hasta que un día tomé la decisión: dejé el mundo corporativo y me lancé a la aventura de intentar volcarme en la enseñanza en un centro de yoga para clases particulares. ¡Durante unos años iba corriendo de un centro de yoga a otro, dando muchas clases a la semana! Hasta que decidí combinarlos con las clases digitales y buscar otra manera de difundir el yoga para poder llegar a más gente. Quería que más gente pudiera disfrutarlo. Gracias a las posibilidades de lo digital, tengo un blog de yoga que comencé a escribir hace muchos años sobre eventos multitudinarios, que hacía con miles de personas, con el objetivo de acercar el yoga al máximo de personas posible, para que ellos puedan sentir este bienestar, estos beneficios que yo estoy disfrutando desde hace más de veinte años.
-¿Te ha cambiado mucho la vida el yoga?
-Sí, ahora no solo es mi pasión, es mi trabajo. Hace dos años monté una plataforma de yoga y bienestar que está funcionando muy bien. Grabamos cada semana. Somos un equipo de 15 personas. De trabajadora autónoma, solita dando mis clases, he pasado a montar una empresa para poder producir contenidos de calidad y ofrecerlos a la gente.
-¿Qué es lo primero para empezar en el yoga, para mejorar nuestro bienestar? El primer paso.
-Tener un mente de principiante. Sin prejuicios como «No soy flexible», «No toco mis pies», «El yoga es demasiado tranquilo, me voy a aburrir», «No tengo tiempo»... Esto son excusas que escucho a menuda. Lo primero es tener una intención firme de hacerlo. A partir de ahí, recomendaría hacer tres sesiones con el mismo profesor y la misma clase. Con vídeos esto es más fácil, no hay el compromiso de tener que moverse a ningún sitio. Empieza con tres clases iguales con el mismo profesor.
-¿Ayuda a aliviar los dolores menstruales y los sofocos de la menopausia?
-Sí, en mi plataforma tenemos un conjunto de vídeos para la mujer, para la menstruación, los ciclos hormonales. El yoga acompaña otras medidas para aliviar la menopausia. En este caso, va bien un yoga dinámico. Hay que prevenir problemas con la alimentación y también con la parte mental. Porque de repente tendremos cambios de humor que, si lo hemos trabajado previamente con prevención, llevaremos mucho mejor. No hay que esperar que llegue la menopausia, es algo que debemos empezar a trabajar antes, es parte de nuestro deber de autocuidado y bienestar.