María José Alonso, investigadora de la USC: «Lo que pasó en mi familia me marcó. Quiero contribuir a curar el cáncer»

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Sandra Alonso

Es pionera mundial en nanomedicina y desde el laboratorio que dirige en Santiago se han hecho importantes descubrimientos en el campo de las vacunas y de los tratamientos oncológicos

07 mar 2022 . Actualizado a las 17:45 h.

Quién le iba a decir a María José Alonso cuando estaba estudiando en la Facultad de Farmacia y sufría por no disponer de un espacio adecuado para investigar, como sí tenían en Madrid y Barcelona, —«algo que realmente me daba mucha envidia», confiesa—, que acabaría dirigiendo en ese mismo lugar un laboratorio referente a nivel internacional en el campo de la tecnología farmacéutica. Confiesa que ha llegado hasta aquí con mucho trabajo, pero también con pasión. «Yo siempre les digo a mis alumnos que la clave para ser un buen investigador es que tengas mucho interés por este trabajo, que te apasione verdaderamente. Yo soy una gran amante de los retos; a veces no llegas al punto que quieres, pero lo modificas, lo cambias y ahí sigues. Es una carrera de determinación y pasión», señala esta leonesa que con 17 años dejó su localidad natal, Carrizo de la Ribera, para instalarse en Galicia.

 Su nombre figura en el top ten del ránking mundial de farmacología y toxicología y es pionera mundial en nanomedicina, que permite la liberación dirigida de fármacos y vacunas. Pero más allá de poder contribuir al desarrollo de nuevos tratamientos para enfermedades tan terribles como el cáncer, entre otras, es decir, de ir abriendo camino para los que vienen detrás, «lo que más me satisface de mi trabajo es la formación de personal investigador». «Para mí ver cómo llega una persona a hacer el doctorado y cómo termina... Es que son personas distintas, seguras de sí mismas, enamoradas de la investigación, que dan conferencias y que da gusto escucharlos; personas que terminan la tesis, y que consiguen puestos de trabajo de los más altos niveles, a los que yo luego llamo para que me asesoren a mí», explica alguien que se emociona sabiendo que ha dejado huella en sus alumnos. «Es muy bonito. Mantengo relación con todos mis discípulos, son más de cien personas las que se han formado, y cada vez que nos juntamos, ahora en Navidad, por ejemplo, que fue por vía telemática, me produce una satisfacción enorme», dice.

Con ese impulso constante para levantarse aun cuando las cosas no salen como a uno le gustaría, al investigador se le presupone un carácter positivo y, sobre todo, apunta ella, «resiliente». «Yo veo cómo mis doctorandos remodelan su perfil, incluso personal, durante el transcurso de una tesis. Yo misma a lo largo de mi vida lo he ido viendo. Es verdad que tienes que ser positiva, y si no lo eres, has de serlo, pero también resiliente, en el sentido de que con frecuencia las hipótesis en las que te basas te llevan a unos objetivos que no se cumplen, y hay que redefinir y seguir adelante», señala al mismo tiempo que asegura: «Vamos dando pasitos, por tanto, tienes que estar convencido de que lo vas a lograr de un modo u otro». Señala que algunos investigadores llegan al laboratorio con este perfil, pero aun cuando no lo traen tan definido en esa línea, acaban desarrollando esas habilidades, «extraordinarias para la vida y que se fomentan mucho en un trabajo de investigación».

Pero a veces, solo a veces, la ilusión no es suficiente, y hay que digerir cómo ideas brillantes acaban en el cajón. «Ocurre muy a menudo. A veces la evaluación del proyecto es muy buena, más de una vez, me acaba de pasar hace poco, con noventa y tantos puntos sobre cien, pero solamente había un proyecto y no te lo dan. En esas me he visto yo muchas veces, da mucho coraje, es verdad que yo ya tengo callo en ese sentido, y es lo que hablamos de la resiliencia. Los investigadores más jóvenes a veces se frustran y yo les digo: ‘No, no, de esto hay que aprender. Este es nuestro trabajo: convencer a los demás de que nuestras ideas son buenas‘. Y es un trabajo bonito, porque cada vez vas perfilando mejor las ideas, las vas teniendo más claras». Y en ocasiones, apunta, también de eso se aprende.

