Manuela Vellés: «Mis hijos deben ver que no soy perfecta, yo trabajo fuerte en eso»

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La actriz Manuela Vellés, protagonista de «Culpa».
La actriz Manuela Vellés, protagonista de «Culpa».

«Casi todas tenemos un trauma que contar con nuestra sexualidad», afirma la actriz, que hoy se pone en la piel de una joven que afronta un embarazo indeseado. El cuerpo de Manuela lleva el peso en «Culpa». «Como madre, peleo fuerte con la culpa a diario», confiesa

06 may 2022 . Actualizado a las 20:26 h.

Como diría una abuela gallega das de sempre, Manuela «coa culpa ben pode». Culpa pesa, encoge, trastorna, enfada, entristece, conmueve... y está desde ayer en cines, tras su estreno en el Barcelona Film Fest. El peso de Culpa lo lleva con su sutileza salvaje, a lo Liv Ullmann o lo Naomi Watts, Manuela Vellés (Madrid, 1987), la cantante y actriz de raíces asturianas que debutó con Caótica Ana, de Medem, y vivió un pedazo de su cine en Galicia. Culpa, que a Manuela le dio el premio a la mejor actriz en el Festival de Vancouver, es fruto del trabajo de «cinco personas». Manuela la rodó en su segundo embarazo, en tándem con su pareja en la vida real, Ibon Cormenzana, el director. ¿Sentíais la necesidad de hacer esto juntos? «Nos conocimos trabajando, con Alegría,tristeza. Tenemos muchas cosas en común. Nos gustan los retos, los dramas, los personajes en situaciones límite. Lo especial para mí ha sido escribir la película con él. Es la primera vez que escribo un guion», cuenta. También, la primera vez que produce.

Culpa tiene algo en común con Caótica Ana, advierte. «Creo que son dos películas valientes. En este rodaje tampoco he tenido miedos, estaba arropada y en confianza. Por eso, he dado todo esto de mí. La peli me ha hecho recordar a aquella niña de Caótica Ana que se lanzó sin miedo ni pudor, como una caída al disfrute y la experimentación. En estos años he cambiado. Veo a aquella niña y siento ternura, y pienso en lo que me queda por aprender y experimentar». «Ahora tengo 35 años y dos hijos, y esto marca. Pasar de ser hija a madre es otra vida. Priorizas. Los hijos te sacan lo mejor y lo peor». Suscribo.

—Una vez no te sentiste preparada para rodar esta peli. ¿El momento de hacerla llegó con tu segundo embarazo?

—Sí. Exponerme así con algo tan personal era, por un lado, un reto, pero, por otro, me surgían miedos. El miedo de confundir las emociones del personaje con las mías. Pero eso no sucedió porque estaba viviendo mi embarazo desde un lugar totalmente opuesto. Y muy arropada por mi pareja y mi hermana. Hemos hecho una película entre cinco personas. Nos lanzamos a la aventura los cinco; nos subimos a un coche los que cabíamos y fuimos un poco a ver qué sucedía. Era una historia complicada de contar que ahondaba en cosas que me inquietan de la maternidad, del abuso sexual, de cosas de las que no solemos hablar.

—El enfoque de la violación rompe clichés. Y esa mirada sobre la maternidad es muy valiente, va a escocer y perturbar a muchos y muchas.

—Hemos podido hacer una película valiente porque teníamos el control de todo. Rodamos en el Pirineo catalán, al lado del pueblo La Molina. Y en tiempo real, a lo largo de mi embarazo. Empezamos en verano, con un sol radiante, y acabamos en invierno, con la nevada en el pico de la montaña. Ella, tras lo que le sucede, busca ese refugio en la montaña. La naturaleza es una metáfora de cómo se refugia ella en sí misma, y muestra cómo es esa soledad tremenda que se siente cuando se sufre algo así. La culpa y la vergüenza te anulan. Esa incapacidad de contar lo que ha sufrido interrumpe tu vida. Un suceso que ocurre en solo unos minutos puede destrozar la vida de una persona.

—Pero el agresor no se da por enterado. Hace pensar en esas dos lecturas distintas de un suceso. El que agrede no lo ve ni lo vive como la víctima.

—Lo que quiero que suceda con esta peli es, precisamente, eso, hablar, hablar, hablar. Algunas amigas han contado cosas que no habían contado antes gracias a la película, que abre un debate tremendo acerca de la culpa, de la incomprensión. ¿Por qué ella no es capaz de contarlo?, ¿por qué no se siente arropada?, ¿dónde tendríamos que poner el foco, en que la víctima actúe de manera perfecta...? Desde el primer momento, a la víctima se le suelen pedir cosas. «¿Por qué le has dejado subir a casa?», «¿por qué ibas borracha?»...

—Es fácil empatizar con la protagonista, ponerse en su lugar. También nos invita, o nos arroja, a ver la maternidad desde otro lugar que no es nada idílico, sino bastante incómodo.

