La generación de las peligrosas

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE VOZ AUDIOVISUAL

YES

Capotillo

02 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La historia de Estados Unidos desde su fundación como país hasta el año 1980 fue la de 18 generaciones. Así la concibieron William Strauss y Neil Howe que con esa consideración del devenir histórico nos entregaron una manera muy práctica de estructurarnos como sociedad. La propuesta se mantiene con una vigencia vigorosa y nos ha empapado hasta el punto de percibir unos lazos de conexión íntima entre las personas con las que compartimos ventana temporal. Hace unos meses, hubo inesperados encuentros generacionales en las colas de la vacunación, una experiencia histórica y perturbadora que nos permitió constatar que el tiempo es un concepto variable que actúa de forma asimétrica y a veces flagrantemente puñetera.

Hace cuatro años, ocurrió algo en el Teatro Principal de Pontevedra que con el tiempo ha adquirido la relevancia de los momentos fundacionales. Era una mañana desapacible y un grupo de mujeres acudíamos a la llamada de Susana Pedreira y Diana López, una pareja de decididas compañeiras de oficio que unas semanas antes habían conseguido pasar de las musas al teatro y transformar en energía creativa la indignación. Un congreso organizado poco antes en León sobre el oficio de opinar en prensa se había resuelto con la torpe determinación de convocar exclusivamente a hombres. Fuera, el movimiento feminista emprendía una nueva ola y se masticaba en el ambiente una especie de felicidad colectiva muy estimulante. Con estos pertrechos arrancó la primera edición de As mulleres que opinan son perigosas, cuarenta y ocho horas maravillosas en las que muchas mujeres (y algunos hombres) hablamos, escuchamos, reímos, lloramos y, of course, también bebimos. Al escenario se subieron María Varela, Ana Bernal, Elisa Beni, Marta García Aller, Rosa Montero, Inma López Silva, Lucía Taboada, Emma Gascó, Anita Botwin, Celia Blanco, Ana Pardo de Vera y, por supuesto, nuestras chicas preferidas, Susana y Diana. Conversamos sobre el hecho de ser mujer, sobre miedos y culpas, trabajos y maternidades, sobre nosotras. Cuatro años después sé que allí nació la generación de las mujeres peligrosas.