Para que eso tampoco le pase a sus 31, se ha marcado una rutina muy rígida. «Dije que no iba a cambiar el horario, porque es muy fácil acostumbrarte a lo bueno», indica. Se levanta a las 7.15 de la mañana, una hora después está en la oficina, en la que tiene a tres personas contratadas y desde donde además gestiona otras dos empresas suyas, una de agua con ósmosis y filtración para evitar la utilización de plásticos, y otra de ropa. De 11 a 14 horas está grabando y editando. Come, sigue editando, y muchas tardes le dedica una hora a hacer deporte antes de sus directos de hora y media o dos horas en Twitch.
Quién diría, con semejante agenda, que acaba de dictar su tesis doctoral. «Ahora ya soy doctor, soy superfeliz», señala. Y aprovecha para recomendarles a todos los adolescentes que sueñan con dedicarse a esto que no lo hagan sin formarse en otra cosa: «No puedes meterte en una cueva enorme sin una cuerda, hay que tener una seguridad y una salida. Si mañana internet cierra, has estudiado algo que te permitirá tener un trabajo normal, ya sea una carrera o un FP». Eso sí, anima a los jóvenes a que hagan sus propios vídeos en lugar de invertir tantas horas en ver los de otros. «Antes de tirarte cinco o seis horas al día consumiendo vídeos de otra gente, que los hagan ellos. Que los creen, y de paso aprenderán a editar y a muchos otros procesos. Pero, claro, igual cuando lleven tres meses trabajando y vean que no suben de 200 seguidores, muchos quizás se desanimen y descubran que no es todo como parece», matiza. Él tampoco.