—A veces, vives sentimientos contradictorios como madre. Te preguntas: «¿Pero esto cómo lo viven las demás?». ¿No les pasa a ellas, por qué no hablamos de esto? Hay un dibujo de la sociedad, que vemos en Instagram y en los medios, tan perfecto, tan ideal, tan «lo que tendría que ser» que nos abre un vacío tremendo por dentro, un agujero de incomprensión. Hay que abrazar las sombras, las sombras de uno. Culpa nos lleva fuera de los convencionalismos sociales. Abre debate.

—La «superwoman» ya estuvo más fuerte, la supermami también. Este relativo relax maternal ayuda, ¿no?

—Claro. Ahí están mujeres como Laura Baena, de Malasmadres, que ayudan a ver las cosas de otra manera; es un trabajo. O Rigoberta Bandini...

—¿Una violación y una maternidad indeseada son aún temas tabú?

—Quizá no tema tabú en general, pero sí en individual. Se llevan aún mucho en silencio. Debemos preguntarnos por qué. La serie de Netflix Creedme esto lo explica muy bien.

—¿«Culpa» está basada en testimonios de mujeres reales?

—Te sorprenderías... Realmente, en su inicio, cuando la empezamos a escribir, esta historia no estaba basada en ningún caso real. Fue a raíz de escribir el guion, cuando empecé a comentarlo con mis amigas, con gente de mi entorno... y de pronto en conversaciones acababan saliendo historias. Casi todas tenemos algún momento incómodo, algún trauma que contar de nuestra sexualidad. Y el hecho de contarlo, de contar lo que ocultas por vergüenza, libera. La mayoría de las mujeres tienen una historia parecida. El tema de nombrarlo es difícil. En esta película se muestra, pero hay sucesos que ocurren en una noche de borrachera que no se recuerdan bien... terribles. Noches en las que una mujer acaba en situaciones incómodas que no quiere, que no ha dado el consentimiento hasta el final o tienen esta cosa de que, si has bailado con alguien, parece que entonces tienes que acabar la faena, ¿no? Hay tantas historias como mujeres, pero en un contexto de borrachera suceden cosas tremendas.

—Lo más aterrador es que el agresor no sea consciente de que es agresor.

—Por eso, esta película deben verla hombres y mujeres. ¿Quién tiene la culpa? Deberíamos entender por qué este chico ha llegado a hacer algo así. La mayoría de las violaciones (ahí están los datos) son de gente conocida, de familiares incluso, ¡y son las que no se cuentan! Muchas veces, la mujer no cuenta esa violación porque no quiere destrozar la vida de esa persona a la que conoce. La primera pregunta que ella se hace es: «¿Qué he hecho yo para que él pensara que yo quería?».

—¿Hay una brecha en la mirada sobre la sexualidad y las relaciones? ¿Nosotras no lo vemos igual que ellos?

—Ellas saldrán de esta peli llorando y ellos más fríos. Por más que se pueda empatizar, si a ti no te ha pasado algo parecido no lo entiendes. Vivirlo nunca es igual a que te lo cuenten.

—¿El parto que vemos es el tuyo?

—No, ¡y menos mal! Ahí no me presté. El parto es actuado, pero yo estaba solo a un mes de parir.

—Tu cuerpo es muy importante en la peli. ¿Cómo ha llevado tu cuerpo la marea de estaciones y emociones de este relato?

—Es alucinante lo salvaje y animal que te sientes cuando estás embarazada. Era mi segundo embarazo, quizá por eso me sentí preparada para prestar mi cuerpo. Me pareció un reto y un acto poético. Me sentí capaz de contar la historia porque por dentro tenía tal fortaleza y amor... Y como todo estaba arropado por su padre, el director, y por mi hermana, no sentía que estaba loca. Mi cuerpo cuenta algo necesario. Hay a quien le encanta la ciencia ficción; a mí me gusta meterme en las personas.

—¿Hay alguna culpa que te quite el sueño?

—Yo trabajo y peleo con mi culpa con mi madre a diario. Trabajo muy fuerte en ello. Mi hermana ha sido madre tres años antes que yo y he visto las partes oscuras de la maternidad antes de que me pasaran, no solo lo fácil. Pero verte tú desquiciada porque estás agotada y soltar un grito hace que te sientas muy mal, o llevar a tu hijo al cole con fiebre sin haberte dado cuenta... Trabajo con esta culpa, pero me digo: «Mis hijos tienen que ver que no soy perfecta». Y eso es bueno, porque nunca vamos a llegar a ser perfectas. Las madres somos personas.

—¿Les cantas a tus hijos el «Ay, mamá» de Rigoberta Bandini?

—¡Me lo cantan ellos a mí! Todo el día «mamamamamamamá».

—¿Conexión galega?

—Sí. En Galicia hubo una temporada que rodé mucho. Trabajé con Vaca Films en tres pelis. Me hice una supermejor amiga de ahí. Vuestro acento me resulta muy muy familiar. Mis raíces son asturianas. Yo soy del norte.