Román, carpintero de 23 años: «Mi sueldo es superior a la media, y aún soy peón»

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MARCOS MÍGUEZ

El joven terminó el ciclo de FP el año pasado y ya tiene su primer trabajo en el oficio. En verano renovará y subirá de categoría. «No se puede pensar que la universidad es más prestigiosa», dice

16 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Román López acabó el ciclo superior de Deseño e Amoblamento en el CIFP coruñés de Someso el año pasado, y ya tiene trabajo como carpintero. «Y un buen trabajo, además», dice este joven de 23 años desde las instalaciones de su empresa, Bergondo Proyectos Inmobiliarios. Consiguió el contrato el pasado verano, cuando echó el currículo. A la primera.

Su jornada comienza a las 8.30 de la mañana. Para a las 13.30 para comer, y continúa hasta las 17.30 o 18 horas. «Si hacemos horas extra, que son voluntarias, nos las pagan. Los festivos los tenemos libres, y si hace falta ir algún sábado, se paga también», detalla Román, que prefiere no hacer público su primer salario como carpintero —supera ampliamente los mil euros—, aunque sí reconoce que «está por encima de la media». «Y eso que mi contrato todavía es de peón. Cuando renueve en agosto y me hagan indefinido, subiré a oficial de segunda. Y, con el tiempo, a oficial de primera», añade. Cualquiera firmaría.

«Pero yo aspiro a mucho más», asegura el carpintero, muy consciente de que la falta de jóvenes interesados en su oficio le hará de oro: «Ahora no hay chavales que quieran trabajar en esto, y dentro de 10 o 15 años, cuando la generación de nuestros padres se jubile, va a haber un mercado muy grande y sin gente suficiente. Nosotros lo acapararemos y haremos dinero. Trabajando mucho, claro». A eso ya está acostumbrado Román, que empezó a ganarse sus primeros euros a los 18 como monitor de campamento y entrenador de fútbol, hasta que empezó como instructor de escalada en el rocódromo municipal de Riazor. Compaginó durante un tiempo esa actividad con los trabajos para los que le iban llamando de la empresa en la que hizo las prácticas del ciclo. Y su primer intento en otra empresa, la actual, fructificó.

Ser carpintero no era su primera opción. Román era uno de esos jóvenes empeñados en hacer una ingeniería. Cuando acabó el bachillerato quiso estudiarla en Ferrol, pero no le dio la nota. Tras tomarse un año para mejorarla, volvió a presentarse a la selectividad, y lo logró. Sin embargo, de nuevo se quedó fuera porque también había subido la nota de corte de la carrera. «Por eso hice el ciclo, y como me encantó, me quedé. Sí, la universidad está muy bien, pero yo encontré lo que me gusta fuera de ella», señala el joven, que lanza un mensaje a quienes están eligiendo su futuro: «No todo tiene que ser salir del bachillerato y meterse en la universidad. Aquí hay muchas opciones y una demanda muy alta de trabajo, así que no se puede pensar que la universidad es más prestigiosa». Y lo dice él, que está a punto de independizarse con su novia mientras muchos treintañeros siguen dependiendo de sus padres. Algo sabrá.