Para muchas personas mayores, el hecho de alimentarse supone un mero trámite diario. Cocineros y psicólogos defienden los muchos beneficios emocionales y a nivel de estimulación que, más allá del factor nutricional, reporta la comida
04 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.El placer de comer es uno de los últimos que se pierden. Incluso personas con un deterioro cognitivo severo son capaces de reconocer y rememorar sabores, sobre todo si tienen que ver con platos y alimentos que se remontan a la primera etapa de su vida.
Basándose en este hecho, dos cocineros del Grupo Nove, Yayo Daporta y Javier Rodríguez Taky, presentaron una ponencia en el congreso de la Asociación de Centros de Día de Galicia, en la que trataron de mostrar la necesidad de fomentar el vínculo emocional de la comida más allá del cumplimento meramente nutricional. «Lo primero que hicimos fue pedir los menús que comían estas personas», explica Taky. Corroboraron que en la mayoría de los centros de día no tienen cocinas propias ni cocineros, por lo que se recurre a empresas de cátering. «Y detectamos que había muchas cosas que se podían hacer. Una de las más interesantes es la búsqueda de comidas o platos que tengan un vínculo emocional con la gente. Por poner un ejemplo muy claro, venimos de la Semana Santa, pues tiene que haber roscón, potaje de vigilia, garbanzos con bacalao... Tiene que haber cosas que hubiera en la mesa de esas personas cuando tenían 20, 30 o 40 años. Para mí no tiene sentido que haya quinoa, por muy nutritiva que sea, que lo es, pero no les retrotrae a nada», señala.
La propuesta de los cocineros se centraba en buscar comidas que tuvieran un vínculo emocional con las personas mayores, porque eso propicia la estimulación de su memoria, la generación de emociones y la activación de muchos sentidos. «Nosotros propusimos que una vez a la semana o al mes, en los centros de día hubiera una fiesta. Llámale Carnaval, Semana Santa, magosto, el cocido... Una fiesta en la que los mayores puedan participar, ya no decimos cocinando, pero sí aportando. ‘Y tú, ¿cómo hacías las filloas? Y en esta época del año, ¿qué comíais?...'. Comidas con las que tengan un vínculo que les permita hablar, hilar recuerdos y conversaciones alrededor de todo esto. Que les lleva a rebuscar en su memoria».
Pero, ¿es extrapolable la propuesta que los cocineros del Grupo Nove hicieron para los centros de día a las personas mayores que viven en sus domicilios? «Por supuesto, no solo es extrapolable sino aconsejable», responde la psicóloga Alejandra Dotor. «Mantener determinados rituales y rutinas, como pensar qué se va a comer y hacer la comida, hace que las personas mayores sientan el control de su vida y eso les relaja. Es muy importante mantener esa inquietud diaria, es algo que su cerebro va a agradecer. Y su cuerpo también. Más allá del valor nutricional, la disciplina de alimentarse cada día va a hacer que ocupen espacios temporales y físicos, lo que les ayuda a mantener activos tanto la mente como el cuerpo».
También conviene Alejandra Dotor en la importancia de asociar determinadas comidas con relaciones sociales. Especialmente en una sociedad como la gallega, en la que buena parte del ocio y de la vida social se desarrolla alrededor de una mesa. «Para los mayores seguir celebrando reuniones familiares en torno a una comida es muy satisfactorio, porque en esos momentos se les están activando todas las hormonas de la felicidad».
Es importante que ese día los mayores estén pendientes de poner la loza bonita, de vestir la mesa, de ir a por flores, de estar pendientes de quién hace la tarta, de dónde se cogen las empanadas... «La comida está muy relacionada con las emociones desde niños, y esas reuniones o esos platos que ellos recuerdan ejercen un estímulo muy beneficioso a nivel emocional, físico y neurológico», expone la psicóloga.
EL GUSTO NO CADUCA
Aunque el cuerpo se vaya atrofiando el sentido del gusto permanece, insiste Taky. Siempre está ahí presente y te acompaña. «De hecho, a veces yo me quedo alucinado con los matices que sacan mis padres cuando prueban algún plato», dice. Y es que al final, la percepción que tenemos cada uno del gusto es pura memoria gastronómica. «Entonces, ¿cómo no te va a estimular la memoria la comida?».
Hay otros pequeños elementos vinculados al acto alimenticio que también pueden resultar estimuladores en el día a día de las personas mayores, como el hecho de diferenciar el espacio de la comida de los del resto de las actividades.
Es importante, advierte Yayo Daporta, que los mayores —ya sea en su casa, en una residencia o en un centro de día— «pasen a comer a un comedor, con su mantel, su vajilla, su decoración... Que adviertan elementos que supongan un corte nítido y claro respecto a los otros espacios en los que pasan el resto del día. Solo con eso, sin entrar ya en el menú, se les puede transmitir una experiencia diferente».
El propio Yayo Daporta relata la experiencia que está viviendo en primera persona con su madre afectada por una demencia. «Para mi padre, que ahora tiene 78 años, su parte de ocio más importante del día es ir a la plaza, hacer la compra, llegar a casa, ponerse a hacer la comida... Es una persona que se ha transformado completamente», explica.
Recuerda el cocinero cambadés que durante toda su vida su padre fue una persona que trabajaba todo el día, en los cultivos o en la batea, y que llegaba a casa con la mesa puesta. «Y de repente, ahora, su vida se centra básicamente en cuidar a su mujer. Y las tres horas que tiene por la mañana en las que ella está en el centro de día, de diez a una, las dedica a su ocio más importante, que es pensar qué se va a comer, ir a hacer la compra, hacer la comida, poner la mesa... Para él es algo superimportante. Es su motor del día», indica.
Y es que, como apostilla Alejandra Dotor, «si eso no lo perdemos es que aún tenemos juventud».