 Vacunas y cáncer

El laboratorio que dirige María José Alonso en la USC cuenta con veinte investigadores y es pionero en numerosos descubrimientos en el campo de la nanotecnología farmacéutica y la nanomedicina. Como resultado de su trabajo se han registrado más de veinte familias de patentes. Y aunque son muchos los logros, descubrimientos y avances conseguidos a lo largo de su trayectoria, hay dos campos que le llegan más adentro. Por un lado, el trabajo que ha venido realizando durante 30 años en el campo de las vacunas. «Es el ámbito en el que me formé con el profesor Langer en el Instituto Tecnológico de Massachusetts hace treinta años; también he tenido la oportunidad de trabajar para la OMS y para la Fundación Bill & Melinda Gates en lo que llamamos salud global, diseñar vacunas no solo para los países desarrollados, sino para el mundo de una forma global, y gracias a eso hemos podido contribuir al desarrollo de un prototipo de vacuna frente al sida, que está en estadio preclínico avanzado, y también hemos aportado nuestro granito de arena para el desarrollo de una vacuna covid». La otra mención especial es para la investigación contra el cáncer. «Es otro ámbito que me apasiona, quizás por lo que ha ocurrido en mi familia, creo que en todas las familias hay pacientes de cáncer, en mi caso, mi madre y mi hermana fallecieron de eso, y es algo que llevo muy dentro, y quiero contribuir. Hemos conseguido crear una empresa, Libera Bio, para desarrollar un tratamiento. Nos gustaría que fuera contra el de páncreas, pero aún no está definido», indica.

Confiesa que cuando se investiga sobre salud, sobre medicamentos, «te toca muy en el corazón». «Recuerdo una frase que me dijo Melinda Gates la primera vez que trabajé para ella: ‘Os voy a pedir lo máximo. Quiero que pongáis no solo vuestro cerebro a disposición de este proyecto, sino vuestros corazones‘. Y dije: ‘Es verdad. Cuando realmente tienes interiorizado ese problema porque lo has vivido, trabajas con muchísimas ganas», cuenta María José, a la que la investigación no le ha traído ninguna renuncia a nivel personal, sino todo lo contrario, le ha facilitado conocer a personas extraordinarias en todo el mundo que figuran en su lista de amigos íntimos.

El hecho de ser mujer, afirma, no ha influido en su carrera, aunque «por supuesto que he estado expuesta a gestos y expresiones machistas, lo que se conoce como micromachismo. En algunos casos, ha habido confrontaciones que creo que si no hubiera sido mujer, no se atreverían: de aminorarte, de creer que a lo mejor no eres capaz... pero he tenido la suerte, por la educación que me dieron mis padres, de no verme nunca inferior a un hombre».

No hay espacio suficiente en este reportaje para citar los premios y reconocimientos que ha conseguido. Cada uno de ellos lo recibe con mucha ilusión, pero hay algunos especiales. «A mí la medalla Castelao me emocionó muchísimo. O el Premio Nacional de Investigación, que me van a entregar ahora, o formar parte de varias academias, entre ellas la de Estados Unidos, que realmente es algo muy único, muy singular». Pero dice que todos son muy bienvenidos por lo que implican, porque van más allá de su figura, y reconocen el trabajo de su equipo. «A mí me hacen sentir bien, pero a ellos también, porque no solo es María José Alonso, es este laboratorio de Santiago de Compostela, que tiene una gran reputación y que les facilita de entrada la conexión con investigadores de todo el mundo, puestos de trabajo...», señala.

Es de la escuela americana en cuanto a jubilación se refiere. Cree que los científicos no pueden dejarlo de un día para otro, por eso, cuando le llegue el momento, «todavía me quedan años por delante», y la universidad le diga: ‘Hasta aquí‘, le gustaría seguir leyendo, escribiendo, de algún modo continuar vinculada a asociaciones científicas. Mientras, seguirá al pie del cañón. «Mi trabajo ahora es el de guiar a mis doctorandos con mi conocimiento y experiencia. Trato de fomentar que ellos mismos generen sus ideas, y las maduren, les ayudo al enfoque y los guío para que ellos sean dueños de sus ideas, porque eso les produce muchísima satisfacción y luchan más por ellas». Si son como las suyas, harán historia.